el agua entró en la planta baja de la casa familiar y destrozó la tienda 

Alfredo Casabán, un negocio afectado por la Dana en Picanya: “Nos han prestado un coche desde Zaragoza”

22/12/2024 - 

VALÈNCIA. Un pueblo no es el mismo sin su comercio. La Dana, a su paso por Valencia, arrasó el pasado 29 de octubre con miles de comercios locales que aún no han levantado sus persianas. Alfredo Casabán, dueño de una pequeña tienda de Picanya especializada en productos para el campo y animales desde hace 24 años, ha conseguido reunir la fuerza necesaria para levantar sus persianas casi dos meses después de la catástrofe gracias al apoyo, por encima de todo, de su familia.

La casa de Alfredo y la tienda familiar se encuentran a un lado y al otro del barranco del Poyo, separadas por un puente. El 29 de octubre, Alfredo abrió a las cuatro y media de la tarde, como un día cualquiera. "Le dije a Pilar, mi mujer, que se quedara en casa porque no había mucha clientela", cuenta el dueño. Cuando Alfredo se percató de que el barranco iba hasta arriba de agua llamó a su mujer para explicárselo, ya que "en Picanya nunca se había llenado así el barranco".

Mapi, su hija mayor, estaba en casa junto al resto de la familia. "Cuando nos dimos cuenta de lo lleno que iba el barranco, mi madre fue a mover el coche y mi hermana llamó a mi padre para que volviese a casa", explica. Alfredo cruzó el puente para dirigirse a su casa en el momento en que el agua empezaba a "saltar" por encima. "En eso pasó un municipal corriendo y nos dijo que subiéramos al primer piso, que iba a venir más agua", cuenta Alfredo. 

La familia empezó a bajar productos de limpieza y toallas para tapar los bajos de las puertas, pero un fuerte ruido anunció la entrada del caudal de agua por la planta baja, que tenían habilitada como sala de estar. La puerta del garaje había cedido a la fuerza del agua. 

"Subió el agua hasta un metro noventa", cuenta Alfredo. El agua arrastró las sillas, el sofá, el televisor, la nevera y diferentes pertenencias personales como trajes de fallera y fotografías familiares. "Algunas fotos las encontramos en el fango y las enviamos a la Universitat de València para recuperarlas", explica Mapi. El agua entró con una virulencia extraordinaria en la planta baja, una situación que Alfredo recuerda, un mes y medio después de lo ocurrido "como el fin del mundo".

Una vez consiguieron acceder al negocio familiar, unos días después, se encontraron los alimentos, los sacos de tierra y demás materiales hinchados en el suelo tras caerse de las estanterías. Al final de la tienda, en el cuarto, el ordenador, las facturas y toda la documentación se había echado a perder por el agua, que había subido hasta un metro y treinta.

Las dos semanas siguientes a la Dana las pasaron sin luz y casi sin agua potable, con una mesa de ping-pong protegiendo la entrada al garaje. "No dormíamos tranquilos", explica Alfredo, "no solo porque pudiesen entrar ladrones, sino también animales del barranco".

Durante este tiempo recibieron la ayuda de muchos vecinos, amigos y familiares para quitar el lodo y achicar el agua. Incluso una pareja de Zaragoza, después de verlos en la tele, les visitó en Picanya y les dejó prestado un coche. "Hemos estado más de un mes trabajando y hemos recibido mucha ayuda", explica Alfredo "aunque la primera semana se nos pasaron muchas cosas por la cabeza". 

Alfredo, que en poco tiempo cumplirá sesenta años, no tenía del todo claro si volvería a abrir el negocio, heredado de su hermano, pero gracias a la ayuda de toda la gente voluntaria, conocida y desconocida, decidió seguir adelante. "Empezaron a llamarme muchos clientes y eso nos animaba, pensábamos: ¿Por qué no continuar?".

Mapi, la hija mayor de Alfredo, se encargó de gestionar tanto las ayudas privadas como las iniciativas que iban surgiendo para los afectados por la Dana. La primera ayuda que recibió la familia fue la de Juan Roig, pero explican que de la Generalitat aún no les ha llegado nada, así como tampoco ha ido ningún perito del seguro a valorar la casa o el negocio. 

Mapi también ha estado a cargo de las redes sociales del comercio, a través de las cuales ha conseguido que el negocio sea "adoptado" y ha creado un crowfunding para recaudar fondos. "Estamos muy agradecidos por toda la ayuda que hemos recibido, pero también por la gente que nos ha escrito y se ha preocupado por nosotros", explica Mapi. 

Recién abierto el negocio,  e hija tienen la esperanza de que todo vuelva a ser como antes. El objetivo de ambos es que los clientes se sientan cómodos cuando entren a la tienda y puedan olvidar el paso de la Dana por Picanya. "Para nosotros la tienda es como una gran familia, mis padres conocen el nombre de todos los clientes", explica Mapi, "queremos que cuando entren sea un momento de desconexión".

Muchas personas consideran que la Dana que sorprendió a Picanya y al resto de localidades de l’Horta Sud el pasado octubre tardará mucho tiempo en repetirse. "Creo que ni mis hijos ni yo volveremos a vivir algo igual", sostiene Alfredo, "no volverá a pasar en muchos años". Mapi, la hija de Alfredo, recordará con claridad la sensación que experimentó esa tarde al asomarse a la ventana: "Me sentía como en un barco, como si me asomase al camarote, solo veía agua".

Ahora, el negocio de Alfredo Casabán ha decidido crear un disco duro para almacenar las facturas de la tienda y está considerando poner barreras anti inundaciones en las puertas: "Tenemos vecinos que están pensando en subirse el suelo".

Llegada la Navidad, la familia de Alfredo dice sentirse como en un "paréntesis" desde el pasado 29 de octubre. Aún así, se considera afortunada por la ayuda que ha recibido desde el principio y por permanecer unidos. "Dentro de lo malo estamos bien, estamos vivos, estamos juntos", concluye Alfredo.

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