VALENCIA. La presión era doble este jueves para el president de la Generalitat, Ximo Puig. Si por un lado el líder de Podemos en la Comunitat, Antonio Montiel, iba a plantar las bases de su nueva relación con el Consell después celebrar el Consejo Ciudadano, por otro el PP podía seguir utilizando la abstención como estrategia política y arma argumentativa para mortificar a los socialistas, algo que ya hicieron este miércoles. Pero, finalmente, los populares aflojaron y fue Compromís quien incomodó a Puig junto a la formación morada. Un gobierno de Mariano Rajoy no es lo que desean sus electores.
Quien empezó fue la líder del PPCV, Isabel Bonig, con sus tradicionales referencias al Gobierno del Titanic. No obstante, en esta ocasión la fiscalización de la síndica parlamentaria popular fue menos incisiva de lo habitual. Menguaron las ofensivas que suele arrojar los jueves y emitió una pregunta más propia de Compromís o Podemos por su comodidad -"¿Cómo valora la gestión desarrollada por todos los departamentos del Consell?"-.
Una intervención tras la que el president de la Generalitat, Ximo Puig, le espetaba esperar que, a partir de ahora, la lealtad institucional fuese "la norma después de la formación de gobierno". No obstante, si bien la sorna que se respiró en la cámara el día anterior en la bancada popular parecía haber desaparecido, fue imposible que la portavoz del PP en Les Corts pudiera contener las ganas de provocar a los socialistas exhibiendo, hasta en cuatro ocasiones, un cartel improvisado que rezaba "abstención, gracias".
Con todo ello, y mientras el PP se dibujaba más afable que en anteriores ocasiones y guardaban la "normalidad democrática" que en algún momento le han exigido el resto de partidos en el parlamento valenciano, pasaba lo contrario con el resto de grupos y nacía en la bancada "amiga" un discurso y sentimiento crítico con el president.
Si bien es cierto que en numerosas ocasiones Compromís ha señalado que el Pacte del Botànic es "a prueba de bombas" -en palabras de la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra-, la formación no podía dejar de cuestionar este jueves la decisión de los socialistas y, en concreto, la de Puig de abstenerse en el Comité Federal.
Para el portavoz de Compromís, Fran Ferri, el próximo sábado se vivirá "un episodio muy triste" porque se dará apoyo a un Gobierno del PP y tendrá una única lectura: la de que "ganan los poderosos y los corruptos y pierden los valencianos". En este sentido, el síndico parlamentario le trasladó a Puig que discrepaba con su justificación de voto en la que alegaba hacerlo "como presidente de los valencianos". Una intervención que culminaba con una pregunta retórica que retrataba el malestar latente en su grupo: "¿Esto era preciso?".
Así, Compromís revelaba un cambio de postura -si bien puntual por lo singular de la situación- de la formación, pero que se acerca al discurso severo que ya comenzó a esgrimir Podemos en el Debate de Política General.
Por su parte, a Montiel le "preocupa" que el president de la Generalitat haya variado de posición, no de opinión, respecto a los beneficios que puede tener un Ejecutivo de Mariano Rajoy. Y tampoco en su grupo entienden "la deriva del aparato socialista"; que se repitiese el eslogan del "no es no" sin que eso haya tenido finalmente traslado a la realidad "y todo a cambio de nada".
A las críticas que tuvo que asumir, al president se le sumaba otro dilema, esta vez orgánico, por la fractura socialista: desde el 28 de septiembre Puig dispone de la carta de dimisión del portavoz del PSPV en Les Corts, Manolo Mata, quien aseguró que el president deberá utilizarla "cuando quiera".
Con este escenario, no fue una sesión de control fácil. Puig trató de calmar los ánimos, reforzar la idea de que "gobierne quien gobierne en Madrid" lo más importante es lo que haga el Consell. Y sus compañeros de filas, como el conseller de Hacienda, Vicent Soler, consolidaron el mensaje que trató de grabar en sus socios de gobierno para no mermar su confianza. "Mande quien mande en Madrid, sea Pedro Sánchez o perico el de los palotes" las reivindicaciones valencianas seguirán siendo las que eran y "si no escuchan a los valencianos, España tendrá un problema".
No obstante, la cuestión que ahora queda es, si después de facilitar un gobierno popular en Madrid, Rajoy atenderá los problemas que tiene la Comunitat y que, en numerosas ocasiones, el Ejecutivo valenciano se ha quejado por haber invisibilizado.