Esta es la historia de una escuela construida con botellas. Una escuela que apuesta por las energías renovables, que respeta el medioambiente y que se levanta sobre los cimientos del reciclaje
3.632 botellas cambiaron la vida de 12 niños y niñas que vivían en la extrema pobreza hace ahora 8 años. 3.632 botellas que sirvieron para levantar los muros de una escuela muy particular. Una escuela que es mas que una escuela. Una escuela que hoy día ya ha reciclado más de 10.000 botellas de la basura de la isla de Lamu, en Kenya.
Esta escuela supone un soplo de aire fresco en un entorno sucio y empobrecido con graves problemas de contaminación en la isla de Lamu en Kenia. Esta escuela nace hace ocho años como resultado del propósito de concienciar y sensibilizar a su propia población de la isla sobre el problema tan grande de contaminación y la nula gestión de residuos. Un problema que afecta a la salud de las personas.
Los índices altos de contaminación provocan problemas de salud entre su población. Problemas que serían perfectamente salvables con algunos cuidados higiénicos básicos.
Cuidados domésticos básicos y algo más de implicación por parte del gobierno y de sus autoridades locales que invierten poco en el sistema de alcantarillado y en la limpieza del pueblo, en definitiva, en la gestión de sus residuos.
Como iba diciendo Lamu es un lugar paradisiaco, podríamos decir que es un lugar ecológico por naturaleza porque no tiene contaminación de coches ni transporte a motor, un lugar donde el transporte son los barcos y los burros. Así que podría ser un destino ecológico pero no es así. Desde que hace más de 10 años entrara el plástico en la isla por la puerta grande de la mano del desarrollo y de la vida moderna empezaron los problemas. Entró el plástico sin la compañía de una buena gestión de residuos y la isla dejó de ser limpia y ecológica. En el recuerdo quedaron esos años en que no había problemas de contaminación pues toda su basura era orgánica.
Hoy día Lamu tiene un problema serio con la limpieza, no han recibido educación al respecto, el gobierno no conciencia a su población, no existe una correcta gestión de residuos y no hay infraestructura creada para paliar tanta suciedad.
Por no haber no hay ni alcantarillas, existen unos canales que desembocan en el mar todo tipo de residuos y las papeleras son parte de una decoración del paseo pero nada más.
Tampoco es raro ver a su propia población arrojar la basura al mar, no saben qué hacer con ella y tampoco saben que ese plástico que arrojan al mar está destruyendo poco a poco la isla en la que viven y matando los animales que viven en sus aguas y en su tierra. Un dato, la causa principal de muerte de los burros, principal animal de la isla, se debe a la ingestión de plástico. Basura y suciedad que encuentran en las calles y que forman parte de su alimentación.
Hablamos de una contaminación que asombra la primera vez que la ves y que te condena a aprender a convivir con ella.
En este contexto se levanta la escuela Twashukuru. La escuela de la que hablamos. Una escuela fundada por uno de los habitantes de Lamu, Omar Islam, que se marchó a EEUU en busca de oportunidades para salir de la pobreza y lo consiguió.
Omar estuvo mas de 10 años sin volver a su isla y cuando volvió vino renovado y concienciado y quiso devolver a su comunidad algo de lo que había aprendido. Quiso poner su granito de arena.
Con el problema de contaminación y suciedad que existe en la isla, Omar quiso empezar a educar a la población de Lamu sobre la importancia de la limpieza en la isla. Juntó a un grupo de mujeres y niños y empezó a recoger botellas y bolsas de plástico en la playa de Lamu. Empezó a inculcar la importancia del respeto al medio ambiente. Además de la limpieza de las playas con los niños, Omar quiso trabajar con adultos.
Cuando volvió a Lamu Omar decidió reproducir en Lamu una máquina de madera que había descubierto en EEUU para transformar las bolsas y botellas de plásticos en cuerdas e hilos.
Estas cuerdas servirían para el trabajo en los barcos y para hacer artesanía local. Un trabajo que enseñó a un grupo de mujeres que vivían en situación de extrema pobreza y que empezaron a vender esta artesanía en el mercado local con lo que mejoraron su calidad de vida. Entre todos pusieron en marcha este proyecto, de manera muy modesta pero que cambió la vida de estos niños y de sus madres.
El problema era que estas mujeres acudían a trabajar con sus hijos. Así que, para que estos niños pudieran estudiar, Omar levantó una escuelita con botellas de reciclaje. Así mientras las mamás trabajaban en el reciclaje para tener acceso a un modo de vida sostenible, los niños pudieron estudiar. Y así empezó esta escuela y este proyecto.
El reciclaje es la base de todo el proyecto pues fue su origen ante el grave problema de vertidos y desechos al mar de Lamu (el Océano Índico).
Este proyecto no es la solución al problema pero si que es un gesto, una acción y una intención. Un pequeño grano de arena dentro de un gran desierto.
Construir con botellas no es fácil. El proceso es largo y costoso a la par que agradecido y estimulante. Construir con botellas cuesta. Al final supone una inversión personal y económica tremendamente fuerte y más costosa que la construcción al uso.
La construcción con botellas necesita mucho apoyo e implicación de la comunidad que al menos guarda las botellas que usa o ayuda en su recogida.
Cuando se va a empezar la construcción de alguna de las fases de la escuela, se hace un llamamiento de recogida de botellas donde la comunidad contribuye a guardar sus botellas y donarlas, se compra el cemento, palos y cuerdas y material que se necesita. Las botellas pueden ser de cristal o de plástico que se han de rellenar con arena para que se mantengan rígidas y fuertes.
Se levantan los cimientos de la construcción como cualquier construcción al uso, y se empieza a construir los pilares básicos. Un vez los cimientos están establecidos, se levantan las paredes y aquí en vez de ladrillos se usan botellas. Botellas que se alinean con un sistema de cuerdas más que curioso y que requiere una delicadeza y una paciencia tremenda pues cada botella va envuelta o protegida con piedras que harán de sostenedoras.
Y así se van levantando las paredes de esta escuela que cuenta con toda una filosofía de respeto al medio ambiente, construida con material hecho con productos reciclados y con grandes cantidades de amor y dedicación.
Ahora se está terminando de construir el aulario con dos aulas más y las letrinas, y el próximo reto es construir un parque infantil reciclado con redes, cuerdas y neumáticos que se colgarán de un barco antiguo (dhow) restaurado y que se convertirá en sueño alcanzado de sus niños y niñas y de toda la comunidad implicada en este proyecto. One Day …Yes! Porque un día los sueños se cumplen.
La semana que viene… ¡más!