Made in cv / Diego Mir

«Me encantaría ver más diseñadores implicados en proyectos sociales»

11/08/2018 - 

VALÈNCIA.- Diego Mir (València, 1979) desarrolla su trabajo entre dos aguas: el diseño gráfico y la ilustración. Mir, a quien no le importa ser etiquetado por un labor muy vinculada con movimientos sociales, apuesta en su día a día por la inclusión del humor como herramienta básica para generar empatía con el lector.

— Tu trabajo se basa en la eficiencia y economía de recursos. ¿Se trata de un proceso consciente de reduccionismo?

— Llegar a soluciones donde deseas contar lo máximo con un mínimo de recursos no es algo intencionado. Surge por mi formación, por los referentes profesionales y por mi paso por Estudio Ibán Ramón. No tengo nada en contra de los profesionales que realizan proyectos muy ornamentados pero yo soy incapaz de tomar ese camino.

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— El humor es un componente habitual en tu trabajo. ¿Es un elemento presente en tu vida personal que trasladas al ámbito profesional? ¿Qué aporta?

— Siempre que el proyecto lo permita intento incluirlo. No hay un arma más poderosa que el humor, que al mismo tiempo me parece una actividad extremadamente intelectual. Además, hay pocas cosas que generen más empatía que el humor, y que sirvan al mismo tiempo para agitar mentes.

— Tengo la impresión de que a veces se descarta por los propios diseñadores porque ven su actividad como algo muy serio.

— Puede ser. Quizás los diseñadores nos tomemos nuestro trabajo muy en serio, en efecto. Pero también es cierto que no todos los encargos permiten este enfoque. Encontrar el tono adecuado en ocasiones es muy difícil.

— Tu trabajo se estructura en una doble vertiente. Por un lado, la ilustración; por otro, el diseño gráfico.

— Si tuviera que decidir entre una u otra actividad me costaría muchísimo. Quizá me siento más seguro en el ámbito de la ilustración. Las herramientas son diferentes en cada caso y si hablamos de tipografía, es el área donde me siento más lejano de mi zona de confort.

— Pero has desarrollado proyectos basados en tipografía.

— Constantemente. Pero me cuesta más la toma de decisiones. En ilustración, por ejemplo, cuando resuelvo un encargo, antes de enviarlo al cliente, generalmente sé que funciona. En el caso de la tipografía me cuesta más llegar a esa misma conclusión; me supone más tiempo, más dudas.

— ¿De dónde surge tu interés por la tipografía?

— No te voy a mentir. Al inicio de mis estudios la tipografía no suscitaba ningún interés. Con el paso del tiempo aprendes a valorarla. Además, como diseñador, simplemente no puedo permitirme sentir desinterés por la tipografía.

— La ilustración y el diseño son vasos comunicantes.

— Hay procesos a través de los que me doy cuenta de que cuando ilustro, diseño. Y cuando diseño, ilustro. Pero no sé si se trata de actividades necesariamente complementarias. Hay ocasiones en las que estoy ilustrando y lo hago mediante criterios de geometría, repetición, economía de recursos o alineación de elementos. Y al contrario, estoy desarrollando un proyecto de diseño y me apoyo en la ilustración. Un área contamina a la otra. No sé hacerlo de otra manera.

— A lo largo de tu trayectoria has desarrollado proyectos con un componente de reivindicación social.

— En primer lugar, el término «diseño social» siempre me ha parecido redundante. El diseño es comunicación y, por tanto, es social. Otra cosa es que hablemos de proyectos encaminados a mover determinados aspectos de la sociedad. Me han etiquetado ahí y estoy encantado. Pero no lo he buscado. Surge por la necesidad propia de posicionarme ante injusticias sociales y tratar de poner mi granito de arena para cambiar esa situación. Mi manera de expresar mi opinión es a través de la ilustración o el diseño. 

— El diseñador no puede desligarse de su condición de ciudadano.

— Ni el diseñador ni nadie. Parece que los profesionales del diseño tenemos cierta responsabilidad ‘especial’ porque, por lo visto, influimos en la mentalidad de la gente, como si fuéramos celebridades. Es cierto que cuando diseñamos, intentamos que nuestro mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible; especialmente cuando hablamos de proyectos con un componente reivindicativo. Sin embargo, en el mundo del arte y la creatividad vivimos una época en la que expresar nuestra opinión se ha convertido en deporte de riesgo.

— ¿Debería existir un mayor vínculo entre movimientos sociales, ilustración y diseño?

— Creo que lo hay. Aunque supongo que podría incrementarse y sería maravilloso. Siempre hay causas en las que los diseñadores podríamos colaborar. Me gustaría ver a más compañeros implicados en este tipo de proyectos. Yo mismo soy consciente de que hay muchas causas que he ignorado y lo lamento.

— A propósito de implicación, colaboras frecuentemente con el colectivo Per l’Horta.

— Llevaba mucho tiempo siguiendo sus pasos y siempre pensé que me gustaría poder colaborar con ellos. Dídac Ballester contactó conmigo porque buscaban un ilustrador para intervenir en un muro en el Forn de Barraca, una alquería de Alboraia pegada a la autovía V-21. El colectivo quería alertar sobre las consecuencias de la ampliación de la autovía para la huerta de València y la gente que vive de ella. Este proyecto fue el inicio de una colaboración que ha continuado con la tipografía Horta Font, un cartel reclamando la aprobación de la Llei d’Horta o una futura baraja de cartas, idea original de Tomás Gorria, que es lo que tenemos ahora entre manos.

— ¿Por qué no has realizado proyectos de ilustración publicitaria?

— Ni lo he buscado ni ha surgido; es un área que no me llama la atención en absoluto. Pero desde luego, si me llegara un proyecto de este tipo, lo valoraría. Uno, con los años, acaba haciendo de todo.

— En cambio, estás desarrollando bastantes proyectos institucionales.

— He establecido una buena relación con la Regidoria d’Igualtat i Polítiques Inclusives de l’Ajuntament de València, y estoy muy contento porque creo que en su ámbito de trabajo, en legislaturas anteriores, tenía las manos atadas y la entrada del nuevo Govern ha supuesto un revulsivo. Además, creo que entienden la importancia de contar con el diseño como pieza de su estrategia, valoran el trabajo del diseñador y quieren crear con él un vínculo profesional a largo plazo para dotar de identidad propia a las actividades de la Regidoria.

— Por último, trabajas de forma habitual en prensa escrita. ¿Has apreciado un cambio en la valoración de los medios hacia el trabajo de los ilustradores?

— Partimos de la base de que es un sector bastante exigente, de agilidad mental, en el que los proyectos deben ser resueltos de forma inmediata. Me consta que hoy en día se cobra menos que hace unos años y por eso puedo afirmar que se nos trata peor. Eso sí, hay excepciones y yo me considero un privilegiado porque he logrado hacerme un nombre y me llegan bastantes encargos, lo que no significa que estén bien retribuidos por lo general.  

* Este artículo se publicó en el número 46 de la revista  Plaza

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