Inés Arrimadas está aprovechando la crisis del coronavirus para devolver a Ciudadanos a su espacio natural: un centro desde el que poder pactar a derecha e izquierda. Con apenas diez diputados ha logrado más de lo que consiguió Rivera con 57. La pregunta es si será suficiente para reflotar el partido
VALÈNCIA.-Las sucesivas Elecciones Generales de 2019 sirvieron para evidenciar el empate (en abril empate en votos, y en noviembre en escaños) entre los dos grandes bloques ideológicos, izquierda y derecha. La explicación de que finalmente se llevase el gato al agua la izquierda en la investidura reside en que solo ellos pueden aspirar al apoyo, o al menos a la abstención, de los partidos nacionalistas (singularmente, los nacionalistas vascos y catalanes). Porque la derecha, dividida en tres, rivaliza en sus manifestaciones de agresividad ante cualquier amenaza a la unión uniforme de España. Así que los amenazados, si apuestan por alguien, siempre es por el PSOE y Unidas Podemos (lo cual le da a este bloque, como es obvio, una enorme ventaja estratégica).
Sin embargo, la homogeneidad entre bloques no implica que los componentes de cada uno se haya mantenido también en los mismos guarismos a lo largo del año. Bien al contrario, los grandes movimientos electorales entre abril y noviembre se dieron dentro de cada bloque, y sobre todo en el campo de la derecha: entre unas elecciones y otras este bloque ganó apenas cuatro diputados, pero dos de estos partidos (PP y Vox) obtuvieron nada menos que 51 escaños más, mientras que el otro, Ciudadanos, perdía 47.
Con ese descenso, el liderazgo de Albert Rivera en Ciudadanos quedó definitivamente amortizado. Su apuesta de vetar a los socialistas y competir por la hegemonía en el electorado conservador estuvo a punto de triunfar en abril, pero luego comenzó a desinflarse en los siguientes comicios de mayo (elecciones municipales, autonómicas y europeas), para hundirse por completo en noviembre. Así que la gran pregunta que cabía hacerse a partir de entonces y tras la dimisión de Rivera era: ¿Tiene futuro Ciudadanos? Y, de ser así, ¿cuál?
Casi todo el mundo tenía asumido que Inés Arrimadas representaba la continuidad del proyecto de Albert Rivera y que los cambios, de haberlos, serían mínimos. Arrimadas había seguido nítidamente a Rivera, sin despegarse ni un milímetro, en todas sus apuestas estratégicas, y en particular en ese mismo año 2019. En marzo de 2020, en plena eclosión de la pandemia (el 8 de marzo, una semana antes de que se declarase el estado de alarma), alcanzó la presidencia de Ciudadanos como fiel representante del continuismo. Y ese continuismo implicaba hacerle una oposición al Gobierno que rivalizase con la del PP, continuando así la política de bloques.
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