VALÈNCIA. “Es el Fénix de tus propios sueños volviendo a la vida”. Con esta frase finaliza –tranquilos, no es un spoiler- el esperado documental I’m burning, con el que el director Andreu Signes quiere mostrar la cara más creativa de las Fallas de València y del Burning Man en Estados Unidos. El film busca generar un puente cultural, más largo que al que cantaban ‘Los Mismos’, entre un país y otro, un viaje a través del Atlántico con un objetivo común: “valorar el potencial cultural que tenemos". "Muchas veces no somos conscientes del patrimonio artístico que tenemos, el documental quiere incidir en esa reflexión”. Así lo expresa Signes, que tras años de trabajo presentará el documental el próximo 2 de mayo (20 horas) en la Filmoteca, en el contexto del festival DocsValència.
Este estreno pone el punto y final a una aventura que empezó en 2014, cuando se grabaron los primeros planos de lo que, en un primer momento, iba a ser un reportaje sobre la construcción de Ekklesía, el monumento de Miguel Arraiz y David Moreno para la extinta falla Nou Campanar. Sin embargo fue la realidad la que acabó moldeando un proyecto audiovisual que, confiesa su director, se llevó a cabo “sin guion previo” y tuvo hasta un parón en la producción. “Cuando Ekklesía se cae paró el documental, pero después de ir por primera vez al Burning Man contactaron de nuevo conmigo”. Tras la agridulce experiencia en la comisión valenciana llegó un renacer en forma de beca, siendo seleccionado su proyecto ‘Renaixement’ por los organizadores de un Burning Man, que desde entonces no ha dejado de posar los ojos en València.
“Lo que sé hacer no lo sé hacer porque lo he inventado, sino porque he heredado un conocimiento. Mi investigación, lo que aporte, quedará para los siguientes. Lo que ahora es tradicional es su momento fue experimentación”. Es el artista fallero David Moreno el que pronuncia esta frase, palabras que sirven para sentir el espíritu de un documental que trata sobre hacer comunidad, poner en valor la creatividad y, también, renacer de las cenizas. En este caso, Signes ha querido poner el foco de manera consciente en los procesos artísticos, huyendo de “tópicos y conflictos” y del aspecto exclusivamente festivo, una radiografía diferente en la que ha querido evitar el “ruido” para no enturbiar el arte.
En I’m Burning lo único que ha enturbiado es la arena del desierto. “Fue muy bestia. Tenía que limpiar dos o tres veces al día la cámara, eran condiciones extremas de calor, tormentas de arena… A nivel técnico ha sido duro, pero a nivel personal muy emocionante”, explica el director de la cinta. Con una estructura que ha cambiado en la mente de Signes en numerosas ocasiones, ha sido la voz de Crimson Rose, cofundadora del Burning Man, la que ha acabado hilando una historia que acorta las distancias entre València y Black Rock City, situados a 10.000 kilómetros de distancia. En constante vinculación con la ciudad, la cinta rellena los huecos de la historia para todos aquellos que quizá han visto en fotografía la obra de Arraiz y Moreno o han oído hablar de la aventura, un documental crudo que conecta todos los puntos hasta completar el recorrido.
Las cámaras siguen todos los pasos de los protagonistas, sin interferir en la acción y, a la vez, convirtiéndose en un personaje más, viendo el camino hacia el Burning Man a través de la mirada de Andreu Signes. Sin artificios, son las acciones y testimonio de los participantes los que guían la cinta, un proyecto que nada entre lo local y lo internacional, generando puentes y, al mismo tiempo, poniendo en valor el savoir faire de los creadores valencianos. No en vano, la propia Renaixement nace del arte, del homenaje a la cerámica de Nolla, a la estructura de la Lonja y a los ninots de falla más clásicos. Es esa filosofía la que impregna cada minuto de un documental que nace para ser quemado... y volver a nacer.