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EL CABECICUBO DE DOCUS, SERIES Y TV    

El capo de Corleone, la gran serie de la televisión italiana sobre la mafia, y el "justificacionismo"

Diez años antes de que muriera en prisión, Canale 5, la televisión de Silvio Berlusconi, emitió en Italia una serie biográfica sobre Salvatore "Totò" Riina, uno de los mafiosos más crueles y sanguinarios de la Cosa Nostra. La serie generó una lluvia de críticas de escritores, periodistas, magistrados y políticos. El ministro de Justicia pidió su suspensión, se dijo que la historia justificaba al mafioso mostrando la pobreza entre la que creció y con un actor guapo. Otros aseguraron que habría sido menos dañino emitir una película porno

2/10/2021 - 

VALÈNCIA. Casi quince años después he vuelto a ver Il capo dei capi (El Capo de Corleone), la serie de Alexis Cahill y Enzo Monteleone en el Canale 5 de Silvio Berlusconi. No ha sido por vicio, sino tras un viaje a Sicilia. La serie trata sobre la historia del mafioso Salvatore "Totó" Riina según la investigación periodística que realizaron Attilo Bolzoni y Giuseppe D´Avanzo en 1993 después de haber recogido los testimonios de amigos y enemigos que le conocieron. La conclusión, como reza jocosamente la sinopsis de esta obra, era que Riina empezó en la Cosa Nostra y acabó en la Cosa Suya.  

La serie no es extraordinaria, pero reúne los elementos suficientes para enganchar porque Riina es un personaje impresionante. Campesino pobre, de pasar hambre, se metió en la mafia con una ambición desmedida y desatada, pero nunca dejó de ser un campesino. Para mí son las mejores escenas de la serie, cuando Riina está controlando el tráfico de drogas internacional y poniendo en jaque al estado italiano, pero en su día a día de lo que está preocupado es de sus tomates y los huevos que le ponen las gallinas. Se hizo esta serie, pero esa vertiente todavía se puede explotar mucho más e incluso profundizar más en esa personalidad. El trabajo del actor Claudio Gioè fue bueno, aunque no dejaba de ser muy televisivo. 

La cuestión es que al verla tras un viaje por la zona cobra otro sentido en detalles como conocer los pueblos o que no extrañe ver al juez Falcone delante de un plato de pulmones de vaca en un restaurante. Sin embargo, al volver a España, con las polémicas que hay sobre la ficción relacionada con ETA, llama la atención que se repitan los mismos problemas que allí. 

No puedo opinar sobre la ficción relacionada con el terrorismo en España porque no suelo verla. No tengo ganas. En la zona de Madrid en la que crecí, ETA asesinó a 21 personas e hirió a 220 entre 1985 y 2000. Asistir en directo a esto en particular y a todo lo demás en general me ha quitado las ganas de ficción alguna. Aunque comprendo el interés o morbo que pueda despertar en gente joven o en extranjeros, a mí me provoca indiferencia. No obstante, en la polémica que Il capo dei capi despertó en Italia encuentro cierto interés que quizá pueda ser de utilidad para quienes discuten sobre este tipo de series. 

En Italia, en primer lugar, el ministro de Justicia, Clemente Mastella, pidió su suspensión porque, según dijo "exalta la figura de un criminal". El productor, Piero Valsecchi, replicó que también aparecían figuras como el socialista y ex partisano Placido Rizzotto o el general Carlo Alberto Dalla Chiesa, ambos asesinados inmisericordemente por la mafia. Y añado yo, también tiene sus escenas Tomasso Buscetta, del que salió hace poco un increíble documental.

Por otra parte, el magistrado Antonio Ingroia acudió a una escuela en Palermo y le preguntó a los estudiantes qué les parecía la serie y cuáles eran sus personajes favoritos. Según dijo, los alumnos le contestaron que Totó Riina y Giuseppe Greco, uno de los sicarios más despiadados. Su reacción fue contundente:  "Estoy en contra de cualquier forma de censura, pero tengo la clara sensación de que con la ficción Il capo dei capi se corre el riesgo de hacer una iconografía inversa sobre Totò Riina que emana un encanto algo siniestro". Pino Pisicchio, presidente de la Comisión de Justicia del Congreso en aquel momento, explicó que la ficción le parecía "justificacionista" por retratar al capo como un hombre desfavorecido de Sicilia que encima era guapo. 

Antonio Marziale, presidente del Observatorio de los derechos de los menores, fue más explícito: "el mensaje que la ficción ofrece a los adolescentes es pedagógicamente destructivo y no puede definirse en absoluto como compromiso social. Transmitir una película porno en horario de máxima audiencia ciertamente habría producido efectos menos dañinos". Y el escritor Andrea Camilleri escribió en La Stampa "Creo que la única literatura que trata de la mafia debe ser la de los informes policiales y carabineros y del poder judicial. Aparte de los ensayos de los estudiosos". 

En sentido contrario, el actor protagonista, Gioè, manifestó que hasta Riina podía tener un punto "seductor", porque "es impensable que los malos sean simplemente malos", para rematar: "los sicilianos sabemos que la mafia puede ser seductora". Sobre estas cuestiones, sería difícil superar el ensayo Nuestro lado oscuro en el que la filósofa francesa Elisabeth Roudinesco explicó esta figura a lo largo de la historia a través de criterios psicoanalíticos. En una entrevista en El País, dijo: "cuantas más políticas de erradicación del mal se orquesten, más se fabrica el mal. Una sociedad como la nuestra que profesa semejante culto a la transparencia, la vigilancia y la abolición de su parte maldita es una sociedad perversa, en la que teorías de liberación que de entrada pueden ser muy justas, se vuelven lo contrario".

Si me preguntan mi opinión, lo que nunca hay que perder de vista es que los asesinos, terroristas o mafiosos, son humanos precisamente. Aunque pueda haberlos con un marcado narcisismo, como reza el tópico, la mayoría son personas como usted y yo. Si es necesario humanizarlos es para dejar claro que el ser humano es un animal capaz de una crueldad despiadada y carente de todo sentido. Convertirlos en caricaturas para derrotar en la ficción lo que no se pudo contener en la realidad es estéril. Solo con un acercamiento honesto a sus figuras se podrá poner de manifiesto su pobreza humana. Otra cosa es que se consiga o que esos retratos estén al alcance de los autores de ficción audiovisual, pero lo que nunca se va a poder impedir es que haya a quien le excite la ley del más fuerte, porque vivir pacíficamente en sociedad, por definición, es frustrante para mucha gente. 

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