Unos votan y otros vetan
Los votos son los que son y los vetos son los que están. En esta calurosa semana de julio, el bochorno lo producen los “líderes” políticos que bajan en votos o escaños y suben en humos
VALENCIA. Este viernes a las 12 de la noche dio comienzo la campaña electoral para los comicios estatales que se celebrarán el 26J. Una cita reloaded con las urnas que, además de decidir el futuro del Gobierno de España, tendrá una lectura en clave valenciana cuyas consecuencias serán fundamentales para los próximos tres años de legislatura.
Cabe recordar que, salvo que los partidos políticos implicados decidan no ponerse de acuerdo de nuevo, estas serán las últimas elecciones que se produzcan en la Comunitat Valenciana en el citado periodo de tiempo. Es por ello que el resultado de estos comicios se convertirá en el último sondeo de urna hasta 2019: una circunstancia que puede dejar un poso esencial a la hora de enfocar la estrategia de las diferentes formaciones políticas.
En este sentido, dos de los factores fundamentales en juego en esta cita son la propia supervivencia del bipartidismo -que empieza a estar más diluido aunque las fuerzas hegemónicas siguen resistiendo- y las consecuencias en los equilibrios en la Generalitat según las cifras resultantes.
En cuanto a la primera cuestión, en parte ya fue superada el 20D con el sorpasso que protagonizó la alianza Compromís-Podemos És el moment sobre el PSPV-PSOE. Una victoria amplia que, en esta especie de segunda vuelta, puede incrementarse con la incorporación a la confluencia de Esquerra Unida en lo que se ha llamado 'A la Valenciana'.
La inferioridad de los socialistas valencianos en esta batalla se da por hecha. Es más, en la propia cúpula de Blanquerías ya admiten que pueden perder toda la representación en el Senado a manos de esta confluencia e incluso salir trasquilados en el Congreso. El objetivo, tratar de mantener los escaños y los votos conseguidos el 20D: siete diputados y algo más de 530.000 sufragios.
Ahora bien, la otra cuestión fundamental se centra en si A la Valenciana tendrá el fuelle suficiente para rebasar también al Partido Popular en la Comunitat. Una situación esta que sí sería un golpe de efecto que no se produce desde hace lustros, en los que la formación de la gaviota ha tenido el absoluto control de estas elecciones. El CIS hecho público este jueves rompió una lanza en favor de los populares: según el sondeo, ganarían un diputado en la provincia de Valencia (se reparte un escaño más por población que en el 20D) pero también podrían perder uno en Castellón a manos de A la Valenciana, lo cual dejaría a esta alianza como la fuerza más votada en esa provincia. De esta manera, los populares, que sacaron un escaño más en la cita electoral de diciembre, mantendrían la ansiada hegemonía en la Comunitat. No obstante, cabe recordar que otras encuestas han puesto en duda esta posibilidad en favor de A la Valenciana.
Por otro lado, estos comicios pueden implicar un antes y un después en la propia estabilidad del Gobierno valenciano, formado a día de hoy por PSPV y Compromís. Si bien nadie discute al presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, es difícil negar que las posiciones de fuerza pueden variar si hay un resultado muy claro en una dirección u otra.
Si los socialistas valencianos mantienen o mejoran mínimamente sus prestaciones, la legislatura será tan tranquila -por decirlo de alguna manera- como hasta ahora. Ahora bien, si los resultados de A la Valenciana se disparan y se convierte en la fuerza hegemónica con un PSPV a la baja, no son pocos los dirigentes del puño y la rosa que temen un incremento de las exigencias o en la presión de las relaciones. Empezando, sin ir más lejos, por la posible entrada de Podemos en el Ejecutivo valenciano o, simplemente, una mayor posición de fuerza en determinadas situaciones.
Por otro lado, también habrá que ver cómo repercute en la Generalitat las negociaciones posteriores a un resultado que se presupone, de nuevo, igualado y sin vencedores claros. Así, la travesía de los tira y afloja posteriores al 26J también pueden influir en el Ejecutivo valenciano, todo ello sin contar cómo abordará el próximo inquilino de La Moncloa las reivindicaciones valencianas. ¿Alguien da más?
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