VALENCIA. A poco más de un mes para las elecciones del 26 de junio los nervios comienzan a apoderarse de los distintos partidos políticos que se examinan en la repetición de los comicios. En el ámbito autonómico, las principales formaciones tienen ante la cita con las urnas una nueva toma de temperatura de cuál es su situación al cumplirse el primer aniversario del cambio en el Consell y el rediseño del arco parlamentario.
Así, en este momento, las últimas encuestas también generan cierta confusión. El barómetro del CIS de abril señalaba una caída pronunciada de Podemos y del PP, sensiblemente más suave del PSOE y un descenso notable del respaldo a Compromís. Por otro lado, apuntaba a un ascenso de Ciudadanos y un incremento también destacado de Izquierda Unida.
Unos datos que, no obstante, no tenían en cuenta algunas de las nuevas circunstancias como el acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida, a lo que hay que sumar las confluencias en toda España, incluida la Comunitat Valenciana, con Compromís en este caso.
Al margen de los sondeos, por el momento todo se mueve por las sensaciones de la cúpula de los partidos y los cuadros intermedios. En este sentido, en el ámbito autonómico, las formaciones que ven con mayor preocupación los próximos comicios son PSPV y Ciudadanos.
Uno de los factores que más inquieta es la polarización de la campaña que está comenzando a cristalizar. A un extremo, el PP, con un discurso que señala el "radicalismo" y "comunismo" de la alianza Unidos Podemos. Desde el otro, el tándem conformado por Pablo Iglesias y Alberto Garzón, al que se le unen voces fuertemente mediáticas como Mónica Oltra o Ada Colau a la caza de la hegemonía de esta coalición como referente dentro de la izquierda.
Este tipo de campaña apunta a ser peligrosa para formaciones como PSOE -PSPV en la Comunitat- y Ciudadanos, dado que los extremos y su rechazo suelen generar, a juicio de los expertos, una motivación extra para la movilización. Sin embargo, tanto el partido que lidera Pedro Sánchez como Albert Rivera tienen, fuera de esa polarización, mayores dificultades para tejer argumentos potentes que puedan hacer al electorado moverse de su silla un fin de semana en pleno mes de junio.
En esta línea, no son pocos los que creen -incluidos dirigentes socialistas y de C's en la Comunitat- que el intento de pacto fallido entre ambas formaciones puede haber dejado más expuestos a sus respectivos dirigentes, mientras que PP y Podemos -ahora Unidos Podemos- mantuvieron sus posiciones tras el movimiento Sánchez-Rivera. Una circunstancia que puede llegar a reforzarse ante la citada polarización de la campaña que se está produciendo.
Con este escenario, y situándolo en las peculiaridades valencianas, el PPCV muestra un ánimo -pese a los problemas judiciales- que viene arrastrado desde Madrid, dado que la propia alianza Unidos Podemos le ha ofrecido un discurso en el que se siente cómodo, aunando la unidad de España al miedo a los que califican como radicales o extremistas. En este sentido, Compromís-Podemos-EU se presenta después de haber conseguido un acuerdo que no lograron el pasado 20D: una de las pocas novedades de la nueva convocatoria electoral. Entonces fueron la segunda fuerza y, ahora, los números indican que podría discutirle el primer puesto al PPCV o, al menos, aumentar su distancia con el PSPV. Aunque en política uno más uno no suman siempre dos, en la citada confluencia se percibe un mayor ánimo para encarar la campaña que en otras formaciones.
En cuanto a los socialistas valencianos, las discrepancias entre Ferraz y Blanquerías no invitan a una gran campaña por parte del PSPV, más centrado en el Consell que en esta especie de segunda vuelta de las elecciones generales. Su fallido intento de un pacto para el Senado con Compromís y Podemos por rechazo de Madrid, han dejado un sabor agridulce: aunque se valora el movimiento de su líder, Ximo Puig, también ven alejadas las posibilidades de obtener representación en la Cámara Alta y de recuperar el segundo puesto que perdieron el 20D.
Respecto a Ciudadanos, aunque en crecimiento de afiliación, su estructura autonómica carece de la fuerza necesaria para ser decisiva. Es posiblemente la formación que más dependa del rendimiento nacional general y, en este sentido, la mencionada polarización invita a pensar en un estrechamiento del espacio de la formación naranja, algo que podría trasladarse también a sus resultados en la Comunitat Valenciana.