VALÈNCIA. Empecemos por el final. Estamos a punto de apagar la grabadora, tras nuestra conversación con Manuel Garrido y Paula Pérez i de Lanuza, representantes de la Associació de Professionals de la Il·lustració Valenciana (APIV), cuando nos piden añadir una cosa. “Espera, espera”. Qué será. “En Baba Kamo cobra todo el mundo". Aunque este es el final de la conversación, bien podría ser el principio, una declaración de intenciones capicúa que resume su renovado proyecto para la asociación, un enfoque que busca hilar cada vez más fino en la defensa de los derechos de los profesionales del sector y poner todo al rojo en sus acciones de cara a la galería. Vayamos por partes. Ni Manuel ni Paula son presidentes de la entidad, una figura que, en la práctica, no existe. Con la salida de Miguel Ángel Giner Bou se generó una nueva estructura interna horizontal, “una transición lógica del modelo que teníamos antes”, con la que crear una base en la que “nadie sea imprescindible”. Otro de los cambios fue la evolución nominativa de la entidad, que dejaba de ser “de València” para alcanzar todo el territorio autonómico y, además, apostaba por una marca inclusiva, tras haber firmado el Pacto valenciano contra la violencia machista.
Con las presentaciones hechas, ahora toca despejar la siguiente incógnita, ¿qué es Baba Kamo? "Notábamos la carencia de una feria del libro especializada. Esto se nos fue yendo poco a poco de las manos…”, explica Garrido. Baba Kamo es un festival y feria del libro ilustrado generado por APIV y la Fundació FULL, un evento que tomará el próximo 14, 15 y 16 de diciembre el claustro del Centre del Carme y que nace con la ambición de convertirse en el espacio de referencia anual para este sector. No se trata de generar competencia a la Fira del Llibre, que reúne a un buen puñado de librerías, ni a Tenderete, especializado en fanzines y autoedición, sino de ocupar un espacio en el mercado que, parece, tiene un hambriento público esperando. Para muestra, un botón. Esta misma semana Paco Roca ponía a la venta El tesoro del Cisne Negro, con una tirada de 20.000 ejemplares a la que se sumará en apenas unos días otra de 10.000. Casi nada. La feria nace con la ambición de consolidarse como la cita anual del libro ilustrado en València, un punto de encuentro de editoriales que despachen aquellos títulos que “tradicionalmente no se encuentran en librerías”. Y esto es solo principio.
En la tierra de Baba Kamo, nombre del país ficticio de donde proviene Kembo, el león creado por Carlos Pérez y Miguel Calatayud, no solo cabe la feria desde un punto de vista clásico, sino que la oferta se completa con la exposición colectiva Babalunga i Kamolongos, talleres y conferencias a cargo de profesionales como Ana Penyas o Media Vaca, una jornada de formación al profesorado en colaboración con el CEFIRE Específico de Plurilingüismo o una batalla de ilustradores en directo. La identidad gráfica del evento ha sido creada por estudio Yinsen, en colaboración con la propia Penyas, que ha ilustrado el primer cartel del evento. La autora valenciana viene, además, avalada por el Premio Nacional de Cómic, que ha ganado este año por Estamos todas bien. “La tradición de la ilustración es fuerte, de hecho he perdido la cuenta de premios nacionales de ilustración o cómic”, indica Paula Pérez.
Efectivamente, lo de Penyas no es un caso aislado. Este mismo año Media Vaca recibía el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, mientras que Paula Bonet era galardonada con una de las distinciones de la Generalitat por el 9 d'Octubre. De igual forma, premios como los Ciutat de València incluían por primera vez este año la categoría de novela gráfica, que ganaba Núria Tamarit. Esto se suma a la buena salud de espacios privados como Pepita Lumier o Estudio 64 o a la mayor sensibilidad de los centros expositivos tradicionales. Si bien la inclusión de la ilustración en la programación museística contaba con precedentes como el del MuVIM (Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat), ahora parece haberse asentado en distintas instituciones valencianas. Al coqueteo del museo provincial se suman otros espacios como el Centre del Carme o el IVAM (Institut Valencià d’Art Modern), que propone para 2019 una exposición de Paco Roca, o La Nau, que actualmente acoge Ocultes i il·lustrades. Creixement i èxit de les il·lustradores a València.
"Esta parte de los premios está muy bien, porque catapulta muchas trayectorias, pero yo creo que una gran parte del cambio que hay en este sentido es la contratación no puntual, sino más normalizada", indica Pérez. Efectivamente, el momento dulce está, una visibilidad mayor que no puede diluir las urgencias de la profesión.
Baba Kamo supone el pilar principal -al menos, de cara al público- de una asociación que busca concentrar esfuerzos y, al tiempo, hacer fuerte a la profesión. “Detectamos que la asociación estaba haciendo demasiadas actividades y muchas de las que se hacían pertenecían al sector de la gestión cultural más que la defensa de los derechos pura y dura”, explica Garrido. Si bien la divulgación de su trabajo e, incluso, su relación con la administración pública ha mejorado, las urgencias están vinculadas hacia una precarización del sector que no va al ritmo de su mayor presencia pública.
-Manuel Garrido: En un momento en el que la visibilidad de la profesión es mayor, es cuando más hay que cuidar por los derechos, porque se siguen dando festivales y exposiciones donde los ilustradores e ilustradoras no cobran por su trabajo. Se sigue dando que o se firman contratos por escrito... las condiciones son las mismas.
-Paula Pérez: O incluso puede empeorar. No ha cambiado nada a nivel estructural en la profesión en el sentido de que continuamos estando enmarcados en la Ley de propiedad intelectual, continuamos siendo una actividad exenta de IVA, que es algo que no tiene claro todo el mundo, no vendemos nuestro trabajo sino que cedemos los derechos. El ABC continua siendo el mismo, pero la evolución sigue siendo hacia la precarización.
Como en tantos otros sectores, esperan el desarrollo del Estatuto del Artista -“del autor”, como lo llama Garrido- como agua de mayo. Bajo este paraguas se incluyen numerosas modificaciones fiscales y legislativas con las que se busca reflejar la realidad de los creadores y frenar la precarización, un documento creado en colaboración con representantes de distintos sectores, siendo la Federación de Asociaciones de Ilustradores Profesionales (FADIP) la voz de su sector. Aprobado por unanimidad en el Congreso de los Diputados, el Estatuto recoge 80 medidas, entre las cuales se incluye la compatibilidad entre prestaciones por jubilación e ingresos por derechos de autor, un proyecto ambicioso que plantea modificar tres leyes: la de IRPF, de Autónomos y de Enjuiciamiento Civil. “Que [la cuota de autónomo] sea proporcional, es fundamental. Sin ello es muy difícil profesionalizar tanto en este sector como en otros. También es importante la cuestión de la jubilación y cobrar derechos de obras que ya has hecho, lo que puede dar en situaciones conflictivas, de incompatibilidad con la pensión. Que pueden ser cifras ridículas”, explica Paula Pérez.
Con la nueva legislatura, el acercamiento de la administración pública tanto a APIV como a la ADCV (Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana) y ComunitAD (Empreses de Comunicació Publicitària de la Comunitat Valenciana), parecía poner el fin a la desafección entre unos y otros. Llegaba la era de la llamada a proyecto. El modelo busca poner fin a los concursos especulativos, por los que la administración abre un proceso de recepción de trabajos ya finalizados sobre los que elige un ‘ganador’, que finalmente cobra. En el caso de la llamada a proyecto, se presentan los portfolios, sin un trabajo desarrollado, de los que se elige uno que finalmente se encarga del proyecto. Aunque este modelo supuso una clara mejora en la relación de la administración con los profesionales, proceso para el que estos últimos fueron consultados, lo cierto es que no se siente como final de trayecto. Hace apenas unos días, Vicente Vañó, director del festival La Lluna, organizado por La Lluna, respondía así en una entrevista con Cultur Plaza: “Es una fórmula que da algo de transparencia a las contrataciones y que permite atajar una mala praxis que se venía practicando durante mucho tiempo, los concursos especulativos. Ahora bien, entender que esta fórmula es la ideal para que la administración contrate, dista mucho de la realidad”.
En similares términos se expresan los ilustradores, que esperan una evolución del sistema tanto en la inclusión de nuevos mecanismos como en la mejora de los ya existentes. “Parece que la llamada a proyecto es la manera más ética y transparente y no siempre es así, no es la panacea. En muchos casos en la mejor manera, en otros no. encargos directos son igualmente lícitos”, explica Paula Pérez. El Ayuntamiento de Madrid es uno de los espejos donde mirarse, que cuenta con su propio director creativo, Nacho Padilla, aunque no es el único modelo. De hecho, confiesan, no existe el sistema perfecto. Por lo pronto, sugieren mejorar los plazos para la ejecución de proyectos, concretar las aplicaciones de las que va a constar para evitar ‘sorpresas’ y mejorar la dotación económica, “porque muchas veces estamos por debajo del precio de mercado”. “El peligro que tiene es que fijas precios y cualquier administración toma esto como modelo sin estudiar cuáles son las necesidades concretas”, recalcan.
Con la hoja de ruta clara, la Associació de Professionals de la Il·lustració Valenciana continúa echando carbón al motor parar cuidar a los profesionales de un sector históricamente vinculado a la Comunitat Valenciana y que, en tanto que pilar cultural, está dando más que una alegría a esa 'marca València' que se nutre de los éxitos de sus creadores. Por lo pronto, toca comprar un billete de ida al país Baba Kamo.
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