En un alarde de adultez, dejamos de lado la regresión a la infancia implícita en la mona de Pascua para consagrarnos en la búsqueda exhaustiva de los mejores panquemaos y tortas de pasas y nueces de la ciudad
Hoy no se hablará de Alberic. No es por faltar al respeto a la villa de laRibera Alta, pero tras una intensa y glucémica Pascua, hemos conseguido dar con sublimes panquemaos y fastuosas tortas de pasas y nueces sin movernos del cap i casal.
Horno y Pastelería Vicente Raimundo
c/Ángel Guimerá, 58. Valencia. Extramurs.
Ese eje de vibrante valencianidad que es la línea imaginaria entre el Bar Rausell y el horno Raimundo. Ese eje. Enfrente de una de las mejores barras de la ciudad, en la línea fronteriza de la no suficientemente reivindicada zona de La Petxina - Arrancapins, nos topamos con el casi centenario horno regentado por Vicente Raimundo y Beatriz Mora, que para corroborar la tesis de lo valenciano, dotan a sus panquemaos y tortas de pasas y nueces de una generosa e inusual cantidad de agua de azahar. Además del particular aroma, es peculiar la masa abizcochada de ambos productos, que se acerca a la textura de una coca de llanda. En caso de duda entre las dos viandas, el panquemao destaca notablemente por encima de su rival con frutos secos.
Horno y Pastelería Alfonso Martinez
c/Ercilla, 17. Valencia. El Mercat.
Un antes y un después. Una de esas sorpresas inesperadas que nos reserva la vida. Una razón para levantarse de la cama. Los artesanos de este horno próximo a la Plaza del Collado son unos players serios y han sabido salirse de la pura tradicionalidad sin incurrir en sinsentidos -proteged vuestra bollería artesanal de confianza, cualquier día algún desaprensivo comercializará panquemaos con frosting de buttercream y colorido inspirado en Mi Pequeño Pony-. Los de la calle Ercilla elaboran panquemaos y tortas de pasas y nueces con -redoble de tambores, dolçainas y tabalets- de CALABAZA. Sí, sedosa, dulce y embriagadora calabaza, que dota a la masa de una humedad y consistencia en la que vivir para la eternidad. Alabados sean sus artífices, y al mismo tiempo, que caigan las diez plagas bíblicas sobre ellos, porque ¿qué haremos cuando estas cucurbitáceas estén fuera de temporada o provengan de las nieves eternas de una cámara frigorífica?
Horno Pastelería J. Martínez
c/Juan de Mena, 28. Valencia. El Botanic.
Volvemos a salirnos de los muros de la Ciutat Vella para adentrarnos en las bondades de la coca de panses i anous que se alza con la máxima condecoración de entre las analizadas. Las tortas de este horno ocupan un lugar privilegiado y de fácil acceso en el mostrador, porque son despachadas con espasmódica velocidad, dejando tras sí un dulce reguero de azúcar caramelizada. Se trata de un producto clásico, muy jugoso gracias a las pasas rehidratadas y que no resulta excesivamente oleoso. Generosamente salpicado con nueces -por desgracia no tan buenas como las del Horno Valencia, que ostentan la primera posición en el ranking del ATP World Tour de los frutos secos- y con una consistencia que recuerda a las tardes de primavera en las que mágicamente parece que la noche no llega.
Horno Valencia
c/Sueca, 55, Valencia. Ruzafa.
En este punto de suministro de hidrato de calidad que data de 1969, nos aguarda otro panquemado que demuestra que la felicidad reside en la combinación precisa de harina, leche, levadura, azúcar, huevos y unos pocos condimentos más. En este horno de leña artesano nacen panquemaos de corazón tierno, casi níveo y exterior deslumbrantemente dorado. Se nos escapa un suspiro con cada bocado. Levado, amasado y cocción, ingredientes humildes, fragancias sutiles. No hace falta ningún añadido más.
La felicidad viene en papel de estraza y la reparten señoras que se llaman Empar e Inmaculada.
Nos vemos en los hornos.