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'Antes todo esto era campo'

El TEM acoge una performance de 72 horas continuadas del Colectivo Nerval

12/09/2024 - 

VALÈNCIA. Los y las integrantes de Colectivo Nerval llevan cerca de cuatro años volcados en un proyecto de investigación escénica y dramatúrgica desde postulados ecologistas contemporáneos que lleva por título Antes todo esto era campo. La propuesta ha constado de tres entregas cuyo epílogo es un simulacro escénico de 72 horas continuadas que tendrá lugar los próximos 13, 14 y 15 de septiembre en el vestíbulo del TEM.

El Teatre El Musical se convertirá en un refugio, un asentamiento para ESE OTRO LUGAR Antes todo esto era campo vol.III, donde la formación de artes vivas explora el rol del ser humano como agente geológico y su relación con el tiempo y la tecnología. En el transcurso de las 70 primeras horas, el público podrá entrar y salir del edificio, tantas veces como quiera, en el horario en que se halle abierto. En las horas en las que el teatro esté cerrado, se podrá seguir las actividades en el anterior a través de una webcam. 

“La performance conecta con la idea de un asentamiento, un aislamiento voluntario y grupal. Al principio comienzan unos pocos individuos, para que el resto del colectivo se una en las horas posteriores. El grupo crece, se organiza y comparte una dirección”, avanza David Orrico, quien lidera el colectivo.

En este tiempo, la intención es hacer comunidad y generar un simulacro escénico de tiempo dilatado como ejercicio de introspección. La formación se dedicará a despiezar aparatos electrónicos como forma de meditación y conocimiento. “Por un lado -distingue Orrico-, es un acto individual, donde cada cual estará concentrado en su objeto como una forma de mindfulness donde se focaliza en lo milimétrico del aparato electrónico, en descifrarlo. Lo definimos, lo catalogamos y buscamos de qué año es. Por otro lado, habrá una serie de actividades que compartiremos, como la lectura de textos, el ejercicio físico, y la tranquilidad”.

Un site-specific de dos horas

Al final de la performance, se llevará a cabo la pieza escénica en las dos horas restantes. La sensación, en palabras del portavoz de Colectivo Nerval, “es la de tratar de virar del yo presente al nosotros atemporal y extender la pregunta al público”. En el site-specific final, se descubrirá  un encofrado que se ha ido rellenando con todas las piezas extraídas de los materiales electrónicos. Esa acumulación habrá ido generando estratos, una suerte de bloque de piedra conformada por tecnología. 

“La revolución tecnológica ha tenido un impacto visible en la corteza terrestre que será descubierta por otras civilizaciones en el futuro. Vamos a observar nuestra tecnología con la mirada limpia de una futura generación, que nos permita, quizás, imaginarnos otra forma de estar en el mundo”, avanza Orrico.

ATEEC V3 es, en definitiva, una invitación al público a la posibilidad de imaginar otros futuros posibles donde nos rijamos por un sistema diferente del actual, marcado por un capitalismo acelerado.

Materiales reciclados y aportados por el barrio

Más del noventa por ciento del material empleado por los y las performers va a ser reciclado. Parte de esa tecnología va a ser cedida por el público, que ha podido acercarse al TEM a dejarla desde el martes hasta hoy, jueves. La propia escenografía también es reciclada, porque hay una voluntad de reutilización en el colectivo. 

Nerval se define como un colectivo de personas que colabora en la creación de propuestas de artes vivas mediante talleres de investigación y proyectos site-specific donde parten de las artes híbridas o vivas como un medio de autoconocimiento, reflexión, análisis, crítica y expresión en una sociedad sana.

Antes todo era campo parte de una idea de trabajo teórico continuado para repensar nuestra relación con la naturaleza. En la primera entrega proponían una instalación interactiva, un concierto y una experiencia escénica con fines reflexivos para humanos y plantas a fin de encontrar una reconexión posible. 

La segunda fue un proyecto site-specific inmersivo que adoptó el vestíbulo del Teatre el Musical como esqueleto. En su interior se desplegó un hinchable gigante a partir del cual se realizaba un recorrido por el edificio y a través de auriculares, se proponía a la audiencia reflexionar sobre los  ritmos naturales que se han desplazado en nuestra sociedad. 

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