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la situación de carlos madrid, aún en el aire

Cultura se conforma también este año con la inestabilidad de Cinema Jove

Desde la Conselleria afirman que el camino "está claro" pero justifican la desidia por motivos burocráticos

31/05/2019 - 

VALÈNCIA. La rueda de prensa en la que ayer se presentaron los ciclos paralelos a la sección oficial acabó algo empañada. Después de un par de preguntas de protocolo sobre el contenido, que se ha ido adelantando estas últimas semanas, la prensa ha aprovechado que estaban en la sala los máximos responsables del Cinema Jove por debajo del conseller Vicent Marzà para preguntar por la situación de inestabilidad que el festival lleva arrastrando desde la ya polémica salida de su antiguo director, Rafa Maluenda.

Echando la vista atrás, desde la 31º edición, la organización del festival se ha sumido con cierto caos que siempre ha llevado al límite la capacidad logística. Ese año, la subcontratación de la que dependía la gestión total del festival fue impugnada por la empresa que se encargó desde 2003 hasta 2015 y la justicia obligó a paralizar la organización a tres meses de su celebración. CulturArts encontró una solución de emergencia interna y eso mismo fue lo que les hizo dar el paso de prescindir de Maluenda, tras 17 años en el cargo.

El siguiente paso fue encontrar una nuevo director, que prescindiría -con el nuevo organigrama diseñado por el Institut Valencià de Cultura (IVC) del Botanic- de la condición de alto director, además de dejar de subcontratar una empresa. También se optó por que esta persona no se eligiera a través de un concurso ni se acogiera al Código de Buenas Prácticas, sino que fuera una decisión interna del IVC a partir del proyecto que presentaran personas a las que consultara la propia Administración. El elegido fue Carlos Madrid, que fue nombrado a finales de diciembre de 2016 y pudo celebrar el festival de 2017 con relativa normalidad, a pesar de las dudas sobre la forma de contratación.

De igual manera, mientras la logística andaba estabilizándose por una parte, con el equipo de Madrid, por otra parte, Intervención planteó la duda de la manera con la que se había hecho el nombramiento del nuevo director, lo que provocó que su contrato, en octubre de 2018, no se pudiera prorrogar. Había que encontrar una nueva fórmula.

Foto: ESTRELLA JOVER

Estas disquisiciones previas son importantes para entender la insistente pregunta que una y otra vez hacía la prensa ayer al secretario autonómico de Cultura y Deporte, Albert Girona: ¿hay una solución a esta situación?. Pues por ahora, resuelta no, y aunque hay planes, no hay ni fechas ni concreciones de ningún tipo. La propuesta del Consell podría pasar por aumentar los puestos de alta dirección del IVC, que están determinados como en todos los departamentos de la función pública, por el número de trabajadores. Este aumento serviría para poder escoger con más flexibilidad a las personas responsables de festivales como Sagunt a Escena o Ensems. No se acogerían al Código de Buenas Prácticas, al estar en un segundo escalón de mando, por debajo de los diferentes directores adjuntos. Tampoco cobrarían tanto como se podría suponer de una persona "de alta dirección".

Esta solución para flexibilizar la Contratación Pública, que en efecto ha sido un palo en la rueda en muchas iniciativas culturales de la Comunitat, depende plenamente del Consell y Les Corts. Pero ni el Consell la ha planteado desde 2016 ni Les Corts tienen conocimiento de que haya plan alguno. "Esta legislatura se resolverá", decían sus responsables ayer. Pero otra vez, no hay plazos sino lagrimas en la lluvia.

La solución precaria de este año pasó por contratar, a principios de año, durante un mes y medio, a Carlos Madrid como programador, que fue a diferentes festivales para empezar a diseñar la selección que finalmente está viendo la luz estas semanas. Este contrato se acababa en marzo, cuando la Generalitat resolvió un muy dudoso "concurso abierto". 

Foto: ESTRELLA JOVER

"Hemos podido hacer un concurso abierto en el que se podía presentar diferentes personas y, al final, solo se presentó Carlos Madrid, lo que ha podido dar continuidad al proyecto", comentaba Girona. Pero nada más lejos de la realidad: el concurso, por iniciativa de la Administración y según contó Culturplaza entonces, no tuvo publicidad ni visibilidad en la web del IVC ni en los medios, además de incluir ciertos requisitos tan limitantes como que solo se podían presentar personas que hubieran ostentado la dirección de un festival de cine al menos durante cinco años dentro del periodo de 15 años anteriores a esta convocatoria. Eso limitaba la opción de presentarse en València a un grupo de candidatos muy reducido.

Un festival organizado en cuatro meses en vez de en doce

Desde la Generalitat insistieron igual en su modelo de contratación, tras la salida de Maluenda, cuyo puesto -repitieron- estaba en fraude de ley. "¿Tiene que ser un funcionario el director de Cinema Jove? Creemos que no. ¿Tiene que estar contratado todo el año para organizar el festival, como antes? Creemos que tampoco", comentaba ayer Girona.

Los tiempos de Cinema Jove han sido, habitualmente, los siguientes: se "debería" empezar a organizar en octubre, según palabras del propio Carlos Madrid, empezar la búsqueda de películas en otros festivales (las mayoritarias, o al menos las que suelen acabar en el palmarés), y rodar la logística que tiene más de una semana de derechos de imagen y exhibición, protocolo, prensa, imagen, coloquios, convenios, secciones paralelas... De esta manera, en mayo se podía presentar, sin prisas, la programación completa, realizar el certamen en junio, y cerrar todo el papeleo de la edición entre julio y septiembre, con las vacaciones estivales por medio.

Sabiendo esto, sorprende que desde la conselleria se insista en defender que el director de Cinema Jove tiene que cobrar unos meses de realización, igual como pasa en Sagunt a Escena, pero nunca todo el año. Con la situación actual, entre el mes y medio de programación y los poco menos de tres meses desde que se resolvió el concurso, Carlos Madrid ha estado trabajando cuatro meses en esta edición. "El festival se ha sacado adelante con mucho esfuerzo y mucho trabajo por parte del equipo. El festival no depende solo de mí, sino de un grupo de personas amplio y muy trabajador, al que estoy muy agradecido", comentaba ayer preguntando si esta edición había "salvado los muebles".

Desde conselleria no especificaron cuántos meses calculaban correctos para celebrar un festival. Aunque si el modelo no son doce meses, tampoco lo serían cuatro.

Fecha límite: 31 de diciembre de 2019

No se puede pulsar en qué posición, dentro de la lista de prioridades del nuevo Consell, estará resolver esta situación. Si bien ayer la Administración repitió en varias ocasiones que era una situación a resolver, se conformó con decir que el festival se ha resuelto con normalidad.

Sin embargo, si no se quiere volver a caer en la misma situación que este año, la fecha límite es la dada por Hacienda para el concurso realizado en marzo ya está fijada: 31 de diciembre de 2019. Ese día acabará el contrato de Carlos Madrid otra vez, y la plaza volverá a quedar desierta, a la búsqueda de una solución mejor. En las manos del Consell, que el festival se pueda estabilizar de una vez por todas, después de cuatro años de incertidumbre. Tan solo hace falta papeleo y voluntad.

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