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AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

De la Primavera Árabe al Invierno yihadista

Las sociedades evolucionan en el tiempo en procesos en donde las revoluciones actúan como inevitables enfermedades que atacan al cuerpo social, y cuando se superan supone un salto evolutivo positivo, pero en ocasiones fracasan y les hace retroceder en la Historia, así está ocurriendo en algunos países del MENA (Médium East and North África)

16/01/2016 - 

Se cumplen cinco años de la revueltas que convulsionaron al mundo musulmán, cuyas primeras grandes manifestaciones tuvieron lugar en enero del 2011, y que fueron denominadas con excesivo optimismo, y una perspectiva ciertamente occidental, como revoluciones democráticas o simplemente primaveras árabes, haciendo paralelismos con aquella primavera de Praga de 1968 en la que los Checoslovacos intentaron, sin lograrlo, liberarse del yugo comunista soviético.

Cuando hablamos de estos convulsos eventos, usamos las anteriores denominaciones desde una perspectiva cronológica y cultural (casi en términos Huntingtonianos), pues las causas así como sus consecuencias han sido muy distintas, en algunos casos países con un índice de estabilidad en 2010 como Libia parejo a España es hoy en día un estado en situación fallida. Por otra parte, estados que habían tenido un gran desarrollo y que casi mueren de éxito han logrado estabilizarse como es el caso del país de los faraones.

La chispa que desencadena todo ocurre en enero de 2011 al morir un vendedor ambulante en Túnez, que provoca tales desordenes que lleva al presidente Ben Alí a dimitir el 14 de enero, induciendo una reacción en cadena en Egipto, Yemen, Jordania, Líbano Siria, etc.

En todas estas revueltas, tan diferentes entre sí, existen dos elementos presentes, una crisis económica que afecta sobre todo a la juventud y a sus expectativas de vida, y otro, la corrupción de sus élites además de su falta de legitimidad (democrática para unos o islámica para otros), y como en otras revoluciones son aprovechados por los antisistema para socavar el orden establecido, sustituyéndolo por el suyo, que en la mayoría de los casos es más intolerante, ya saben que muchos llegan para rescatar a personas o a sociedades enteras, y de libertadores pasan a ser liberticidas, ¿les suena de algo verdad?

Respecto a las consecuencias de estas protestas, y utilizando casi técnicas de análisis de Operaciones basadas en efectos (EBO Effects-Based Operations), podríamos agruparlas en torno a dos resultados extremos, desde una perspectiva de estabilidad y gobernanza (con cambios de régimen en algún momento), dejando de lado a los que simplemente ha habido cambios de gobierno y/o promesas de reformas como Jordania o Kuwait.

Estabilidad y cambio

Un primer grupo sería Libia, Siria o Yemen, que han desembocado en conflictos bélicos, de naturaleza civil con características de guerras hibridas y un gran componente de terrorismo Yihadista, existiendo dos factores, uno interno y otro externo, que han facilitado la llegada del desorden y la violencia total. Inicialmente el componente nacional sería que estos países tienen unas sociedades muy fragmentadas por su complejidad étnico-tribal/religiosa que en lugar de anhelar el interés general de la nación/país han pretendido defender o mejorar el status quo de cada grupo en contra de los demás. En segundo lugar, el factor internacional, por la vital injerencia extranjera ejecutada mediante una clara intervención, ya sea armada, logística o financiera.

En segundo lugar Túnez o Egipto, estados en los que se ha producido un cambio de régimen pero mantienen un cierto equilibrio entre las diferentes fuerzas nacionales presentes. En estos países después de gobiernos islámicos, se ha producido una especie de reacción termidoriana, volviendo las aguas a su cauce previo, en el primer caso democráticamente y en el otro mediante un golpe de estado, y continúan su propio camino en la evolución de la sociedad, aunque eso sí amenazados por los continuos ataques del terrorismo Yihadista.

Para los europeos como efectos colaterales de esas primaveras árabes hemos venido experimentando dos, por una parte la presión migratoria (sólo en 2015 más de un millón de teóricos refugiados) con la consiguiente crisis institucional de la EU por la falta de previsión/prevención y la falta de una reacción conjunta eficaz, y por otra los ataques terroristas, el 9N en Paris por ejemplo, que unido a los casos agresiones sexuales en ciudades centroeuropeas, están poniendo en jaque a los servicios de seguridad europeos.

En España, donde el Yihadismo está entre las 10 primeras preocupaciones de los españoles según el CIS, esta amenaza está siendo controlada gracias al esfuerzo de los miles de agentes de las FCSE, bajo la magnífica dirección, en el caso de la Guardia Civil, del DAO General Cardiel (gran acierto de su Dtor. Gral. mantenerlo aunque fuera nombrado por el anterior gobierno y prolongarle el tiempo de servicio) y en el caso de la Policía por su Dtor. General Ignacio Cosidó que ha sabido avanzar hacia una policía más moderna cada vez y de mayor calidad y profesionalidad si cabe, logrando que en España exista un equilibrio entre Libertad y Seguridad, nunca palabras antagónicas sino complementarias en un Estado de Derecho y de régimen de Libertades.

A modo de conclusión, y resumiendo mucho, desde la perspectiva que nos dan estos cinco años, es que muchas de las sociedades musulmanas donde se produjo esta primavera árabe (inicio del título del artículo) están igual o peor que antes, además existe un gran beneficiado, el terrorismo Yihadista del DAESH o ISIS, nueva marca del integrismo islámico violento (en sustitución de Al-Qaeda), y que es el principal actor internacional desestabilizador llevando la muerte y destrucción por el mundo. Por ello concluye el título Invierno Yihadista.

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