VALÈNCIA.- Docente, investigadora e instigadora de acciones de estudio y difusión en torno al diseño. Chele Esteve ha participado recientemente en una cita que ha involucrado, en la Escuela Elisava de Barcelona, a un colectivo internacional de decanos y expertos en una iniciativa que busca integrar el diseño en la agenda de la Unesco.
-— ¿El diseño de producto, en estos tiempos, debe ir unido a la innovación social?
-— En primer lugar, creo que la primera tarea necesaria es reformular qué es el diseño, de qué hablamos cuando nos referimos a diseño, y las áreas en que puede influir. En el siglo XXI todas las profesiones se han visto obligadas a adaptarse a los nuevos tiempos y, en el ámbito del diseño, esta adaptación es todavía más necesaria. Hemos visto ya algunas claves, como la alianza con artesanos o la personalización del producto diseñado, pero esta amplitud de miras debe extenderse a otros campos, como el diseño de servicios o la innovación social. De igual manera, en el mundo de la empresa es necesario aplicar el design thinking —proceso de pensamiento en torno al diseño— con el objetivo de ofrecer a las compañías nuevas soluciones a sus problemas. Los diseñadores tienen mucho más que decir y hacer aparte de diseñar productos.
-— ¿Cuáles son las herramientas para ampliar esta actividad, sobre todo, en el aspecto social?-
— Una opción muy interesante es Desis Lab, una red internacional fundada por Ezio Manzini, experto en la relación entre diseño, sostenibilidad e innovación social. Esta red integra los laboratorios de escuelas de diseño españolas como Elisava, la Escuela Técnica Superior en Ingeniería del Diseño (ETSID, Universitat Politècnica de València) o la Escuela de Arte y Superior de Diseño de València. El objetivo es buscar una colaboración activa entre los laboratorios miembros de esta red. Estamos viendo cómo el design thinking interviene en la resolución de problemas urbanísticos, caso de la colaboración entre el Ayuntamiento de Barcelona y Elisava. Cada ciudad tiene unos condicionantes concretos. Nosotros, desde la ETSID, hemos intentado plantear una colaboración con el Ayuntamiento de València. Estamos a la espera y nos encantaría que se materializara.
— ¿Sobre qué problemas concretos podría actuar el design thinking en relación con la ciudad?
— Por ejemplo, analizar espacios sin uso y estudiar usos transitorios que beneficiaran la comunicación entre ciudadanos. También adaptar la convivencia de los vehículos de dos ruedas respecto al resto de vehículos y peatones, o la reinserción de colectivos marginales a través de acciones de diseño. Si el Ayuntamiento nos comunicara los problemas de la ciudad, nosotros, como diseñadores, podríamos aportar nuestra creatividad para encontrar soluciones horizontales y verticales.
— Entre los objetivos de las jornadas a las que has asistido en Elisava se encuentra introducir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU en los planes de estudio de diseño. ¿De qué manera puede articularse esto?
— Esta propuesta se realiza porque el concepto mismo del diseño está cambiando y los ODS que plantea la ONU se adecuan a los nuevos propósitos derivados de esta mutación. ¿Cómo articularlos? A través de estos pequeños laboratorios que aportan pequeñas soluciones. La fuerza reside en la multitud de escuelas, en la red de laboratorios. Lo que más nos interesa es compartir resultados para adaptarlos a nuestros problemas locales. Creemos que ante la sociedad jugamos un papel doble, como personas y como diseñadores, pero faltaba que alguien encendiera esa mecha, y ha sido Elisava, que ha conseguido atraer perfiles internacionales. Está previsto constituir una comisión de trabajo para articular acciones concretas a través de la educación en diseño.
China, por ejemplo, existen parques dentro de las universidades donde los abuelos pasean con sus nietos e interactúan con los estudiantes de un modo natural
— El encuentro en Barcelona tendrá continuación en julio en Nueva York.
— Aprovecharemos esta convocatoria de la ONU para dar visibilidad al diseño. Lo importante es que las acciones de este tipo sitúan el diseño en una escala en la que nunca había estado. La intención es también que la Unión Europea responda y se sume a esta alerta.
— Uno de los propósitos hablados en Elisava ha sido el de convertir las escuelas de diseño en agentes de cambio social. Para ello, evidentemente, haría falta una mayor implicación de los centros en la sociedad.
— Igual que es necesario redefinir el concepto de diseño, es imprescindible reformular la profesión y las escuelas, cuyo papel está anticuado. Hay asignaturas que no tienen sentido hoy en día. Debemos estudiar las necesidades actuales y adecuar los planes de estudio, redefinir los contenidos. Uno de los problemas que detecto es que es necesario que las universidades se abran, que se conviertan en un espacio para compartir. En China, por ejemplo, existen parques dentro de las universidades donde los abuelos pasean con sus nietos e interactúan con los estudiantes de un modo natural, como parte de un sistema integrador. Debemos redefinir el espacio y sus funciones. Es imprescindible que el alumno salga del aula y el ciudadano entre, que exista una retroalimentación beneficiosa para conocernos y poder actuar desde una perspectiva cercana y real.
— Para finalizar, quería que me comentaras otra afirmación extraída del encuentro en Barcelona: «El diseño carece de relevancia en el ámbito de la investigación en Europa». ¿Por qué esta rotundidad?
— Porque nadie ha sabido situar al diseño, no tiene un hueco concreto. El diseño está unido a la Cultura y no aparece en sus páginas. Va ligado a la empresa y no aparece en Economía. Y cada vez hay menos apoyo desde las instituciones. ¡Pero si se querían cargar los Premios Nacionales! Pero esta labor de dotar de valor al diseño y buscar su espacio debe partir desde las propias asociaciones de diseñadores. No veo en estos momentos acciones claras en aras de cambiar esta situación, de ahí la importancia del encuentro que tuvo lugar en Barcelona.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 43 de la revista Plaza