VALÈNCIA. En estos días en los que ya se confirma eso de que el winter is coming es inevitable buscar las mil y una formas de calentarse el corazón. Y qué mejor manera de hacerlo que a base de mojitos, arroz, frijoles, yuca y salsa, mucha salsa, pero de la de bailar. Que ya lo dijo Celia Cruz a voz en grito, “azúuucar”. El primero que pare, pierde.
Supongo que tener cuñada cubana suma un punto extra en estos menesteres pero el caso es que llevábamos un tiempo, largo, queriendo probar el Salsavana, esa taberna cubana que, a pesar de pasar sin pena ni gloria, casi desapercibida, entre tanto bar, café, restaurante y gente it, lleva ya aguantando toda una vida en Ruzafa. ¿Será señal de algo? Catemos, pues, tantos años no pueden estar equivocados.
Una cosa es evidente, en este local prácticamente la inmensa mayoría de comensales que llenan sus mesas son latinoamericanos. Ya lo decía mi cuñada. “Cada vez que tengo morriña de la Habana, voy al Salsavana porque es el único sitio donde la comida me sabe como en casa”. Cubanos, dominicanos, colombianos, venezolanos, jóvenes, mayores, grupos de amigos, parejas ´intergeneracionales` y todos con muy buen rollo, charlando en la barra, riendo y sin limitador de decibelios.