Gerard Miquel adapta al cómic "Yo fui guía en el infierno", la obra con la que Fernando Arias ganó el Ciutat de València en 2004
VALÈNCIA.- Si el nortemaricano Seth Grahame-Smith se atrevió a mezclar historia y monstruos en Abraham Lincoln cazavampiros, y su libro hasta se convirtió en película (Timur Bekmambetov, 2014)¿por qué un autor de aquí no iba a poder hacer lo mismo? Pues no solo se podía sino que se hizo. En 2004, el escritor Fernando Arias Ramón (Valencia, 1947) ganó el premio Ciutat de València con la novela Yo fui guía en el infierno, (Valdemar, 2005) en la que mezcló hechos reales de la biografía del Botánico Josep Antoni Cavanilles —que murió sin dejar descendencia directa— con ficción. Ahora el dibujante Gerard Miguel (Alaquàs, 1968) ha firmado su adaptación en formato cómic en una cuidada edición de esas que se curra Pablo Herraz de Desfiladero Ediciones. El jueves 14 de diciembre ellos, el escritor Alfons Cervera y el experto en cómics Alvaro Pons presentarán en sociedad la obra en La Nau, a las 19 h.
"A Fernando tengo que agradecerle que cuando le propuse hacer la adaptación no solo aceptó sino que me dio carta blanca para que hiciera mi propia lectura de su obra, que no me quedara en la simple adaptación. Aunque el relato es evidentemente el mismo, creo que hay suficientes diferencias como para poder acercarse a ellas de manera independiente", explica el dibujante.
El relato parte de un hecho real, el viaje que realizó el botánico Cavanilles por la Hoya de Castalla (Alicante) en 1792 para estudiar la hidrofobia (rabia) y, de paso, trabajar en su famoso best seller Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del reyno de Valencia. Para cumplir con su cometido, el erudito se hará acompañar de Ángel, un joven adolescente de mente despierta, con el que establecerá "una relación quijotesca", según explica Miquel.
"La novela de Fernando tiene más de picaresca y yo he preferido tirar más por el camino más de lo sobrenatural", explica el dibujante. Así, más que en el género de terror cabría enmarcar a Yo fui guía en el infierno en el del fantastique en el que lograr la atmósfera está por encima de buscar el efecto. No es una novela de zombies ni mucho menos, pero Gerard Miquel sí que sabe trasladar la iconografía del mundo de los muertos vivientes a la comarca alicantina durante el siglo XVIII.
"Para Cavanilles, el viaje es claramente científico, aunque no puede dejar atrás que es un hombre de la iglesia, pero para Ángel es un viaje de crecimiento aunque, en el fondo, cada uno acaba aprendiendo del otro", explica.
De la novela de Arias destaca "la exhaustiva documentación. Es verdad que estamos ante un relato de ficción y que se permite algunas licencias, pero el botánico de la novela, lo que hace o su forma de trabajar para ir estudiando la flora de la Comunitat Valenciana está muy conseguido", apunta.
"Yo por mi parte", matiza, "he querido jugar más con la parte fantástica y, de hecho, dudé si poner al final la documentación original que explica si, finalmente, Cavanilles consiguió el antídoto, pero creo que ha sido mejor no hacerlo", añade. También explica que "aunque he tenido libertad para hacer mi versión de la novela, también he querido ser fiel en otros aspectos", matiza. Por ejemplo, los diálogos son casi los mismos que en el libro, y es el dibujo y la atmósfera lo que hace que suenen diferentes. Aquí, cabe destacar el inteligente uso del bitono que no hace más que subrayar la búsqueda del matiz adecuado para el relato
Sobre Cavanilles, Gerard explica que sigue siendo un gran desconocido para mucha gente "ya que su vinculación con València no fue tan estrecha como algunos piensan, pero sí que es verdad que para los excursionistas y los amantes del cicloturismo como yo es una referencia. A veces haces una ruta y alguien dice 'por aquí pasó Cavanilles'", añade.
Uno de los muchos aciertos de este cómic, con sus tintes góticos, es apostar por la historia de la Comunitat Valenciana como un personaje más y haber sabido hacer viajar en el tiempo algunas referencias actuales (como los ya citados zombies o los vampiros) a las que tan acostumbrados estamos gracias al cine actual.
También merece destacarse la defensa del método científico como verdadero camino para aproximarse a la verdad, en un mundo en el que hay quien se jacta de ser antivacunas, usar homeopatía o creer que la Tierra es plana. Un discurso científico que estaba naciendo a finales del siglo XVIII y que empezaba a ocupar el lugar que antes se reservaba a la religión.
Historia, adaptación, referencias fantásticas... Sí, pero también -como suele ocurrir-, el autor no ha resistido la tentación de mirar en su biografía para ilustrar e imaginar algunos episodios, como ése en el que los protagonistas se resguardan de la lluvia en una madriguera y que remite a cuando Miquel y unos amigos tuvieron que esconderse en un desagüe cuando una tormenta les pilló en medio de una excursión.
¿Y los vampiros? Pues eso tendrán que descubrirlo los lectores de esta obra que se presenta en La Nau el viernes, y que el viernes llevará al autor (y a sus compañeros de la editorial Desfiladero) a firmar ejemplares a partir de las 19 horas.