Hace algunos días se reinterpretó el famoso juicio de París en el restaurante Le Vin Rouge Maître Cavista de Oropesa, reuniendo a algunos de los restauradores, sumilleres y distribuidores más reconocidos de la provincia de Castellón.
Tras lo allí acontecido advertimos: se vienen cositas, en vaso soplado y en estado líquido. No sabemos si marcará un antes y un después en la provincia, pero desde luego tiene tintas (y blancas) de suponer un punto de inflexión en la restauración de la Costa del Azahar.
En 1776 las Trece Colonias británicas de la costa este de América del Norte lograron la independencia del Reino Unido, impulsando un proceso revolucionario que posteriormente se daría en Francia en 1789. Tras las revoluciones, las constituciones y tras ellas los nombres. En el caso americano, los de los padres fundadores: Washington, Jefferson, Franklin… entre los cuales había grandes amantes del vino como Washington, quién empezó a cultivar viñedos para producir vino en sus propiedades y sobre todo, Jefferson. El que fuera embajador de EE.UU. en Francia, seguramente fue el mayor connaisseur de todo el territorio americano, gran apasionado de Burdeos y Champaña y coleccionista de Lafite, Margaux, Mouton o Y’quem que hoy alcanzan precios enfermizos en subastas. Jefferson también fue encargado de pertrechar la bodega de la casa presidencial. Casa que posteriormente él mismo ocuparía al ser elegido tercer presidente de los EEUU de América.
Con motivo del primer centenario de la independencia, el gobierno francés decidió regalar al norteamericano la Estatua de la Libertad, estatua de la que posee otra réplica en París, símbolo de hermanamiento. Y con motivo del segundo centenario en 1976, mientras en España se votaba reforma o ruptura en nuestra transición a la libertad, en París un joven comerciante inglés llamado Steven Spurrier, decidió celebrar los 200 años de libertad americana realizando un evento que traspasó el umbral de lo inaudito para convertirse en revolucionario. El hoy conocido como juicio de París, desafió el statu quo en el mundo del vino, logrando sacudir el polvo y quitar el moho de todo un país autocomplaciente y condescendiente. Vayamos a los hechos.
Steven Spurrier, británico de nacimiento pero parisino de adopción, regentaba desde 1970 Les Caves de la Madeleine una pequeña tienda de vinos situada en la rue Royal, y había creado en 1973 la primera escuela privada del vino en Francia: Académie du Vin. Con el doble objetivo de publicitar Les Caves y al mismo tiempo comprobar cual era el nivel de los vinos norteamericanos respecto de los incuestionables número uno franceses, organizó una cata a ciegas en el Hotel Intercontinental en el que Chardonnay y Cabernet Sauvignon de productores americanos se enfrentarían a los grandes iconos varietales autóctonos: Bâtard-Montrachet Ramonet-Prudhom, Beaune Close des Mouches Joseph Drouhin, Mersault Charmes Roulot y Puligny-Montrachet Les Pucelles Domaine Leflavie en la Chardonnay y los Châteaux Haut-Brion, Léoville-Las-Cases, Montrose y Mouton Rothschild en la Cabernet Sauvignon.
Nada podía fallar en esta gran cata. Sin embargo… todo falló. El jurado que estaba compuesto por las más grandes personalidades del mundo del vino francés, no solo no logró identificar los vinos patrios, sino que para más inri, en blancos salió vencedor el Chateau Montelena norteamericano y en tintos el Stag’s Leap Wine Cellars. Desastre. Ofensa. Trampa. Herejía. El jurado no solo no aceptó el resultado final sino que vilipendió a Steven Spurrier, acusándolo de traidor, tramposo, y vilipendiándolo hasta que tras sufrir un incesante acoso tuvo que abandonar París y volver a su Inglaterra natal. El objetivo de conseguir publicidad para su local tampoco se logró, ya que solo un reportero de Time, que andaba por la ciudad se acercó al evento, sin embargo la noticia logró una amplia acogida y cambió las reglas del juego para siempre. Spurrier falleció hace menos de un año, siendo considerado una de las más grandes personalidades y contribuidores a la difusión del la cultura del vino de la historia. Y hasta aquí el mito.
Con un espíritu mucho más lúdico, abierto y pedagógico 45 años después, Carlos García Lozano, a la misma edad en la que Steven Spurrier organizó su famoso juicio decidió organizar en su casa Le Vin Rouge Maître Cavista de Oropesa un evento de características similares: doce miembros de jurado, un solo periodista (el plumilla aquí firmante) y una selección de vinos tintos y blancos norteamericanos y franceses seleccionados entre las siguientes varietales: Pinot Noir, Gamay, Chardonnay y Syrah. Morgen Long Willamette Valley 19 y François Ravenau Chablis 18 para la Chardonnay, Dard et Ribó hermitage 19 y Halcón elevation 18 en Syrah, Claire Naudin Nuits Saint George Les Damodés 18 y Arteberry Maresh Old Wines 17 en Pinot Noir y para la Gamay Piure Roch 18 y Whitcraft Gamay Noir 19. Hors categorie habría que mencionar el Domaine Leroy 17 vs. Arnot-Roberts 18 en Chardonnay a propuesta de Carlos García Lozano y Esteban Martinavarro.
La cata estuvo guiada por Vicent Casquel de Minimal Wines y el jurado estuvo compuesto por Remi Rull de tastar distribuciones y 3r clasificado en la burbuja de oro 2021, Esteban Martinavarro, uno de los mayores distribuidores de vinos internacionales de la provincia, Carlos Bermejo de Tasca el Charquito, en Benicassim, premio a la divulgación del mundo del vino en la provincia de Castellón, además de poseer la bodega más amplia de la misma, Miguel, propietario de Boga Tasca, de la que ya hablamos aquí hace unos meses, Emanuel y Alejandra, propietarios del recién estrellado por Michelin restaurante Atalaya, Paulus y Valeria de la distribuidora blancotinto, especializada en orange wines, David Sanjuan bronce de mejor sumiller de la Comunidad Valenciana y propietario de 50cinquanta en Peñíscola, donde solo encontramos alimentos de proximidad 50 km. alrededor y los grandes gourmands Fran Núñez y Juan López.
“La idea no es únicamente recrear el juicio de París como un elemento lúdico, sino acercar a los compañeros del sector referencias y zonas desconocidas, inculcar cultura del vino y de descubrimiento y apostar por la curiosidad como motor de desarrollo en el sector. Evidentemente en Le Vin Rouge Maître Cavista, tenemos un concepto y un discurso muy claro: vinos y viandas. Todo francés. Clásico y bien trabajado, acabados en sala, servicio esmerado… Este es un restaurante de Maître. Salvando las distancias evidentes nos inspiramos en grandes referentes de la sala académica como Horcher o Zalacaín. Sin embargo en la provincia hay discursos de proximidad, de fusión, de alta gastronomía o más distendidos que deben apostar por un relato líquido acorde a su identidad. Igual que no tiene sentido servir un Ribera del Duero con un pate en crôute, tampoco sería muy lógico no apostar e incluir en carta variedades autóctonas si sirves producto local“. Me cuenta Carlos.
Carlos es una rara avis, un guerrillero del gusto, como suele definirse y un kamikaze de los que ya no quedan. Hay que ser muy valiente para montar un restaurante francés sin terraza, en el centro de Oropesa, con un turismo estacional de perfil sol y playa y con más de 120 referencias de Borgoña, Jura, Ródano o Alsacia y prácticamente ninguna española. Valiente y honesto. Un príncipe troyano capaz de ver arder Troya por raptar a su amada. Si Rubens pintó El Juicio de Paris expuesto en el Prado, Carlos que ha sido pintor de brocha gorda y orgulloso de ello, está decidido a pintar con muy buen juicio toda una provincia con los colores malvas, burdeos, cerezas y tejas de su tan amada Francia.
Ahora Carlos, junto a los arriba citados solo son esa pequeña aldea de irreductibles galos que idearon Goscinny y Uderzo en constante lucha por legitimar su espacio y territorio gracias al brebaje del druida Panorámix. Pero seguro que tras ellos vendrán el resto de compañeros de la provincia, no solo las que ya creen en el poder de la sala y el espacio para lo líquido, sino también para todos aquellos que a día de hoy siguen mostrándose reacios a apostar por una gastronomía vinculada a la sala y la sumillería en consistencia y consonancia. Como un triunvirato de iguales y no solo como un mal necesario. Sin lugar a dudas es el momento de la sala, de su gran eclosión y de su revolución. Vive la Révolution. Ã votre sante, mon ami!
Pd: Aunque el resultado fue lo de menos volvió a ganar un vino norteamericano. En este caso la Chardonnay de Morgen Long Willamette Valley 19. Enhorabona Vicent.