semana de la Mujer  en la Universitat de ValÈncia

Cocineras y periodistas: la desigualdad también se cuece en el mundo de la gastronomía

Una vez me dijeron que a través de la gastronomía se podía hacer política, tenía tan solo 18 años y aunque admiraba mucho al líder del equipo no terminaba de verlo.

| 08/03/2022 | 6 min, 12 seg
Poco después, un cliente pasado de cava se despidió de mí con una gran palmada en mi trasero. Era camarera y estaba trabajando, no supe qué hacer, cómo actuar, me quedé petrificada y muda. Este fue mi despertar ante un mundo muy masculinizado para el que nadie me había preparado.

Esta es la semana de la Mujer y en la Universitat de València, concretamente el Aula de Gastronomía decidió subir al escenario a “Cuineres i periodistes amb nom de dona”, tres grandes cocineras y tres periodistas gastronómicas hablando alto y claro. Entrevistadas por Maje Martínez, asesora gastronómica y coordinadas por Eva Máñez, fotoperiodista.

 ¿Qué pasa cuando se ofrece un espacio libre de tabúes y prejuicios?

La vinculación de las mujeres con la cocina viene de lejos, explicaba Maje que “los hombres llegan a la gastronomía porque la cocina empieza a tener audiencia”. Se refiere a que coincidiendo justo con el momento en que las cocinas empezaban a tener esa profesionalización y reconocimiento de preguntar quién es el cocinero, era el hombre quien recogía los méritos y las mujeres, aunque talentosas, quedaban en segundo plano. El mundo laboral y formativo siempre ha sido más accesible para los hombres, y las mujeres quedaban relegadas ante la imposibilidad de conciliar.

En este sentido, Alejandra Herrador chef de Atalaya evidencia que “es más complicado ser líder, ser joven y ser mujer”. Ella comparte dirección con Emanuel Carlucci, su pareja, quien se cogió la baja por paternidad durante unos meses y algunos proveedores se fueron sin cobrar porque no se atrevieron a pasarle las facturas. Siempre se dirigen a Emanuel para pedidos y facturas. Alejandra lo atribuye, sobre todo,  a la generación, “la gente mayor se dirige a los hombres pero mi equipo que es joven no hace distinción”. Begoña Rodrigo chef de La Salita, reivindica que debemos saber poner límites, “las mujeres podemos ir solas” y anima a dirigir nuestros propios proyectos  sin miedo a relegar a los hombres a puestos de menos liderazgo.


La periodista gastronómica y coordinadora de Guía Hedonista, Paula Pons, aludió a Begoña Rodrigo precisamente por ser pionera de la revolución silenciosa de los horarios en restauración para compatibilizar la vida profesional con la privada. Además de apuntar a la necesidad de que bares y restaurantes que no juegan en la liga de la alta gastronomía también se vinculen a pequeños productores y de proximidad, reivindicó que las mujeres deben dar un paso al frente, exponerse más y en el caso de las periodistas, no solo colaborar en medios gastronómicos sino también dirigirlos. 

La gastronomía ha acabado tintándose de este “corporativismo masculinizado y las mujeres nos acostumbramos a ese rol” seguía Maje. Tanto es así, que en las organizaciones de ponencias y eventos gastronómicos se observa una gran diferencia entre las chefs y los cocineros, aunque siempre hay excepciones. Evidencia que mientras ellos se preocupan de los focos, de la foto y la parte mediática, ellas llegan dispuestas a ayudar con lo que haga falta para que el evento salga bien, solas y sin equipo, lo que dificulta atender a prensa. Asegura que las mujeres se suelen mostrar más preocupadas e inseguras ante las cámaras, “no es nuestro espacio, ellas están en la cocina y les cuesta comunicar”.


María José Martínez chef de Lienzo se sintió muy aludida y confiesa no ser amante de las fotos, o que en la mayoría de casos, llega directa del restaurante y no está lo suficientemente preparada. “He sido súper crítica conmigo misma” cosa que empezó a cambiar cuando observó la seguridad de los demás, aún así afirma que las mujeres invierten el doble de esfuerzo. Y asegura que lo de no invertir en comunicación ya es cosa del pasado. “La gran diferencia es que las cosas que hacemos las mujeres las hacemos por amor, sin esperar nada a cambio”, este compromiso se traduce en poner en valor la cadena y así se ha convertido en embajadora de los apicultores.

“La gran diferencia es que las cosas que hacemos las mujeres las hacemos por amor, sin esperar nada a cambio”

La inseguridad de la mujer ante un sector tan masculinizado también sale de las cocinas, se adentra en las mesas y en la pluma. Almudena Ortuño periodista gastronómica en Las Provincias evidenció situaciones de mansplaning que ha vivido toda la vida sin saber lo que era, comentarios tan recurrentes como paternalistas que incluso llegó a normalizar. El mansplaning son comentarios explicativos de un hombre hacia una mujer de forma paternalista, presuponiendo que ella no sabe.

Llegaron a desacreditar su gusto personal sobre un vino delante de toda la mesa, agitando la copa delante de ella y explicando porqué ese hombre pensaba que ese vino sí era bueno. “Venimos de una crítica gastronómica muy adoctrinadora, muy masculinizada, y las nuevas generaciones escribimos distinto” relata que lo que visibilizan de su trabajo es únicamente que escribe bonito sin contar el esfuerzo para sacar un tema, o la calidad de las fuentes, por ejemplo. “Estás dejando de ser la niña bonita de la gastronomía y ahora estás empezando a ser periodista” fue el último comentario que escuchó Almudena en boca de un cocinero quien justificó su comentario por la juventud de la periodista a pesar de llevar 12 años ejerciendo.


Ante estas situaciones, Marina Vega, periodista gastronómica freelance para Guía Hedonista, Guía Repsol, Traveler y Gastroactitud, arrojó luz, o mejor dicho, sororidad. Apoyo entre mujeres y solidaridad con el fin de acompañarnos y no competir ni generar envidias, respetarnos y conseguir el objetivo común de dar visibilidad a la mujer. Anima a alzar la voz, “desde el inicio la solución fue no callarme, no silenciar el malestar ante estas situaciones”. Y crear diálogo para visibilizar no solo a las cocineras sino a todas esas mujeres que componen la red. Marina finalizó declarando el concepto de ecofeminismo como respuesta para alcanzar la justicia ante la excesiva explotación del sector y de la naturaleza, es una corriente social que aúna el feminismo y la ecología porque asocia la subordinación de la mujer con la sobreexplotación del planeta.

Como dice María José las mujeres lo hacen todo con amor y a conciencia son líderes, profesionales, también madres, hijas, jóvenes o no tanto, periodistas, cocineras, pero sobre todo luchadoras y resilientes. Cada vez hay más escenarios a los que se sube la mujer, ahora solo falta que las personas quieran escuchar. La mesa está dispuesta, hagamos política de la buena.

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