KAMPAI! 

Así es Gem by Moto, el sake bar más divertido de Tokio

Si tienes pensada una escapada a los Juegos Olímpicos...

| 24/01/2020 | 5 min, 16 seg

Japón enamora. Os lo dice una loca que lleva tres años seguidos cogiendo un avión y desplazándose a la otra parte del mundo, en busca de lo más genuino que he conocido en mi vida. Si nosotros vivimos en 2020, ellos lo hacen en el año 3000. Son una sociedad tan avanzada, que nos hace darnos cuenta de la involución que -a veces- vivimos en Occidente. Nadie grita, no oyes el claxon de los coches por la calle, no hay papeleras porque tienen una conciencia de la limpieza tan grande, que si algo es para tirar, se lo guardan hasta que llegan a casa, los metros muchas veces van abarrotados, pero nadie empuja, todos entran de manera ordenada y respetando una cola. Así con mil cosas más. No hay violencia, no hay robos, si te pierdes, te acompañan hasta el sitio a dónde tenías que ir... Ay, Japón, a mi me tienes loquita.

Y cómo no, 2020 va a ser un año grande para el país y para su capital, Tokio. Este verano, tendrá lugar en la ciudad los Juegos Olímpicos, que celebran este año su XXXII Olimpiada. La ciudad está volcada en recibir a miles de visitantes, de todas partes del mundo, que seguro que como yo, caerán rendidos a los pies de la súper-ciudad.

Ahora bien, si llegar allí son constantes bofetadas de estimulación, imaginad lo que es comerse la ciudad. Literal. Desde sus barras de sushi donde probar pescados que jamás imaginarías, hasta el ramen o soba que pides a través de una máquina. Todo sabe a gloria. Allí he comido los nigiris de mi vida, el katsu-sando de wagyu que haría saltar las lágrimas a cualquiera o una fina y delicada tempura que te da ganas de plantarle un beso al que la cocina.

Y si la comida emociona, imaginad la bebida. Cada día estoy más metida en el mundo de los sakes. Claro, hasta hacía unos años, no encontrabas uno bueno y ahora los puedes beber, muy de vez en cuando en restaurantes que cuidan lo que sirven. El otro día, sin ir más lejos, disfrutamos en Hikari -perfecto lugar para teletransportarte un poquito a Japón- de un par de copas de Enter, el sake de Richie Hawtin (sí, es un Dj y productor de la pera y también un disfrutón de la vida que busca el mejor sake) y un Junmai Dai-Ginjo que acompañaban a la perfección los yakitori. ¿Cómo caímos entonces en el sake bar más divertido de Tokio? Gracias a Pablo Alomar, entusiasta de los sakes y uno de los exportadores más potentes del país. Le conocimos en uno de los eventos que montó en Madrid, una comida a cargo de Koji Kimura y Shuji Niitome, maridada con sus sakes. El primero es el padre de los pescados madurados, el segundo, maestro de la tempura. Pues bien, Pablo nos ayudó con un par de reservas, entre ellas, la de Gem By Moto.

Imaginad el panorama. Nochevieja, 7 de la tarde y un frío que pelaba en Tokio. Y allí que nos fuimos, a Ebisu, una zona que antes no habíamos pisado. Un par de occidentales en la cola y japoneses. Eso ya es buena señal. ¿Y dentro? Una de las experiencias más divertidas que hemos vivido en estas tres visitas a Japón.

Marie Chiba, alma mater de Gem by Moto, abrió este pequeño local en 2015 y desde entonces, ha enamorado a locales y visitantes con su forma de trabajar. Si te pones a mirar las fotos destacadas de la localización en Instagram, verás que por allí han pasado Gastón Acurio, el anteriormente citado Richie Hawtin o toda una leyenda entre los barman, el alemán Charles Schumann. Te encontrarás una barra para apenas unos 15 comensales -o bebedores- en un local pequeño a la par que agradable. Y ahora, pongámonos serios. Entre estas cuatro paredes, se vive una experiencia memorable en torno al sake. Los tienen a decenas y los presentan en una pizarra, pero ¿lo mejor? Dejarse en manos de Marie y su equipo y darles carta blanca. No se cómo, pero saben dar en el clavo para darte a probar verdaderas joyas, muchas veces de pequeñas destilerías y productores de todo Japón.

La velada comienza con el equipo poniendo una botella de sake delante de cada comensal y así, empieza la fiesta. Pruebas ese primero, un segundo, un tercero... y así hasta que te preguntas, ¿por qué no uno más? Y no solo sirve una lista más que encomiable de sakes que reposan en unas neveras a la vista del cliente, sino que elabora los suyos propios. La idea es darse al sake, pero has de saber que también tiene cervezas que añejan bajo cero. A medida que pasa el tiempo, el ambiente se anima, suben los colores de cara de los clientes y los que venían solos se hacen amigos de las personas que tiene alrededor...

Espera, ¿y no comemos? Sí, porque Gem by Moto también funciona al modo de una izakaya, donde tienen una más que apetitosa carta de tapas. ¿Para acompañar al sake? ¿Quién marida con quién? No sabemos cómo, pero cualquiera de las cosas que pidas, van a la perfección con lo que estés bebiendo. Desde un platillo con caballa, aceitunas y quesos ahumados, hasta una croqueta de gambas y buey. La carta va cambiando, pero hay platos que hay que probar sí o sí, como su pollo kaarage, tan crujiente como delicado, un tonkatsu que prepara con chuleta de jamón y queso azul,  un sándwich de huevo y repollo y un largo etcétera de platillos sabrosones.

En definitiva, es un lugar de esos que se quedan grabados a fuego en tu memoria. No sake, no life! Como rezan los garabatos de sus paredes. Disfruten y Kampai! 

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