VALENCIA. Como por arte de magia, la red de Metrovalencia ha pasado de tener cuatro cinco líneas -de la 1 a la 6, porque la 2 era una que está inacabada- a tener nueve. Contrariamente a lo que se podría pensar, la multiplicación del suburbano no se ha conseguido con la construcción de nuevos túneles o tranvías. Tampoco con la finalización de los que están a medias y que se pararon hace varios años sin perspectiva. Las cuatro nuevas líneas de Metrovalencia son fruto de una caja de rotuladores.
La consellera de Infraestructuras, Isabel Bonig, presentó este miércoles su plan para Metrovalencia, que incluye algunas novedades como la ampliación de los servicios en épocas del año en que se reducían o la posibilidad de pagar con una tarjeta inteligente. Pero lo más mediático del proyecto es el nuevo mapa zonal de la red. Un plano que reordena los trayectos actuales, dividiéndolos por origen y destino dándoles una numeración individual. Es decir, una línea que antes tenía dos destinos finales distintos, se convierte en dos líneas.
Solo hay un tramo con cuatro nuevas estaciones, si bien no estará en funcionamiento hasta dentro de unos meses. Se trata de la prolongación de la red hasta Ribarroja, un proyecto que ha estado paralizado durante años pese a que se prometió en su día que se realizaría pronto. Ahora la intención es inaugurarlo antes de las elecciones de 2015. Pero más allá de ese tramo, nada.
La línea 2 (que ahora pierde su numeración) que debía unir el barrio de Natzaret con el centro de la ciudad pasando por la Ciudad de las Artes y las Ciencias y por Russafa y que tiene tramos del túnel y del tranvía en superficie casi finalizados no se acabará. Seguirá siendo una línea fantasma, susceptible de inundarse y ser aprovechada para hacer piraguismo.
Dice una máxima política. "Cuando no tengas dinero, legisla". Eso es lo que ha hecho Isabel Bonig durante este mandato. Pero tras cambiar todo el corpus legislativo dependiente de su conselleria y dado que sigue sin haber dinero, Bonig ha optado por darle una mano de pintura al mapa del metro.

Crear cuatro cuatro líneas nuevas sin poner prácticamente ni una traviesa es una proeza. Pero el mapa del metro que viene dista mucho aún del que presentó en septiembre de 2006 el entonces director general de Transportes (ahora de Obras Públicas, Proyectos Urbanos y Vivienda), Vicente Dómine.
La Conselleria de Infraestructuras anunciaba el proyecto de una línea de metro que daría servicio, en superficie, a L'Horta Sud. Más de 30 paradas en 16 poblaciones. Tuvieron que echar mano de una caja de rotuladores de las grandes ante tanto colorín. De aquello, ni rastro, claro.
En resumen, más allá de los colores y del número de líneas, lo importante es el servicio que se presta. Y fuera de la vertiente política, lo cierto es que los responsables de Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV), operadora pública del metro, han puesto en marcha algunas medidas positivas, como recuperar algunas frecuencias que con la crisis se perdieron o la tarjeta monedero. El cambio de la numeración de las líneas y su división obedece, dicen, a peticiones de los usuarios para que la red sea más entendible. Todo con el fin de dejar de perder usuarios y recuperarlos. Veremos.