¿Puede un bolígrafo tener valor para ser expuesto? David Beltrá acumula en su garaje decenas de miles de piezas que constituyen la historia empresarial de Alicante. Su proyecto, tener un museo comercial para mostrarlo y estudiarlo
NOVELDA.- David Beltrá tiene tantas piezas que ni las ha contado. Miles de facturas, miles de zapatos...; de cada cosa que pueda pensar que se fabrique en Alicante Beltrá tiene centenares. Y todas en un garaje. El de su casa. Allí están esperando a que puedan exponerse en un futuro museo. Mientras, van saliendo en pequeñas muestras a nivel comarcal para explicar el pasado industrial de la provincia.
Beltrá sigue con el negocio familiar, el mármol. Un sector que, como el vinícola o el de las especias, define las empresas de su localidad, Novelda. El carácter empresarial de este municipio situado en la comarca del Vinalopó Mitjà le marcó ya de bien pequeño, puesto que recuerda que le atraía todo lo que allí se fabricaba. Ahora el esqueleto de su gran colección se amplía a «todos los sectores que se trabajan en la provincia desde el siglo XIX, representando cuarenta sectores que han creado la economía».
El suyo es un museo sin espacio oficial, que podría servir como historia de la publicidad o de etnología. Su ambición es que pronto lo tenga. De momento, en su ciudad están avanzadas las conversaciones para poder ocupar un lugar en el que desplegar las piezas de carácter más local. Pero su idea es que eso no se quede solo ahí. Le gustaría que en Alicante se mostraran todas esas piezas que conformaron ese pasado industrial. Aunque él prefiere referirse a su proyecto como el Museo Comercial, uno que rinde homenaje al «carácter fenicio» que, como recalca, históricamente ha tenido la zona.
A elegir esa denominación le ayudó también su propia colección. En 1912, un año antes de celebrar el tercer centenario de Jorge Juan en Novelda, un periódico local escribió un artículo en el que se pedía que se creara un museo aprovechando el tirón de la celebración del más famoso vecino que ha tenido el lugar. La idea original era promocionarse como referente ante la llegada de los muchos políticos destacados que se tenía previsto que acudieran. Así se podría enseñar en un solo espacio todo lo que en aquel momento se hacía: exportación de azafrán, encajes de bolillos, escobas, hielo, vinos y mármol.
Aquello lo leyó Beltrá un día hacia el año 2000, una época en la que se había centrado en recopilar piezas originales de la prensa de su localidad natal. Y le encantó. La idea de un museo comercial se ha desarrollado en otras capitales, explica, como Salamanca, Sevilla, Barcelona y Melilla. Se hacía, continúa, como «un lugar donde exponer lo que se comercializaba y se hacía en zonas donde era difícil acceder, en las que se mezclaba la idea de comercializar con la de mostrar».
* Lea el artículo completo en el número de junio de la revista Plaza