Cine

CRÍTICA DE CINE

'The end' y las nuevas ficciones apocalípticas

No importa tanto lo que haya ocurrido, pero sí que nos interesa saber qué recursos podríamos tener a nuestro alcance si ocurriera alguna desgracia a nivel global

VALÈNCIA. Siempre han existido las ficciones apocalípticas, incluso cuando ni siquiera se había inventado el término. Primero en la literatura y después en el cine. Han sido muchas las formas en las que se ha destruido nuestro planeta, desde catástrofes naturales hasta invasiones alienígenas, pasando por los zombies o las distopías ecológicas. 

 

Sin embargo, después de la pandemia de coronavirus, en la que vivimos prácticamente dentro de un relato de ciencia ficción, se ha producido un cambio de sensibilidad al respecto.

 

Ahora, de lo que se trataría es de sobrevivir en un mundo en ruinas. No importa tanto lo que haya ocurrido, porque ya sabemos que una pequeña mutación puede cambiarlo todo, pero sí que nos interesa saber qué recursos podríamos tener a nuestro alcance si ocurriera alguna desgracia a nivel global. 

 

Así, por ejemplo, en The Last of Us lo de menos son los infectados y lo verdaderamente importante son los personajes y cómo van consiguiendo salvarse de las diferentes pruebas a las que tendrán que enfrentarse, muchas de ellas, las más difíciles de hecho, los enfrentarán a la propia naturaleza humana. 

 

Esto es algo que también encontramos en El Eternauta, la mítica historieta escrita por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López que ha sido adaptada por Netflix en una serie protagonizada por Ricardo Darín. Este cómic se adelantaría a todas esas ideas que hemos comentado ya desde los años 50. Sí, estamos en un mundo mortal, hay nieve que mata y los extraterrestres vienen a invadirnos, pero, lo que importa es el trayecto de cada personaje y los vínculos que se crean entre ellos ante el desastre. En definitiva, el héroe no sería individual, sino casi un ente colectivo. 

 

Ahora llega a los cines una propuesta curiosa. La dirige el estadounidense Joshua Oppenheimer y es su primera película de ficción, ya que hasta ahora se había dedicado a componer documentales sobre otros tipos de mal y horror, como los genocidios en The Act of Killing y La mirada del silencio.

 

The End es, en ese sentido, una obra diferente, no solo dentro de su filmografía, sino también por su propia (y única) naturaleza: es un musical sobre una familia (la última de la Tierra) que vive en una especie de búnker veinte años después de que se hubiera acabado del mundo… por su culpa. 

 

De nuevo, no importa lo que ocurrió, sino la forma en la que se aborda un relato sobre un matrimonio (interpretado por Tilda Swinton y Michael Shannon) que vive de espaldas a la realidad y ha construido un mundo aparentemente perfecto junto a su hijo (George Mackay), que no sabe lo que hicieron sus progenitores, como tampoco espectador. 

 

 

El director opta por un elemento inusual para contar esta historia, la del musical clásico, de forma que las piezas cantadas le otorgan una atmósfera todavía más irreal de lo que ya está impregnada, con esa casa repleta de obras de arte que la matriarca se encargó de rescatar y que cuida de una manera obsesiva. 

 

The End es una fábula de lo más oscura sobre la condición humana, sobre la culpa y el peso de la memoria y conjuga de una forma de lo más arriesgada ese sentimiento de desorientación sistémica dentro del mundo en el que vivimos. 

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