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de cómo fallaron los sistemas de control en la emt de valència

Disección de la inoperancia: un escándalo de cuatro millones de euros

20/10/2019 - 

VALÈNCIA. Cuatro directivos, un banco, cuatro millones de euros robados y un plan de control que no funcionó. Es el esquemático resumen de una estafa inédita en València, que este septiembre afectó a la EMT y cuya autoría se desconoce por el momento. Pero mientras se desarrolla la investigación judicial, la política no ha hecho más que empezar en la comisión de trabajo que se reunirá en la compañía municipal este 30 de octubre para tomar declaraciones por primera vez.

El propósito: dilucidar si habitualmente se cumplían los protocolos establecidos y detectar dónde se produjeron los fallos en los sistemas de control. Aunque, en realidad, la empresa que dirige el concejal de Movilidad Giuseppe Grezzi, y cuya gerencia ostenta Josep Enric García, insiste una y otra vez en culpar de saltarse los protocolos a la que fuera jefa de Administración, Celia Zafra -despedida fulminantemente- y a la entidad bancaria que permitió las transferencias, Caixabank.

Una consideración que tiene sustento en la documentación de la que se dispone por el momento pero que no exime a la empresa de contar con unos reglamentos que, por ejemplo, no dejen recaer en un mismo empleado más de una función: en septiembre, más de una tarea de control fue asumida Zafra, de manera que los cortafuegos establecidos no fueron eficaces.

Incumplimiento inevitable de los protocolos

Y es que, septiembre fue un mes de condiciones excepcionales en la empresa pública: tanto el gerente, Josep Enric García, como la directiva situada en el escalón inferior, la jefa de Gestión, María Rayón, estaban inoperativos. Uno estaba de viaje -aunque, según fuentes internas, volvió en la primera mitad de septiembre-, y Rayón se encontraba de baja maternal. 

Por debajo en el organigrama se situaban dos directivas que sí estaban trabajando: la directora de Finanzas, Esmeralda Aparisi, y en el cuarto escalón, la mencionada jefa de Administración, Celia Zafra, quien presuntamente fue engañada por los estafadores. Estos suplantaron la identidad de Grezzi y de un supuesto abogado de Deloitte para convencerla de suscribir una carta de confidencialidad y tramitar los pagos para la compra de una empresa en China a dos cuentas situadas en Hong Kong sin pedir la supervisión de sus jefes.


Según el informe que hizo a posteriori la empresa y que publicó Valencia Plaza, Zafra era quien recibía las facturas, debía entregarlas a Rayón, dos escalones por encima de ella, para que diera el visto bueno. Más tarde, eran Rayón y el gerente, García, quienes debían ejecutar los pagos mediante su firma digital en la banca online

Nada de esto ocurrió: Zafra envió la firma de sus dos superiores a los estafadores, que firmaron las órdenes de pago con las rúbricas falsificadas, rebotadas por la propia Zafra al banco. Este, a partir de los PDF, tramitó los pagos, sin cumplir con la obligatoriedad de proceder con la firma digital. Todos estos movimientos fueron, según arguye la empresa, inevitables, dado que la trabajadora y el banco se habrían saltado los mencionados protocolos.

Lagunas evitables en los protocolos

"Es como si en una casa llena de cámaras, abres la puerta al ladrón", explicaban fuentes municipales con intención pedagógica. No obstante, el examen de los planes de control del pago a los proveedores deja algunas lagunas fundamentales.

Una de ellas habla de la acumulación de funciones en situaciones excepcionales, como fue esta. Y es que hay un tercer paso en el control: el de la conciliación bancaria, que consiste en comparar el saldo bancario con los datos de tesorería con los registros que lleva la empresa. Esto, según la EMT, se hacía de forma diaria y recaía en subalternos de la empleada que tramitó los pagos, Celia Zafra. No obstante, en este período, tampoco estos estaban trabajando, y la función era asumida por la misma Zafra.

El presidente de la EMT, Giuseppe Grezzi, y el gerente de la empresa, Josep Enric García. Foto: KIKE TABERNER

De este modo, en el mes de septiembre, era ella la encargada de preparar los pagos -que no de ejecutarlos-, pero también de realizar las comprobaciones. Y consecuentemente, al ser la misma persona la que llevó a cabo los tres pasos -dos que le atribuía el protocolo y uno que no- nadie reparó en los ocho gastos irregulares que se hicieron entre el 3 y el 20 de septiembre y que ascendieron a una media de 500.000 euros.

Máxime teniendo en cuenta otra circunstancia añadida: había una directiva que, siempre a juzgar por los protocolos examinados de la EMT, no tenía ninguna función en el control de los pagos, pese a ser la jefa de Finanzas, Esmeralda Aparisi, situada justo por encima de la mencionada Zafra. Así, estando el gerente, la jefa de Gestión y los responsables de la conciliación ausentes, Aparisi no intervenía en ningún paso del protocolo.


Pero septiembre, al parecer, fue un mes de lagunas. El día 17 de septiembre, una semana antes de que el banco, Caixabank, alertara al gerente de los pagos irregulares a China, la directiva que estaba de baja, María Rayón, fue informada al respecto. La entidad bancaria empezó a poner en copia a la directiva en aquellos correos que enviaba a Zafra. 

Sin embargo, Rayón se encontraba de baja maternal, por lo que no tenía por qué estar pendiente del correo electrónico. Todas sus funciones -excepto una- fueron asumidas por un "equipo" de empleados, según explicó esta semana el presidente de la empresa, Giuseppe Grezzi, si bien no quiso responder a la prensa la inevitable pregunta: ¿Quién se encontraba en este equipo?

Sede de la EMT. Foto: VP.

La función que no delegó Rayón fue la de la firma en la banca online. "Continuaba asumiendo la tarea de firmar online las transferencias porque eso está vinculado al DNI. Además, delegó todas las tareas de tesorería a su equipo pero mantuvo la firma mancomunada para que nadie hiciera ninguna transferencia con sus claves", explicó al respecto. Una revelación que, ciertamente, más allá de constituir una posible irregularidad en términos de legislación laboral, no podría haber ayudado a evitar el fraude.

La comisión de trabajo deberá arrojar más luz sobre el caso y esclarecer, más allá de la responsabilidad de Zafra y del banco, por qué los procedimientos de control permitían estas lagunas, y a quién se atribuye la responsabilidad en este sentido. También si la independencia con la que actuaba Zafra y la naturalidad con la que la entidad bancaria tramitaba los pagos fuera del protocolo era un proceder común o, por contra, un hecho aislado y motivado por las presiones de los estafadores.

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