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La reinvención de un mecenazgo con solera

Nacida en noviembre de 1970, la Fundación Cañada Blanch figura entre las instituciones culturales más importantes de la Comunitat, pero el tiempo pesa y el lustre pasa. Una nueva dirección se encarga de devolverla a la primera línea

| 24/04/2018 | 10 min, 12 seg

VALÈNCIA.- El pasado mes de febrero, la Fundación Cañada Blanch organizaba un encuentro con la directora de cine Isabel Coixet en el Centro del Carmen de Cultura Contemporánea de València. El acto superaba todas las expectativas. En el interior, lleno absoluto, y fuera, una cola que rodeaba todo el edificio como si de una estrella de pop se tratase. Había interés en escuchar a la cineasta que, justo unos días antes, se izaba con el Goya a la mejor dirección por su película La Librería, y con el récord de ser la mujer con más estatuillas en la historia del cine de España. Y no, los méritos del exitazo no se debían a una estudiadísima labor de programación del evento coincidiendo con la máxima actualidad de los Goya sino a una propuesta mucho más tangible, la de hablar de cine y vida con figuras no tan al alcance del público valenciano. Y eso sí es mérito de quienes lo programaron. La imagen sobrecogería a la propia Coixet. «Cuando empecé en el cine, ser mujer y ser joven era fatal, era cosa como anatema. Ahora que no soy joven y casi ni mujer, ahora se lleva ser joven y mujer. Mi único consejo es la perseverancia».

De perseverancia debió de saber mucho Vicente Cañada Blanch quien presta su nombre a la Fundación que actuó de anfitriona en la visita de la directora. Y de adaptarse, que es precisamente el reto al que se enfrenta actualmente esta institución. Nadie le puede negar su brillante trayectoria cultural, pero ya no es lo que era. Los tiempos han cambiado y la Fundación se arriesga a quedar, a ojos de la sociedad, como una entidad viejuna que no ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos: traer a Coixet supone un paso pero no es suficiente.

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Uno de los problemas a la hora de adaptarse a al momento actual puede apreciarse en el proyecto más mimado (y prestigioso) de la Fundación: la Cátedra Príncipe de Asturias de la London School of Economics and Political Sciences. Bajo la dirección del historiador hispanista Paul Preston, la Cátedra ha propiciado foros, encuentros, investigaciones sobre la España contemporánea y su mejor conocimiento en el ámbito intelectual británico. El problema es que el biógrafo de Franco y uno de los hispanistas británicos más reconocidos (junto a Raymond Carr o Hugh Tomás) se aproxima ya a una edad (72 años) en la que será necesario buscarle un sustituto (otras fuentes apuntan que no es la edad sino su salud lo que aconseja dar ese paso).

El de Liverpool ha estado dos décadas al frente de la entidad y el balance no puede ser mejor. Encontrar a alguien de su prestigio no será fácil: «Tenemos dos opciones, o bien realizar una búsqueda internacional o, según se establece en el acuerdo con la London School of Economics, el puesto se puede abrir a cualquier área de conocimiento que se imparte en esta institución, no solo a la historia», comenta el presidente de la Fundación, Juan Viña. En los mentideros se baraja el nombre de Luis Garicano, catedrático y director de departamento en la institución académica y con una innegable proyección internacional: es vicepresidente del grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa. Otros, sin negarle su valía, no acaban de ver que una persona tan vinculada a Ciudadanos (es responsable del área de economía de la agrupación naranja) sea el perfil idóneo.

Para que el conocimiento y la ciencia fluyan —es de lo que se trata— es fundamental seguir cuidando las relaciones con Reino Unido, por lo que la Fundación busca un aliado en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. En ese triángulo del conocimiento en el que se mueven y trabajan más de setecientos mil investigadores, y son millones las inversiones internacionales, «el Brexit no nos preocupa tanto, aunque habrá que buscar fórmulas». 

Viña aterriza a la entrevista tras pasar por unas jornadas de economía y empresa que organiza la Fundación en la Universitat de València. Nos habla de Big Data en la economía del comportamiento sobre la que han debatido los expertos invitados, y de la importancia de la imprevisibilidad del ser humano en todo cálculo, lo que se ha venido a llamar thick data, «una máxima aplicable a todo», indica. 

Burriana, mon amour

La historia de Vicente Cañada Blanch es una prueba de que los mecenas no son solo cosa de la Europa continental. En el sur, y en concreto en Burriana, se escribía la leyenda del joven comerciante de naranjas que a principios del siglo XX llegó a hacer una enorme fortuna en el Reino Unido y que, en vez de invertirla en tierras y campos de huerta, decidió devolvérsela a la sociedad en forma de filantropía. «Un valenciano que miró al exterior», indica la actual directora de la Fundación, Paula Sánchez Martín. Y que, además, desde su puesto de frutas en el mercado de Covent Garden de Londres, vio cómo los hijos de la emigración española de los años 50 y 60 perdían todo contacto con su país de origen. Aquí se selló su primera proeza, la de volcar sus esfuerzos económicos en adquirir un colegio a las afueras de la ciudad, en Greenwich, y más tarde, un convento en Portobello Road —hoy de valor incalculable—, que convertiría en escuela en pleno centro de la capital británica.

Su segunda hazaña sería cederla al Estado español para que los alumnos pudieran estudiar según el currículo oficial. A día de hoy, una media de cuatrocientos estudiantes acuden al centro que cuenta con el reconocimiento que pueden tener el Liceo Francés o el Colegio Alemán en España. Con gestos así, la Fundación fue contribuyendo de forma importante a la consolidación de las relaciones hispano-británicas. Pero como en un giro de guión de Coixet, de pronto llegó el Brexit. 

La mesa redonda de Isabel Coixet que tuvo lugar el pasado mes de febrero refleja el cambio de mentalidad en Cañada Blanch, responsable de que hayan pasado por València durante los últimos años expertos internacionles como el sociólogo Sami Naïr, el historiador Roger Chartier, la politóloga Seyla Benhabib, el novelista Jon Juaristi, el periodista Ignacio Ramonet o Joaquín Almunia, entre otros. «Nos llegan comentarios de que, si no fuera por nosotros, muchas personalidades no habrían venido a València», indica el abogado Alejandro Ríos, secretario y miembro del patronato de la Fundación.

Los conocedores de las secciones de cultura de los periódicos valencianos lo corroboran pero coinciden en que son tiempos de esplendor ya pasados. Tiempos en los que Cañada Blanch, bajo la presidencia de figuras como, entre otros, José María Coll Comín, Carlos Pascual y Juan López-Trigo (quien fue el encargado de recoger en 2016 el life-time award que la British Spanish Society concedió a la Fundación), se posicionó como un referente en el ámbito cultural pero al que el siglo XXI exige ahora una vuelta de tuerca, y, sobre todo, un esfuerzo por conectar con un público más amplio.  Cañada Blanch fue un hombre que nunca dejó de mirar hacia su tierra: impulsó la ciencia, el debate, y dio oportunidades a jóvenes talentos valencianos. Y lo consiguió. A finales de los años 60, creó una primera fundación en Burriana que llevaba el nombre de sus padres, para, más tarde, crear la actual Fundación cuya sede permanente está en València. 

Hace escasos meses, la Fundación que cumple casi cinco décadas renovaba su junta patronal y la dirección. La actual directora, Paula Sánchez, es abogada. Ha desarrollado su carrera entre València, Bruselas y San Francisco y ha trabajado en gestión de proyectos europeos, implementación de alianzas estratégicas, y durante una etapa también como asesora en el anterior gobierno. Es el rostro más joven y casi la única novedad en un cambio que tiene algo de lampedusiano. Sustituye al economista Luis Aznar Garrigues quien, después de dos décadas en el cargo, se incorpora al patronato.

El nuevo presidente, Juan Viña, es médico y catedrático de bioquímica y biología molecular en la Universitat de València. Sustituye a Juan López-Trigo tras doce años como presidente de la Fundación. No está claro si es una renovación o un simple cambio de sillas. Lo que sí cambiará (aunque el mérito no es de la institución) es la presencia de mujeres: de las dos actuales, de un total de quince, se pasará a cuatro ya que tanto el Ayuntamiento de Burriana como la Universitat deValència tienen una silla y han ‘cambiado de sexo’: la socialista Maria Josep Safont ha sustituido a José Ramón Calpe en la Alcaldía de Burriana y Mavi Mestre a Esteban Morcillo en el rectorado de la institución académica.

Los augurios del ‘thick data’

En la entrevista con Viña también están presentes Alejandro Ríos, socio director del despacho de abogados Broseta en València y asesor de bolsa, y Mónica de Quesada, economista, empresaria y la nueva tesorera de la Fundación. De este equipo depende en gran medida la apuesta por la renovación de la entidad. En la Comunitat Valenciana se trabaja por acercar los diálogos o encuentros con personalidades a un público más amplio. Recientemente, han contado con la visita del filósofo Javier Gomá, escritor y director de la Fundación Juan March, junto al dramaturgo Ernesto Caballero, director del Centro Dramático Nacional, en una apuesta por sacar la «filosofía a escena» y ofrecerla en formato libre a los asistentes. La respuesta fue buena, aseguran. 

Los próximos en dialogar serán el periodista Joaquín Estefanía y el economista Emilio Ontiveros. Sánchez destaca que «en mayo tendrá lugar uno de sus eventos más relevantes, el Foro Cañada Blanch, cuyo objetivo es reflexionar sobre las perspectivas económicas de la Comunitat Valenciana en el actual escenario competitivo mundial y europeo». «Conversar es converger. Somos una fundación abierta a todos los puntos de vista», explica Viña. Otra cosa es si el público entenderá esta apuesta como realmente nueva o más bien continuista. Los invitados tienen, como poco, medio siglo a sus espaldas, pero ¿actualizarse implica necesariamente invitar al Rubius y a su generación de youtubers? El thick data comentado al inicio. 

Pero tampoco hay que exagerar. La Fundación también ha firmado convenios con instituciones como el Berklee College of Music o el Aspen Institute, o patrocinado festivales ya asentados como el PhotoOn, entre otros, prueba de esa voluntad de acercarse a las nuevas generaciones. Toca buscar fórmulas al Brexit y a las emociones de un público nuevo. De momento, las previsiones del thick data son optimistas.  

*Este artículo se publicó originalmente en el número 42 de la revista Plaza

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