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De Twitter a Planeta. Los hilos de tuiter que parecen verdad

Artefactos. Los tuits son literatura en la medida en que los artefactos lo son. Piezas directas al corazón del lector. Aforismos encadenados. Medias verdades que esconden una planificación exacta. Mentiras que parecen verdad durante unas pocas horas

18/06/2018 - 

VALÈNCIA. El 2 de junio, Mr. Brightside alertó en su cuenta de Twitter de un hallazgo del que debía avisar a la policía. Según contaba, había estado revisando un tuit de condolencia de un chico hacia su amigo fallecido (porque aquel chico le parecía mono) y, tras interesarse por el suceso, había acabado descubriendo que en realidad se había cometido un asesinato y que el asesino era el mismo que mandaba las condolencias

En la era de la procastinación, este aviso de Mr. Brightside saltó de cuenta en cuenta, a través de un sinfín de retuits. Y de este modo, miles de personas pulsaron sobre la foto y el mensaje, y comenzaron a deslizar la vista hacia los siguientes tuits, colocados en cascada, para devorar de qué manera el protagonista había descubierto al asesino

Una fotografía manipulada, un tatuaje que no se refleja en el espejo, un reloj que marca las 5.55 de la mañana, la noticia de un periódico, el logo de una camiseta y una serie de personajes que mantienen una escasa pero elocuente actividad en tuiter fueron las diferentes pistas que hacían avanzar el relato. Elementos que Mr. Brightside iba hilando y comentando para construir sus hipótesis, confirmarlas y refutarlas hasta concluir con que aquel chico no había sufrido un accidente, sino que había sido asesinado por una truculenta historia de amor.

A medida que el usuario iba publicando los tuits, cada vez más gente contestaba o preguntaba, se sorprendía o mencionaba aquella acusación manifestando su perplejidad. La bola de nieve iba cogiendo volumen y velocidad. Y cuando la historia estuvo completa , aquella delación programada se convirtió en un auténtico cuento acabado. Por suerte, al día siguiente Mr. Brightside reveló que todo aquello era un invento, que nadie había muerto y que los muchachos de la fotografía habían sido los cómplices de una historia inventada. 

A esas alturas, muchos tuiteros ya habían apostado por el fake. Y muchos otros, ansiosos o resentidos, se apuntaron al fake una vez desvelado el misterio. Y es que el autor había sido capaz de encajar todas las estrategias de la novela negra o policial (pistas, conjeturas, suspense, giros inesperados...) en una cadena narrativa perfectamente trabada.

De Twitter a Planeta

“Ando de vacaciones desde hace un par de días, en un hotel cerca de la playa. Iba todo bien hasta que han comenzado a suceder cosas raras”. Así comenzaba la historia de las vacaciones extrañas de Manuel Bartual, exdibujante de El Jueves, el verano pasado. 

Como muchos veraneantes (o incluso desestacionalizados) acostumbran a hacer, Bartual se convirtió en cronista de su propia vida y sus propias vacaciones. Pero esta vez decidió contar los acontecimientos y circunstancias inexplicables que se iba encontrando en la playa, en el hotel, en el baño... y que le hacían cuestionarse su propia personalidad. En un claro ejemplo de doppelganger o de desdoblamiento de personalidad, esa delicia psicológica que encantara a los románticos del siglo XIX (de E.T.A. Hoffmann a Pardo Bazán), Manel Bartual jugaba con la posibilidad de que el lector pensara que estaba asistiendo a un brote piscótico en directo

Cuando todo ha acabado, la historia cobra sentido y adquiere evidencias desde el principio. Pero el hecho de que tuiter nos convierta en narradores en primera persona y nos ofrezca la posibilidad de enseñar los simulacros de nuestra vida a diario resulta el gancho perfecto para el lector, pues el formato, el soporte y los usos de las redes sociales apuntan siempre a una veracidad incuestionable. Y este fue el verdadero núcleo del ‘engaño’. Como si fuera un mockumentary, o un falso documental, pero esta vez a través de lo más inmediato: nuestro móvil, nuestro teclado, entre noticia y noticia, entre moción de censura y dimisión acelerada. 

El éxito de Bartual fue tal que Planeta sus followers se multiplicaron, numerosos artículos de verano explicaron el caso e incluso le propusieron entrevistas para resolver los enigmas de tal acción. Ante el eco mediático, la editorial Planeta le ofreció publicar El otro Manuel, el desarrollo de esa historia viral que recorrió las pantallas de todo el país. En ella, precisamente el autor o el narrador (o quien sea) jugaba con su personalidad, con la verosimilitud y sobre todo con la referencia de aquella historia veraniega completamente falsa y perfectamente enigmática.

¿Y eso es literatura?

Aquí radica la gran pregunta: ¿y es eso literatura? Hay una pregunta aún más cruel: ¿todo lo que salta al libro y no es verdad es literario? Sin duda, los autores han aprovechado estrategias narrativas que encontramos en las novelas de suspense, o en narraciones del género policial, que mantienen al lector pegado a la página, junto con una combinación feroz de realidad. Es la búsqueda constante que realiza la ficción en busca de la verosimilitud, de la apariencia de realidad. Es la enésima vuelta de tuerca de los autores para parecer creíbles y para hacer que sus historias parezcan verdad. Nada que reprocharles. Solo que esta vez, el autor tuvo que salir a desmentirlo. 

Podemos estar de acuerdo con todos estos planteamientos, pero lo cierto es que el encanto de la literatura dura como un cuento, como un microcuento o como un artefacto. Un artefacto, como los de Nicanor Parra en la poesía chilena, en el que reconocemos la poesía o el cuento como género, pero que opta deliberadamente por el shock, por el quiebre de expectativas o por la explosión del sentido. Tiene algo de farsa que va más allá del mero cuento. Tiene algo de efectista. Que hay cuentos que son farsas o que son efectistas, pero pueden existir cuentos que no lo sean. En este caso, estas narraciones están encaminadas a producir ese desconcierto, no tanto a engatusar con una ficción honesta. 

Artefactos. Los tuits son literatura en la medida en que los artefactos lo son. Piezas directas al corazón del lector. Aforismos encadenados. Medias verdades que esconden una planificación exacta. Mentiras que parecen verdad durante unas pocas horas.

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