VALÈNCIA. Hace un mes hablaba en esta columna del peligro de encantamiento en el PSPV con los resultados de Cataluña. El hundimiento de Ciudadanos, así como los ridículos resultados del PP (último partido en obtener representación parlamentaria) auguraban un periodo de inestabilidad y división en la derecha de la que los socialistas solo podrían beneficiarse. Pues bien: un mes después, las cosas se leen en términos muy diferentes. El fiasco de la operación murciana, el pacto entre PSOE y Ciudadanos para presentar una moción de censura contra el Gobierno de coalición de la Región de Murcia (formado por PP... y Ciudadanos), no solo ha tenido consecuencias en Murcia, sino en Madrid. Lo cual, teniendo en cuenta la organización ‘madridcéntrica’ de la economía, la política y los medios de comunicación españoles, es casi lo mismo que decir en España.
Los medios nos bombardeaban con Madrid antes de la convocatoria electoral de Díaz Ayuso y, ahora, nos bombardean aún más (si es posible). Pero es indudable que lo que ocurra en Madrid tendrá consecuencias en toda la política española, y también en la valenciana. De hecho, ya las ha tenido en la valenciana: la huida del, hasta ahora, portavoz y líder de Ciudadanos, Toni Cantó, a otro partido y a la lista electoral de otra comunidad autónoma. Que ese partido sea el PP y la comunidad autónoma, la madrileña solo redunda en beneficio de la caricatura del propio Cantó.
Hasta que acontecieron la moción murciana y el adelanto electoral madrileño, el escenario era muy favorable para los socialistas, tanto en la Moncloa como en el Palau de la Generalitat, dados los resultados de las elecciones en Cataluña. Dichos resultados iban a quedar en el imaginario colectivo de la política española como el último referente previo a la siguiente convocatoria electoral, que no se preveía sino hasta dentro de casi dos años (en Andalucía). Tiempo más que suficiente para asentar el relato de la solidez de los socialistas frente al desbarajuste en las tres derechas, con Vox amenazando la posición del PP.
En cambio, ahora lo que va a regir es lo que suceda en Madrid el 4 de mayo. La izquierda suspira con una «tormenta perfecta» en la que Ayuso suba tanto que convierta en extraparlamentarios a Vox y Ciudadanos, lo que supondría tirar a la basura el casi 10% de los votos que hipotéticamente irían a parar a sendas opciones. En este escenario soñado, Ayuso se quedaría a las puertas de la mayoría absoluta en solitario, pero las derechas la perderían a manos de un tripartito de izquierdas.
* Lea el artículo íntegramente en el número 78 (abril 2021) de la revista Plaza