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Las razones para abrir las puertas los refugiados, más allá de las cuestiones morales
Hay momentos que, entre la incomprensión y la empatía, hacen que gran parte del mundo se despierte. La situación en Afganistán ha disparado las expresiones de solidaridad dando lugar a un debate apresurado sobre acoger a las personas que desesperadamente están intentando dejar Kabul atrás y, también, de alguna manera, sobre las políticas de inmigración y de acogida en general.
Ya hace tiempo que València se declaró ciudad refugio de manera más simbólica que efectiva. En 2018, el proceso de bienvenida a las personas refugiadas del barco Aquarius desencadenó una ola similar de sensaciones que fue correspondida con una operación coordinada de las administraciones públicas.
En los Estados Unidos, un país construido a través de la migración de personas en busca de oportunidades, hemos visto respuestas inmediatas desde todos los márgenes ideológicos. Airbnb se ha ofrecido a acoger a 20.000 refugiados afganos. El prominente gobernador republicano de Utah, Spencer Cox se ha expresado también a favor de abrir las puertas a los afganos afirmando que su estado, Utah, “fue habitado por refugiados que huían de la persecución religiosa. Entendemos el dolor causado por la migración forzada y reconocemos la contribución de los refugiados a nuestra comunidad”. No obstante, esa opinión no es la única en el partido Republicano, dividido también en este caso en dos facciones principales, la de los neo-conservadores y la de los anti-intervencionistas.
Hay evidentes razones éticas para recibir a aquellos que los necesitan. Los precedentes históricos como el de Vietnam, o mucho más cerca, el navío Stanbrook, lleno hasta los topes de refugiados republicanos, dejando atrás el puerto de Alicante en 1939, deberían forzarnos a actuar.
Más allá de eso, cabe preguntarse cuál es el impacto económico de los refugiados en los lugares que los acogen. En un momento en que la economía y la empresa demandan las llamadas soft skills (resiliencia, empatía, conocimiento de idiomas, flexibilidad ante el cambio); ¿no es evidente que las personas refugiadas las han adquirido aunque sea de manera traumática? ¿Y sí, como afirma el gobernador de Utah, acoger a los refugiados no es solo lo correcto por razones morales sino también una óptima estrategia económica?
En España no hemos acogido refugiados a gran escala, pero otras experiencias, como la australiana, donde hay numerosa investigación académica al respecto, nos pueden ayudar a entender la cuestión.
Según un preciso informe del Consejo Australiano para los Refugiados:
El caso de Australia nos confirma el valor de dar la bienvenida a las personas refugiadas, no solo por cuestiones morales, también para el beneficio económico de toda la sociedad.