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tribuna libre / OPINIÓN

Dana y sociedad valenciana

Foto: JORGE GIL/EP
10/01/2025 - 

El 29 de octubre de 2024 tuvo lugar la peor catástrofe natural que hemos vivido, en nuestra ciudad, los que tenemos 60 años o menos. Dos meses y medio después, con algo de distancia, me gustaría compartir algunas reflexiones sobre lo ocurrido, más allá del dolor, y poniendo el énfasis en la repercusión internacional del hecho. 

En este sentido, hay dos cuestiones que destacan sobre el resto: 

La primera, positiva, es la admirable solidaridad mostrada por los voluntarios, unánimemente destacada en los medios, y que, se puede resumir en un video entrañable que circulaba en su momento por redes sociales donde una pareja mayor agradecía el trabajo de los voluntarios “que habían venido de todos los rincones” y que “en una tarde, habían limpiado de barro lo que, sin su ayuda, hubiéramos tardado nosotros mínimo quince días”. Gran parte de estos voluntarios eran gente joven contradiciendo un axioma de las viejas generaciones por el cual “los jóvenes de hoy en día no quieren trabajar y solo se preocupan por pasarlo bien”. 

Este tema por si solo daría para un artículo de opinión entero pero lo que si parece adivinarse es que muchos jóvenes no quieren, como sus padres, pasar 40-50 horas a la semana trabajando por un sueldo insuficiente lo que, bien mirado, no me parece una mala filosofía de vida. Lo que parece claro, en cualquier caso, es que, le pese a quien le pese, el futuro pertenece a los jóvenes y no a los jubilados, autores de muchos de estos comentarios críticos con la juventud.

La segunda conclusión, quizás la más relevante, es la penosa imagen que las instituciones valencianas, y españolas, ofrecieron al mundo. Siendo portada de los principales diarios y televisiones internacionales resultaba difícil de explicar a los conocidos extranjeros el drama humano causado por la negligencia de algunos que hizo que, en un país desarrollado con un PIB per cápita de más de 30.000 €, se dejara morir a 224 personas, muchas de ellas porque fueron a buscar su coche al garaje…

Durante esos días, recibimos todos los valencianos numerosas muestras de solidaridad y, hablando sobre lo ocurrido, una amiga austriaca me señalo el hecho de que pocas semanas antes había habido en Austria fuertes inundaciones, no tan grandes como la Dana que arrasó Valencia, pero sí importantes, pero que, sin embargo, los servicios de alerta funcionaron perfectamente y cientos de personas fueron evacuadas para evitar desgracias mayores. La pregunta es: ¿por qué se hizo en Austria y no en Valencia? 

Sobre esto se ha hablado largo y tendido y en la distancia sigue siendo especialmente doloroso comprobar como el president de la Generalitat siguió con su agenda en El Ventorro como si nada pasara, delegando en la consellera de Interior que, todo parece indicar, tenía grandes dificultades a la hora de tomar decisiones. 

Mi conclusión es que no se querían tomar decisiones drásticas porque, pese a las alertas, no pensaban que fuera a pasar nada. Prueba de ello son las criticas del president Mazón a las universidades públicas por suspender las clases a causa de la alerta o, más grave aún, las burlas de la felizmente cesada exconsellera Montes, que en 2018, como secretaria de Hosbec, publicaba un tuit en el que señalaba que “después de una alerta en la que han caído dos o tres gotas, no me extraña que dentro de unas horas nos declaren la alerta por tsunami si ven dos o tres olitas en el mar”. Macabro ¿no? 

Pero qué decir de alguien que, con esa falsa asertividad típica de secretario de asociación empresarial, que confunde la vehemencia con la razón, se atrevía a afirmar sin empacho, las ventajas del cambio climático para la temporada turística, “la industria de la felicidad”, y que protagonizó el bochornoso video donde, con una falta de humanidad que le retrata, hizo las ya famosas declaraciones dirigidas a los familiares de las víctimas que, a la postre, le costaron el puesto. 

Pero no quiero centrar las criticas solo en el gobierno de la Generalitat, principal responsable porque las competencias eran suyas, ni tampoco decir, como algunos, que todo lo que se ha hecho desde la Generalitat ha estado mal. 

Desde el Gobierno central y, salvando la impecable actuación de la delegada del Gobierno Pilar Bernabé, tampoco se hicieron bien las cosas. Como bien lo expresó el escritor Santiago Posteguillo, durante días, los afectados se vieron inatendidos viviéndose situaciones dantescas, y ahí, el gobierno central tenia que haber actuado  de forma inmediata desplegando los efectivos necesarios y pese a que ello hubiera supuesto un conflicto de competencias con la Generalitat. Porque las víctimas eran lo primero. 

Y a Mazón, pese al reproche generalizado de no haber dimitido por su vergonzosa actuación el dia de la DANA y su patética campechanía “No me llames President, llámame Carlos” con videos en Instagram cocinando paellas o comprando empanadillas, hay que reconocerle que reaccionó bien nombrando a un independiente con imagen de buen gestor como el general Gan Pampols, y que eligiera como sustituta de la consellera Montes a alguien con un perfil empático y dialogante como es el caso de la nueva consellera Marián Cano

En cualquier caso, la critica a las instituciones se puede hacer extensiva también a la sociedad civil valenciana que clama ante la falta de coordinación de sus autoridades. Venga me voy a atrever. ¿Es de recibo que al principal empresario de la Comunidad y uno de los principales de España, admirable como empresario, formador y mecenas, se le vea en un video mandando “a la puta calle” a unos jóvenes que le reprochaban, con razón o sin ella, el comportamiento de su empresa, Mercadona, el día de la Dana? 

O ¿no produce vergüenza ajena que todo un presidente de la CEV salga en defensa, en declaraciones a este medio, a la anteriormente citada exconsellera Montes porque fue la única que pidió perdón? Por cierto, si uno repasa el vídeo se puede ver que al final del mismo  reitera “su perdón a todos vosotros” en lugar de su petición de perdón. Para llorar ¿es que viendo la que estaba cayendo ninguno de sus asesores podía haber repasado el video antes de publicarlo? En fin, todo muy revelador...

Pero ¿qué se puede esperar de una sociedad donde reputados abogados, militares o empresarios publican en chats privados mensajes, desde Valencia, Madrid, Alcazar de San Juan o Sevilla, en los que se hace apología del franquismo y/o se incita al odio cuando no se hacen arengas directamente filonazis y se descalifica e insulta al que protesta o se rebela llegando incluso a expulsársele  del chat sin que el resto de participantes proteste?

Ha habido otra consecuencia inmediata de la DANA y es que, en las semanas posteriores a la misma, Valencia ciudad sufrió un bajón importantísimo en el número de turistas lo que provocó la alarma inmediata del sector hostelero y turístico que, después de haberse forrado en los meses y años anteriores veía como se desplomaban las ventas.

La población de la ciudad de Valencia ha crecido, según los dstos del INE mas de un 4% entre 2022 y 2024, siendo buena parte de este incremento consecuencia del sector turístico cuyos empleados cuentan con sueldos muy por debajo de la media. El problema es que hemos creado una ciudad que, mirándose en el espejo de otras zonas de la Comunitat, esta abonada al monocultivo turístico  -“la industria de la felicidad”- con el turismo masivo de cruceros y vuelos low cost como bandera y la empresa pública Visit Valencia de palmero de la patronal turística Hosbec. 

Un sector, recordemos, de bajísimo valor añadido y altos efectos colaterales y que, no me cansare de repetirlo, basa sus ganancias en el atractivo de la ciudad en su conjunto, que es propiedad de todos y no en el de los hoteles y restaurantes. 

Me diran vds. que mis comentarios anteriores son opinables, o como digo yo siempre, que en la vida hay hechos y percepciones y que la tribuna, hasta ahora, entra en el capítulo de las percepciones donde cada uno puede tener las suyas. Déjenme entonces que para terminar les aporte algún dato. 

EL PIB per cápita de la Comunidad Valenciana era en 1993 de aproximadamente 9.850 € habiendo pasado en 2023, ultimo dato proporcionado por el INE a 26.453 €. Mientras, Galicia, por citar un ejemplo que conozco bien y que no vive del monocultivo turístico, ha pasado en estos 30 años de algo mas de 8.000 € a los 28.644 € de 2023, superando a la Comunitat.  

Por no citar a Austria, donde si funcionaron los servicios de previsión de inundaciones, y que obviamente no vive tampoco del monocultivo turístico cuyo PIB per cápita supera los 50.000 €. 

Mientras, la sociedad valenciana y sus autoridades sigan en brazos del monopolio turístico difícilmente remontaremos el vuelo y cuando queramos darnos cuenta del error ya será demasiado tarde.

Jaime Palafox es consultor agroalimentario y experto evaluador para la UE. Trabajo durante mas de 25 años en la Federacion Española de Industrias de Alimentacion y Bebidas (FIAB)

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