Desayunar o merendar aquí te pone de buen humor
Cada vez que traspaso la puerta de Dulce de Leche, me pongo nerviosa. Se me acelera el pulso al ver esas tartas, los alfajores, el merengue que corona las tartaletas. Soy golosa. Mucho. Muchísimo. Y este sitio me pierde. Experimento una sensación que debe ser parecida a la que se sufre con el síndrome de abstinencia. Intento decantarme por una opción algo más healthy y me pido alguno de esos zumos de fruta y una tostada de pan de verdad con aguacate. A veces cae algún cruasán de chocolate, pero siempre me quedo con ganas de más.
Me gusta ir sola, sentarme cerca de la cristalera de la calle Jesús y ver como transcurre la vida en el barrio. Es un pequeño lujo que me doy de vez en cuando. Con este son cuatro los locales que tienen en Valencia. Les va bien y con razón. Me alegro.