Dos corrientes claras en la entidad medirán sus fuerzas la semana que viene. El resultado puede significar la intervención y retirada de licencia de la sociedad privada
VALÈNCIA. La SGAE está viviendo uno de los momentos más cruciales de su vida, si no el que más. La entidad, que cumpliría 120 años el año que viene, está asomada al precipicio, y si se tira, será de manera voluntaria. Todo depende de la votación por la modificación de los estatutos que se ya se está realizando en las preasambleas territoriales y que se resolverá en la asamblea general extraordinaria del próximo 27 de diciembre. La tensión interna ha estado acercando a este punto a la sociedad privada, que vive desde la detención en 2011 de su presidente de entonces Teddy Bautista, su época más convulsa. Corrupción, desvío de dinero, polémicas en el reparto de beneficios y la guinda de todo (resumen en realidad de todo lo anterior) ha sido el caso conocido como la rueda.
Setrata de un sistema ideado por las televisiones nacionales, que han creado editoriales con las que cobrar derechos de autor y recibir así parte del dinero que se gastan en pagar los mismos. Consiguen que autores (algunos reconocidos, otros de muy limitado prestigio) hagan canciones que registran a través de la editorial de la televisión. Suelen ser canciones fáciles, incluso pequeñas modificaciones de obras clásicas, lo mínimo requerido para que se consideren canciones nuevas y no versiones. Luego, se graban en directo y se emiten para audiencias minúsculas en la franja de madrugada de las grandes cadenas que antes emitían teletienda o programas de casino. Esto hace que las televisiones sean pagadores y cobradores a la vez, algo que afecta directamente sobre el reparto global y merma los ingresos de los autores y editoriales ajenas a este sistema (es decir, la inmensa mayoría de los asociados y asociadas). En los últimos años la rueda ha supuesto másde la mitad de los ingresos por la música en televisión de la SGAE.
Esta práctica, conocida por todo el sector desde hacía años, saltó públicamente en 2013 y desde entonces las luchas internas de la sociedad se han recrudecidohasta la situación actual. Desde entonces han pasado cinco años y el mismo número de presidentes, dos veces de manera interina. Hay dos grandes grupos enfrentados: las editoriales de las televisiones y los artistas de la rueda, y las multinacionales y autores más perjudicados por estesistema. A pocos días de la votación de la nueva junta directiva, resuelta hace apenas unas semanas, el segundo grupo decidió retirar sus candidaturas ante las“sucesivas irregularidades” del presidente en funciones José Miguel Fernández Sastrón. El resultado fue una participación bajo mínimos, una dirección copada por los defensores de la rueda que no llegó siquiera a cubrir todos los puestos habituales y la acusación de ilegitimidad de esta por parte de sus detractores.
Con todo este panorama, al Ministerio de Cultura, ahora liderado por José Guirao, no le ha faltado tiempo para recordar a la SGAE que el Gobierno tiene el poder para intervenir la sociedad e incluso para retirarle la licencia, provocando la desaparición de la entidad. La votación del próximo jueves 27 pone encima de lamesa la aprobación o negativa de los nuevos estatutos y la ratificación del reparto de ingresos este año, que aún beneficiaría a los autores y editorialesde la rueda. Si gana el sí, podría entenderse como un gesto de cierta confianza hacia la nueva directiva y una victoria para las editoriales de las televisiones; si gana el no, se da por supuesto la intervención del Ministerio. La batalla está más viva que nunca y las dos grandes corrientes intentan ganar la batalla mediática previa al resultado.
Ayer por la tarde se celebró la preasamblea en la sede de la SGAE en València, además de una reunión con el presidente de la entidad por la mañana. Los ánimos entre los socios valencianos están enrarecidos, y preguntados por este diario sobre su posición ante el conflicto, todos destacan la delicadeza que precisa el momento. Por una parte, desde los editores han remitido un comunicado en el que explican “de una manera muy clara y contundente”. En efecto, al texto se le pueden pedir pocos matices: “las propuestas emanan de una Junta Directiva que no reconocemos como legítima”, “los Estatutos propuestos están llenos de medias verdades y falsedades y pretenden perpetuar la rueda” o “la SGAE sigue incumpliendo los requerimientos del Ministerio de Justicia y de la CISAC” son frases textuales sacadas del comunicado de la AEDEM, la Asociación Española de Editores de Música. De paso, advierten a sus asociados y asociadas de que en la liquidación de diciembre se verá de nuevo "que un porcentaje de al menos el 50% de las cantidades enviadas a reparto irán a remunerar a las obras que se emiten de madrugada, obras con una audiencia inferior al 1%”, posicionándose así claramente en el no. Preguntados cómo verían la intervención de la entidad por parte del Ministerio, insisten ensu negativa porque “estaríamos refrendando el cáncer que está matando a nuestra entidad” y esperan “que el Ministerio sepa que el socio no tolerará a la rueda” y cuentan con que este “sabrá tomar las medidas oportunas para que los autores y editores no queden desprotegidos”, esperando así que la SGAE retome “la senda correcta”.
Entre los autores valencianos, hay más matices. Por ejemplo, el que propone Pep Llopis, compositor y presidente del Consejo Territorial de la SGAE en València, que insiste en dejar claro que no se quiere decantar públicamente por ninguna opción: “vivimos momentos muy convulsos, donde el entendimiento está muy lejos de darse. El problema de la rueda es grave, pero Ministerio en los últimos tiempos se ha puesto muy pejiguero, y creo que si nos intervienen se creará más incertidumbre”. Por otra parte, Juan Luis Mira (dramaturgo, y por tanto, algo más distante con el conflicto de la rueda) opina:“hay instalado un derrotismo y un pesimismo en la SGAE que no le hace ningún bien” y su posición “no va a ser contraria a seguir intentando construir una solución desde dentro”, porque no hay que olvidar que “la entidad se tiene que reformular desde cero”.
Ayer en la preasamblea de València las corrientes parecieron acercarse, y, según cuentan varias fuentes asistentes a la reunión, no hubo tanta tensión y los matices sobre las propuestas realizadas inclinó la balanza entre los asistentes. Sin embargo, queda mucha gente por votar y toda esta historia ha enseñado que prever no sirve de mucho.
Las tres posiciones recogidas por Cultur Plaza antes de la reunión muestran que entre las multinacionales y las editoriales de la rueda hay todo un término medio de creadores que están divididos entre hacer borrón y cuenta nueva, con la incertidumbre que eso crea, o de tripas corazón, con la ingenua esperanza de que cualquier tiempo pasado en la SGAE quede como peor.