VALÈNCIA. Puede tardar días en responder los mensajes de Whatsapp, algo inusual en el Alfons Domínguez del pasado. "Tengo un número nuevo de teléfono. Forma parte de los cambios de la alcaldía", explica el máximo munícipe de Alzira, la capital de la Ribera Alta, al localizarlo finalmente.
Su existencia, hasta hace poco más de un año, se desarrollaba completamente al margen de la política. Ejercía de ingeniero agrícola. "He pasado de trabajar en un sector concreto y desde un punto de vista técnico a llevar a cabo una labor más global, que agrupa muchos ámbitos. Es de mayor complejidad. Alzira para mí se define como un pueblo grande, aunque sea una ciudad", resume Domínguez con el fin de compendiar la nueva labor a la que consagra sus días.
Lo hace al frente de una coalición de gobierno que, como avanzó en exclusiva Valencia Plaza, se cerró entre Compromís -la formación liderada por el alcalde y que logró seis ediles en mayo de 2023-, el PSPV, con cuatro concejales; y el partido UCIN, de ex del PP y dos munícipes.
"Conformamos un equipo en el que no todos somos de la misma ideología ni puedes llegar a acuerdos a la primera. Tienes que negociar más. Y, por otra parte, desde la Generalitat no nos llegan las mismas respuestas que en el pasado", cuenta el primer edil a modo de balance del funcionamiento del ejecutivo local en este primer año.
De la gestión se pasa en esta conversación a las percepciones personales, a los sentimientos de quien ha visto dar un vuelco a su existencia por aceptar una propuesta de encabezar una candidatura -la de Compromís- y dedicarse a la vida pública. Fue el aspirante de consenso, el que concitaba mayor respaldo.
"La verdad es que mi carácter no era tan expansivo. He pasado de ser alguien anónimo, que trabajaba en Carcaixent y no salía mucho por Alzira, a ejercer de alcalde, de una persona que acaba siendo el centro de atención, al que la gente la requiere, ante quien se cuadra la Policía Local -algo que no acabo de asumir- y quien tiene que hablar en los actos", apunta con campechanía este técnico agrícola devenido en alcalde.
Y siguiendo con esa metamorfosis de existencia, el diálogo continúa derivando en las variaciones vitales. "Ha cambiado también en que veo poco a mi familia, a las cuatro mujeres con las que convivo", subraya para enumerar a su esposa, a sus dos hijas de 14 y 18 años y a su suegra, "con la que me llevo muy bien", subraya. "Mis hijas echan en falta a su padre y yo a ellas", confiesa.
Sobrelleva la vorágine de actividades que identifica a una ciudad que se acerca a 50.000 habitantes como Alzira, que capitaliza una comarca y que cuenta con entidades sociales muy activas.
"Te invitan a todo y no puedes clonarte. Es muy duro dosificarse y a veces acabas abducido por este ritmo. Todos quieren que vaya el alcalde, y yo agradezco mucho ese cariño; no obstante, la vida social y pública es de equipo, y el mío es muy bueno y trabajador aunque pertenezca a diferentes partidos. La tarea política, en lo que se refiere a asistencia a actos, debería de ser más compartida", reflexiona Domínguez.
"En este segundo año estoy tratando de centrarme más en la gestión, en recordarme que tengo familia y vida al margen de la política. Yo siempre he sido de hacer actividades de mayor anonimato que de ser relaciones públicas", señala con naturalidad el alcalde de Alzira.
Entre esas acciones de esparcimiento anónimo se hallan las tareas agrícolas que tanto disfruta Domínguez. "El fin de semana, o un trozo de él porque completo me resulta imposible por mis actividades como alcalde, trato de escaparme al campo. También intento estar en contacto con mis compañeros técnicos, de potenciar la agricultura ecológica, de que la gente, en general, sepa con detalle lo que come", relata.
Posiblemente esa afición y profesión sea uno de los motivos principales de que su pacto de gobierno tenga visos de perdurabilidad. La comparte con el líder de UCIN, Enrique Montalvà, también agricultor. Por encima de ideologías en los municipios despuntan los rasgos personales.
"Sí, existe mucha complicidad en ese aspecto. De hecho, constituye nuestro nexo cuando tenemos discrepancias, porque, como me dijo, 'tú també eres agro'. El de AVA y yo de la Unió de Llauradors, aunque es cierto que llevamos 12 meses conociéndonos y hemos alcanzado un entendimiento”, apostilla el primer edil.
Y en la escuela de la política no olvida a su predecesor, a quien propició, con su renuncia a repetir como candidato, que Alfons Domínguez ejerza de alcalde. Se trata del docente de profesión y primer edil de Alzira durante ocho años Diego Gómez. No solo lo recuerda, sino que recurre a sus consejos con frecuencia.
“Le llamo muchas veces. De alguna forma, y en política, es como un padre para mí. Cuando tengo dudas de cuestiones complejas le consulto con frecuencia. Además, tengo la suerte de que coincidamos en la ejecutiva casi todos los martes”, confiesa.
Después de un rato de conversación centrada en el Alfons persona, su alter ego de alcalde emerge, aunque sea con cautela y con su corrección característica. "Estamos aplicando nuestro programa de sostenibilidad desde el punto de vista global, eficiencia en la administración, educación ambiental, comedores saludables, prevención de incendios, movilidad… Culpabilizar a inmigrantes es mala política porque no es real y no lleva a nada. Hay que poner condiciones sociales adecuadas para que todos podamos convivir", afirma el Domínguez que se empieza a curtir en política.
Siguiendo con ese hilo que pone el punto y final a un diálogo de percepciones personales de alguien que, por falta de tiempo o por voluntad y personalidad, no ha caído en manidos tics políticos marcados por esa burbuja de poder que embriaga a algunos políticos, explica cómo se distribuye el presupuesto, "por si te interesa".
"Supera los 50 millones, de los cuales casi la mitad se va a gastos de personal que trabaja con eficacia y todavía necesitaríamos un mayor número de empleados públicos. Tenemos deuda cero. Pediremos más fondos europeos y trabajaremos todos los temas de inversión como deporte, educación, mucho en medio ambiente y en ciudad amable..", detalla como epílogo a esta entrevista a un técnico agrícola centrado en sus investigaciones cuya vida ha girado 180 grados para transfigurarlo en el político con más mando en Alzira.
De eso ya ha pasado el año que resume. 12 meses de cambios vitales. De sentimientos que no suele captar quien ve solamente al alcalde de su pueblo o su ciudad. Porque detrás del primer edil en el caso de la capital de la Ribera Alta está el Alfons familiar y 'agro'