VALÈNCIA. El doctor Vicente Guillem, jefe de Servicio de Oncología Médica de la Fundación Instituto Valenciano de Oncología (IVO) ha vuelto a su despacho con muchos apuntes, ideas y reflexiones tras participar un año más en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (Asco, por sus siglas en inglés), el congreso de referencia a nivel internacional, donde anualmente se presentan los avances más importantes en el abordaje del cáncer, y que por segundo año consecutivo ha sido virtual debido a la pandemia. «Aunque todavía quedan áreas con muchas incertidumbres y preguntas, cada año estamos viendo grandes avances que nos hacen ser optimistas de cara al futuro. Cada día, los oncólogos disponemos de mejores medios, tecnológicos y terapéuticos para ayudarnos en la toma decisiones, así como biomarcadores moleculares que predicen la respuesta o la resistencia a un tratamiento, y ayudan a elegir entre los diferentes fármacos disponibles o el momento óptimo para cada tipo de tratamiento».
El doctor Guillem destaca que en el congreso de Asco se ha vuelto a demostrar que la investigación progresa y a una gran velocidad. «Cada vez conocemos mejor los distintos cánceres, tenemos más información sobre los mecanismos implicados en su desarrollo y se van dando grandes pasos para su tratamiento, lo cual se traduce en beneficios tanto en el pronóstico como en la calidad de vida de los pacientes».
¿Qué destacaría de lo que se ha hablado en Asco?
Si hablamos a nivel general yo destacaría que nos encaminamos a una medicina personalizada. Administrar el tratamiento adecuado para el paciente adecuado en el momento adecuado. ¿Cómo? Gracias a estudios genómicos previos que nos permiten la clasificación de muchos tipos de cánceres en subgrupos pronósticos y terapéuticos y eso nos ayude a decidir cuál es el mejor tratamiento. Por ejemplo, hoy en día no podemos hablar solo de cáncer de mama, sino de cuál de los cuatro subgrupos (luminal A y B, HER 2 y Triple negativo) que solo coinciden en el órgano (la mama) donde se desarrollan. La evolución, pronóstico y tratamiento es diferente dependiendo del tipo. Y lo mismo ocurre con el cáncer de pulmón, por ejemplo, que tiene 15 subgrupos diferentes, con diferentes tratamientos. Por ello, hoy en día, tratar este tipo de tumores sin un estudio genómico que permita saber cuál es el mejor tratamiento para ese paciente concreto me parece una mala praxis.
Además, hay que destacar los avances en el desarrollo de fármacos contra dianas moleculares capaces de bloquear el desarrollo del cáncer, y de fármacos inmunoterapicos, capaces de potenciar las defensas del propio organismo para luchar contra la enfermedad. La inmunoterapia, que comenzó a aplicarse en el melanoma hace cinco o seis años, está demostrando una eficacia muy elevada en muchos tipos de cáncer, como pulmón, riñón, cabeza y cuello, esófago y vejiga, entre otros. Esto sin duda está introduciendo cambios significativos en la práctica clínica.
En Asco se habló de la desescalada terapéutica, ¿qué significa?
La desescalada terapéutica consiste en administrar el mínimo tratamiento posible sin perder eficacia, con lo que se gana en disminuir la toxicidad de los tratamientos. Por ejemplo, podemos saber qué tumores de mama necesitan quimioterapia y cuáles no a través de un test biológico o genómico. Con él detectamos el riesgo de recaída. Si es bajo podemos tratar a la paciente con un fármaco hormonal sin necesidad de acudir a la quimioterapia. Mejorando la calidad de vida de la paciente. ¡Ojo! No quiero decir con esto que la quimioterapia vaya a desaparecer. La quimioterapia sigue siendo importante para el tratamiento del cáncer, pero ahora ya no es la única solución y, en algunos casos, va a quedar apartada.
¿Qué investigaciones le llamaron la atención?
Es difícil seleccionar entre las mas de 10.000 presentaciones, ten presente que en la plataforma habían más de 50 salas simultáneas donde se presentaban los principales estudios de todo tipo de tumores y había muchos trabajos reseñables.
En general, uno de los aspectos destacables es fue la gran cantidad de estudios presentados donde se evidenciaba el beneficio de la inmunoterapia en muchos tumores. Por ejemplo, en cáncer de riñón se han presentado varios estudios que han aportado nuevas estrategias de tratamiento o consolidado los excelentes resultados de la inmunoterapia en este tumor. Uno de los problemas de los pacientes con cáncer renal es que presentan un alto riesgo de recidiva tras la cirugía (nefrectomía). El estudio Fase III KEYNOTE-564 ha sido el primer estudio en demostrar que añadir un fármaco inmunoterápico (Pembrolizumab) tras la cirugía aumentaba la supervivencia de los pacientes, consiguiendo reducir el riesgo de recidiva tumoral en un 32%.
En cáncer de próstata se presentaron unos prometedores resultados de un nuevo radiofármaco. El estudio Fase III (VISION) evaluó la eficacia de añadir lutecio al tratamiento estándar en pacientes con cáncer de próstata metastásico que habían progresado a tratamientos previos y se observó que mejoraba la supervivencia global en un 20%.
También se presentaron varios estudios sobre el tratamiento de cáncer de pulmón, donde combinando quimioterapia e inmunoterapia aumentaba la supervivencia. Lo mismo ocurre en el tratamiento del cáncer epidermoide de esófago, donde se demostró que la combinación de inmunoterapia y quimioterapia es más eficaz que el tratamiento estándar con quimioterapia sola en términos de supervivencia.
O, por ejemplo, en temas de medicina de precisión se han presentado resultados muy interesantes en pacientes con cáncer de mama con mutaciones en línea germinal de BRCA 1 y BRCA2. Un estudio evaluaba la eficacia del fármaco olaparib adyuvante frente a placebo en pacientes con cáncer de mama localizado HER2-negativo con mutaciones germinales de BRCA1/2 de alto riesgo de recaída tras cirugía y quimioterapia neoadyuvante o adyuvante. El estudio resultó positivo para la rama de olaparib en términos de supervivencia libre de enfermedad invasiva (SLEI) así como de supervivencia libre de recaída a distancia (SLRD) configurando al tratamiento con olaparib como un nuevo estándar de tratamiento en esta indicación.
En Asco también se habló de la importancia de prestar atención a la calidad de vida de los pacientes.
Este aspecto cada día es más importante. Estamos desarrollando tratamientos que son más eficaces, menos tóxicos y con menos efectos secundarios, para que alteren lo menos posible la calidad de vida de los pacientes. En el congreso se presentó un estudio sobre la toxicidad de las terapias hormonales en las pacientes con cáncer de mama y como repercutían en la calidad de vida. Me pareció un gran estudio porque habitualmente los oncólogos solemos decir que es un tratamiento que se tolera bien y que no tiene efectos secundarios importantes. Sin embargo, el estudio puso de manifiesto que las alteraciones que provocaban como alteraciones sexuales (falta de deseo, sequedad de mucosa vaginal), psicológicas, dolores osteomusculares, cefaleas, etc., si que afectan la calidad de vida de las pacientes. El problema es que en muchas ocasiones ni el medico pregunta adecuadamente ni las pacientes lo cuentan. Y el estudio resaltó y demostró que con la participación de las mujeres en las decisiones de modificar la dosis o cambiar los fármacos eso se puede solucionar y mejorar la calidad de vida de esas mujeres de una manera significativa.
¿Y por dónde pasa el futuro de los tratamientos contra el cáncer?
Sin ninguna duda por el control molecular, tanto a nivel de tratamientos como a nivel de prevención. El desarrollo de la innovación tecnológica, como la secuenciaciónn masiva de próxima generación (test NGS), nos brindaran la capacidad de identificar dianas moleculares y desarrollar programas de prevención y tratamientos específicos que aumentaran las posibilidades de curación de estos pacientes.