VALÈNCIA. El monumento a Sorolla renacerá casi 70 años después de su desaparición. Lo hará, presumiblemente, en su ubicación original, en la playa de la Malvarrosa. Esta reconstrucción la facilitará el descubrimiento y catalogación de las piezas originales, dispersas en los lugares más variopintos tras la retirada de los restos. El Ayuntamiento de València abordó esta tarea y se ha conseguido recuperar el 60% del monumento.
La odisea del monumento acabará con esta reconstrucción, uno de los grandes proyectos de legislatura en materia patrimonial. La historia ocupa casi un siglo entero de ciudad. De hecho, tiene su origen en Madrid, en la antigua fachada de la Real Fábrica y Escuela de Platería Martínez, erigida en el año 1792 y adquirida, por mediación de Sorolla, entre 1917 y 1919 para un frustrado Palacio de Bellas Artes en València.
Finalmente, formó parte del conjunto en monumento a Sorolla bajo la intermediación del mismísimo Mariano Benlliure, que cedió la escultura que le dedicó al pintor con la condición de que se hiciera en un lugar concreto, el Cabanyal, “donde se había pintado Triste Herencia”. Aunque Sorolla murió en 1923, no fue hasta diciembre de 1933 cuando se consiguió inaugurar el gran homenaje de la ciudad, y la tortuosa construcción fue bajo la atenta mirada del tejido asociativo cultural valenciano, y con dos arquitectos de la ciudad haciendo su contribución: el anteproyecto de Francisco Mora y las contribuciones de Javier Goerlich.
En 1957 el deterioro del monumento era evidente por el paso de una acequia. El Ayuntamiento estaba advertido de la urgencia de intervenir… Y llegó la riada, que destrozó el conjunto. Durante casi 20 años, el monumento mutilado siguió en la playa de la Malvarrosa, hasta que se retiró completamente en 1976. Las piezas acabaran dispersas en diferentes localizaciones sin control alguno.
Poco se sabe de las razones por las que las piezas se diseminaron en lugares tan extraños como el cementerio de Paiporta o el escoxador de Borbotó y sin control ni seguimiento. La realidad es que su identificación ha sido una tarea que ha llevado a cabo la sociedad civil a lo largo de los últimos años. El Círculo por la Defensa del Patrimonio y la Fundación Goerlich han ido avisando de posibles restos. Primero en Borbotó; más tarde en el cementerio de Paiporta; el Grupo Municipal Popular también identificó otros en el Tramo VII del Jardín del Túria y el último hallazgo ha sido en los almacenes de FGV en Sant Isidre. Culturplaza ha podido saber que en este último emplazamiento también se habría hallado una parte importante de la tortada de Goerlich, que el Ayuntamiento también está catalogando.
La suma de estos hallazgos alcanzan el 60% del monumento original, lo que facilita la tarea de reconstrucción. Tal y como ha explicado el técnico del SIAM y director del Centro Arqueológico de L’Almoina, Vicent Escrivà, “tras los estudios realizados por el laboratorio del doctor Davide Melica, Diagnostica per il Restauro e la Conservazione, y después de los correspondientes análisis petrográficos mediante microscopía óptica con luz transmitida polarizada en lámina delgada de diez muestras de piedra de diversos elementos arquitectónicos utilizados en el monumento, se ha podido acreditar tanto la procedencia de los materiales como la autenticidad de las piezas”.
Además, el prestigioso geólogo David Freire, colaborador habitual del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y especialista en el material pétreo de los edificios monumentales de Madrid, realizó, acompañado por los técnicos municipales del SIAM, un estudio petrológico preliminar, sobre el terreno, de los distintos materiales y elementos arquitectónicos procedentes del antiguo Monumento a Sorolla. El análisis permitió constatar que los materiales analizados proceden en su inmensa mayoría de la Comunidad de Madrid (caliza blanca de Colmenar y granito de Alpedrete), y que el resto de piezas calizas son de procedencia local. Este otro hallazgo facilitará también la reconstrucción de las partes que faltan.
Con todo, el Ayuntamiento ha decidido que se reúnen las condiciones para reconstruir el monumento por anastilosis (es decir, la reconstrucción de un monumento antiguo por medio de la reunión de sus partes o fragmentos dispersos). El concejal de Acción Cultural, Patrimonio y Recursos Culturales, José Luis Moreno, ha destacado que “se trata de una de las iniciativas más destacadas en las que estamos trabajando y con la que queremos cumplir la voluntad del propio Sorolla, así como resarcir una deuda histórica de esta ciudad con uno de sus hijos más ilustres, y que supondrá devolver el conjunto monumental al lugar que inspiró y sirvió de telón de fondo de sus espléndidas escenas de playa”.
No hay plazos porque el primer paso será el complicado: darle una ubicación. Tal y como ha relatado la jefa de Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento, Marta García Pastor, la idea es ubicarlo en su lugar original, aunque para eso se necesitan completar trámites con Costas, Medio Ambiente y Urbanismo. “No va a haber mayor dificultad que establecer la ubicación”, que como alternativas tendría ubicarse en el paseo marítimo o en una parcela cercana.
Una vez se sepa el dónde, se contratará la redacción del proyecto de reconstrucción, que por la gran cantidad de piezas recuperadas y el método que se utilizará, no conllevará un proceso demasiado complicado.
El concejal José Luis Moreno también declaró que el busto de Sorolla en mármol realizado por Mariano Benlliure unos años antes de morir (el del monumento es una copia en bronce, ya que el mármol se hubiera deteriorado mucho más rápido en una ubicación tan cercana al mar), viajará en breve a Madrid como parte de la exposición Sorolla. Cien años de modernidad, que ofrecerá la Galería de las Colecciones Reales desde el próximo mes de octubre hasta mitad de febrero de 2025, “un ejemplo de la conexión emocional y de la importancia que jugaron ambas ciudades, Madrid y València, en la vida de Joaquín Sorolla”.