El moviment recrea la manipulación a la que todos estamos expuestos a través de los alumnos de un instituto
VALÈNCIA. Ha dado la coincidencia de que el estreno de la nueva producción propia del Teatre Micalet, El Moviment, ha coincidido con la víspera, el día de autos y la resaca de la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. De ahí el movimiento en las butacas, el murmullo entre los espectadores al arranque del espectáculo, cuando sobre el muro de ladrillos del escenario se proyecta una imagen de archivo del dictador. No es la única. En el audiovisual que sirve como introducción también se puede reparar en otros líderes fascistas y xenófobos del pasado siglo, en concreto, Hitler y Mussolini.
Del 23 de octubre al 24 de noviembre, la compañía se ha propuesto subrayar las regresiones políticas y sociales experimentadas en nuestra sociedad en los últimos años. Y lo hace a partir de una obra firmada por Manuel Molins en la que un profesor de instituto carismático logra manipular a sus alumnos hasta extraer de sus mentes en formación, ávidas de conocimiento y de guía, su lado más intolerante y autoritario.
La propuesta reflexiona sobre la obediencia y la creación de opinión propia, e intenta alertar sobre la presencia del fascismo para que no se integre en la agenda de nuestro futuro inmediato.
“Hace años que veníamos dándole vueltas a montar una pieza en la que señalar el auge de la extrema derecha y el atropello de la democracia por parte del gobierno del Estado”, expone su director, Joan Peris.
En un primer momento, se sintieron tentados de subir a las tablas un experimento llevado a cabo en los años sesenta en un instituto de California, La tercera ola. Eran los tiempos de la guerra de Vietnam y del movimiento por los derechos civiles en EE.UU. En esa atmósfera, un maestro de un centro de secundaria de Palo Alto llamado Ron Jones intentó enseñar a sus estudiantes de historia la forma en que se forjó la sociedad que desembocó en la Alemania de los años treinta y cuarenta, germen del nazismo y de los campos de concentración. El ensayo cobró vida propia y se le fue al docente de las manos, lo que demostró el atractivo de las ideologías dictatoriales y la facilidad de manipulación del ser humano.
Finalmente, el teatro valenciano desechó realizar una versión escénica de aquel suceso por su distancia en el tiempo y por las diferencias con respecto al contexto actual, pero persistió la idea de un profesor que manipula a su clase.
La trama tiene ecos de aquella experiencia, pero el desarrollo se salpica de debates de la actualidad como el feminismo y el ecologismo, y hay elementos de nuestra propia idiosincrasia, caso de una referencia velada a los métodos que emplea el Opus Dei para captar a sus integrantes.
Autor y director se han sumergido en la lectura de libros claves para el análisis del apogeo del supremacismo blanco. Es el caso del manifiesto de Umberto Eco Contra el fascismo (Editorial Lumen), donde el escritor y filósofo italiano brinda 14 claves para reconocer este movimiento autoritario, y de Facha (Blackie Books), en el que Jason Stanley detalla los mecanismos que pone en práctica el fascismo para filtrarse en nuestras vidas, “del pasado mítico a la propaganda, pasando por la sexualidad, la jerarquía o el victimismo del ellos contra nosotros”.
“Todo lo que está pasando en Hong Kong, Chile y Polonia, líderes como Trump y Salvini, pero también ataques a la libertad de expresión en nuestro país, como los juicios políticos en Cataluña y una ley mordaza que mete a un rapero en la cárcel por la letra de una canción, ponen de manifiesto la fragilidad de nuestra democracia”, lamenta el director del montaje, que señala el cierre en falso de la dictadura en nuestro país: “De un día para otro pasamos del Tribunal de Orden Público de Franco al Tribunal Supremo y sus integrantes eran los mismos. Tenemos una monarquía que impuso el dictador, y dónde se ha visto que 44 años después de su muerte, se le continúe homenajeando en un monumento”.
El actor Ximo Solano es el veterano de la obra, tanto entre el elenco como en la ficción. Da vida al profesor que pone en marcha el plan para demostrar a sus pupilos la maleabilidad de sus principios.
Sus víctimas son interpretadas por Paula Albert, Helena de Luis Sapiña, Mateo Medina, Sergio Novella, Edu Rodriguez y Cristina Sanmartin. Tienen entre 17 y 21 años, y le han transmitido al director una esperanza y una ilusión renovadas en la profesión.
A través de sus figuras, Peris reconoce que ha buscado realizar un homenaje a toda esta nueva generación que se levanta contra lo que está pasando, “tanto Greta Thunberg como todos los movimientos sociales que se han ido forjando”.
No obstante, en último término, evita cargar las tintas sobre los padres: “No es excusa que la generación anterior no haya hecho nada. Ellos también han de saber rebelarse y cultivar un espíritu crítico contra el autoritarismo”.