VALÈNCIA.- Aunque el nombre de la Brigada Político Social se sigue identificando con lo más nefasto de la dictadura, lo cierto es que su biografía completa está por escribir. Gracias a la beca Josep Torrent de periodismo de investigación, convocada por la Unió de Periodistes y la Institució Alfons el Magnànim, el periodista Lucas Marco ha podido investigar por primera vez el papel de este cuerpo represor durante el régimen franquista y los primeros años de la transición. El resultado es el libro Simplemente es profesionalidad. Historias de la Brigada Político Social de València, que acaba de llegar a las librerías.
— ¿Por qué la Brigada Social?
— Empecé porque me parece interesante el papel que jugaron en la Transición los agentes de la Brigada Político Social que son recolocados por el Ministerio del Interior en altas responsabilidades, sobre todo en materia antiterrorista. Me interesan mucho las transiciones de las dictaduras a las democracias, y eso es algo que ha pasado en otros lugares, no solo aquí, aquí no hay diferencias sobre cómo se ha llevado a cabo el proceso. Aprovechando la beca Josep Torrent de periodismo de investigación, convocada conjuntamente por la Unió de Periodistes y la Institució Alfons el Magnànim, he tenido la ocasión de profundizar en un tema al que antes había dedicado algún reportaje.
— Por la documentación que utilizas parece que había mucho escrito pero que estaba inconexo. Nadie se había molestado hasta ahora en juntarlo, pese a que ha habido excelentes estudios sobre la represión o el papel de la ultraderecha en la Transición
— Sí, lo que he notado es que hay poca bibliografía y pocos estudios sobre la represión franquista, sobre todo de la València de posguerra. He tenido que ir consultando muchas autobiografías de antifranquistas, repasar testimonios de la época… pero el trabajo más interesante ha sido la consulta de archivos inéditos, sobre todo del Ministerio del Interior. Este trabajo y esta documentación es lo que me ha dado el trasfondo para poder construir el perfil de estos personajes. El problema es que la ley impone un margen mínimo de 25 años desde la muerte de una persona para poder consultar su expediente, así que no he podido llegar a todo lo que quería. Por ejemplo, el comisario José de Oleza falleció el año pasado con los 96 años. Hasta el 2042 no se podrá consultar su expediente.
— Pero, aparte de cuestiones concretas de alguien con nombres y apellidos, ¿se puede decir que la imagen global está conseguida?
— Sí, creo que el resultado es bastante completo aunque aún queda algún archivo inédito. Es, hasta el día de hoy, el único y más completo libro sobre la Brigada Político Social de València.
— Una de las cosas que más llama la atención es que muchos testimonios de víctimas hablan de la cárcel como una liberación, que lo duro se vivía en comisaría. Eran detenciones acompañadas de torturas que podían durar incluso semanas.
— Sí, de hecho eso algo que se repite desde la posguerra hasta el año 75. Para todos los antifranquistas, el objetivo era resistir los interrogatorios en comisaría lo más dignamente posible y luego pasar a la cárcel donde había mucho menos maltrato. Es curioso, sí, pero es algo que cuentan varias generaciones de militantes antifranquistas y coinciden en señalar que estaban más seguros, que había más respeto por los derechos humanos, en la cárcel que en las comisarías. Y no es que las cárceles fueran un paraíso, evidentemente…
— Una detención podía durar semanas, casi como en Argentina. Por lo menos nos los tiraban al mar vivos.
— Bueno, en la posguerra fusilaron a mucha gente mediante la justicia militar. Yo he hablado con algunos represaliados, no muchos, porque la lista es muy larga. Para todos sigue siendo una experiencia muy traumática, pero pasaron tanto tiempo con sus torturadores que casi llegaron a conocerlos personalmente. Me dieron algunos datos personales muy curiosos.