Como sucede todos los años, la celebración de la Semana Europea de la Movilidad remueve el poso existente y disuelve cada vez mejor entre la sociedad una conciencia sobre el uso racional de los vehículos. A ello se suma una tendencia que viene observándose desde hace tiempo y que el reciente Salón del Automóvil de Fráncfort ha confirmado: la industria está virando a favor del coche eléctrico. Muestra de ello podría ser el ranking elaborado por la consultora GEOM Index, que sitúa al nuevo Honda Urban EV como el cuarto modelo mejor valorado por internautas de España en la edición de 2017.
Y la actualidad sobre el motor, por su parte, también refuerza esta evolución. Porque incluso las marcas de automoción más rezagadas en dicho sentido, como Porsche o Bentley, han anunciado en pocas semanas el lanzamiento de modelos cien por cien eléctricos en el plazo de uno o dos años. Además, muchas otras se están comprometiendo hasta el punto de poner fecha al fin de su fabricación en diésel y gasolina, como Volvo y su promesa para 2019.
Todo ello invita a pensar en la viabilidad de que el manido concepto de movilidad sostenible pase definitivamente del plano teórico al práctico en un futuro próximo. Y los datos también refuerzan dicha sensación. Por ejemplo, el último informe elaborado por Bloomberg New Energy Finance (BNEF) asegura que el 54% del total de coches vendidos en el mundo serán eléctricos para 2040 y que estos costarán lo mismo o menos que los propulsados por motores de combustión. Es más: para entonces se espera que el coche eléctrico tenga una presencia del 67% de las ventas en Europa, del 58% en Estados Unidos y del 51% en China.
Sin embargo, las voces implicadas en este ámbito coinciden al apuntar que dicho crecimiento progresivo no se consolidará como realidad imperante sin la complicidad de los gobiernos. Incentivos para la compra de coches eléctricos, ventajas fiscales para las personas propietarias o el despliegue de la infraestructura necesaria se plantean medidas obligadas si realmente se quiere lograr el cambio definitivo. Esta preocupación se hace palpable en cualquier encuentro sobre movilidad eléctrica que se precie, donde también se pone de relieve la propia responsabilidad sobre el desarrollo de una labor didáctica al respecto.
Así ocurrió en el Electric Movements, la cita valenciana de referencia sobre el sector eléctrico que acaba de confirmar su segunda edición para 2018 – los días 21 y 22 de abril en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, concretamente –. Dicho sentir es compartido entre sus participantes de 2017. “Creo que hemos de desarrollar la paciencia, porque los que trabajamos cada día en el vehículo eléctrico pensamos y caemos en el error de que todo el mundo conoce sus beneficios y bondades, pero hace falta mucha labor informativa”, afirma Paloma Ballesteros, Manager Z.E. Vehículo Eléctrico de Renault Retail Group Levante. “Queda mucho trabajo por hacer en materia de concienciación, tanto de la ciudadanía como del gobierno”, conviene Luis Mengual, Founder & DEO de Luigi’s Design.
Poco a poco, el listado de antecedentes se amplía. El Gobierno de Noruega tiene marcado como objetivo acabar con la compraventa de automóviles diésel y gasolina en 2025 y para ello se están aplicando políticas económicas como la exención del IVA – que allí es de un 25% - en el impuesto de matriculación, el pago de peajes y el aparcamiento. Francia, donde se fabrica el coche cien por cien eléctrico más vendido en Europa – el Renault Zoe – se pronunció a principios de julio, cuando comunicó que acabará con la comercialización de coches con motores diésel y gasolina en 2040. Y China, que actualmente lidera el mercado eléctrico a nivel mundial – en 2016 ya había 648.770 vehículos eléctricos o híbridos enchufables sin contar los de dos ruedas y los autobuses – se plantea hacer lo propio para 2025.
Mientras, en España se puede hablar de un tímido Plan Movea – con un presupuesto total de 14.260.000 euros – que en apenas dos días agotó sus ayudas, lo cual demuestra para muchas de las personas expertas en la materia cuán deficitario es. A pesar de ello, el coche eléctrico parece una alternativa sostenible y sostenida, aunque esta segunda característica todavía depende del grado de involucración que asuman las administraciones públicas en gran medida.