VALÈNCIA. Durante toda la legislatura la portavoz del PPCV, Isabel Bonig, se ha desfondado tratando de situar sobre el Govern del Botànic la sombra de la inestabilidad, del enfrentamiento o la crisis. Ya no les queda voz a los pobres, ni argumentos para sostener esa idea. Llegaron incluso a bautizar o a renombrar al actual gobierno como el "Gobierno del Titánic". Cada vez que los populares tienen una oportunidad, bien desde la trona de les Corts, en cualquier entrevista, micrófono o encuentro público aprovechan para intentar acuñar este término. El vaticinio era que este gobierno no llegaría nunca a ningún sitio, le pronosticaban un recorrido corto y catastrófico.
No obstante, el reciente acuerdo alcanzado entre los partidos que integran el Consell (PSPV-PSOE y Compromís) y Podemos en torno al proyecto de Presupuestos de la Generalitat Valenciana para 2019 da al traste, definitivamente, con la estrategia comunicativa del PP. Estamos ante el gobierno más plural y más estable que hemos tenido los valencianos y valencianas desde hace mucho tiempo.
Si echamos la vista atrás, la pasada legislatura, con mayoría absoluta del PP, arrancó con un presidente que duró más bien poco. Francisco Camps, lastrado por los casos de corrupción, dejaba paso a Alberto Fabra, un cambio que no esquivaría tampoco las sucesivas crisis de gobierno hasta la pérdida del Ejecutivo por parte del PP en mayo del 2015. La debilidad del anterior Consell era tal que hasta se llegó a contratar a un detective para comprobar si se espiaba en presidencia, buscando al famoso topo del Palau que, al parecer, filtraba las miserias de un ejecutivo en descomposición.
Así pues, en contra de las opiniones que apuntaban a que las mayorías absolutas son garantía de estabilidad, el actual Consell ha demostrado que esto no es cierto. Y esta afirmación hay que destacar que se basa en un ejercicio de responsabilidad extrema de los dirigentes de las tres fuerzas políticas que firmamos el acuerdo del Botànic.
El PP, tras 20 años de gobierno en la Comunitat Valenciana, nos dejó más pobres -y no sólo económicamente-, nos dejó más pobres éticamente, nos dejó más pobres socialmente y nos dejó más pobres reputacionalmente. Fuera de nuestras fronteras a los gobiernos del PP valenciano se les veía como el paradigma de la corrupción, de la gestión nefasta y del despropósito.
Hoy, tres años después, el gobierno valenciano genera confianza en nuestro tejido económico, es ejemplo de políticas sociales, y somos un referente en cómo se puede configurar un ejecutivo con fuerzas políticas diferentes que anteponen el interés de los ciudadanos por encima de los propios. El llamado modelo valenciano.
Aquel acuerdo que gestamos en el Botànic goza de muy buena salud, y así lo acreditan también las múltiples encuestas que día tras día van apareciendo en la Comunitat Valenciana.
A través del juego político se ha buscado el consenso y la viabilidad de los cambios que necesitaba nuestro país, y así, consecuentemente se alcanza como resultado final un proyecto sólido y con garantías de futuro. Es la política en mayúsculas. Una política que no sería posible sin los dirigentes que la sustancian. La figura de Ximo Puig especialmente, un presidente de todos los valencianos y valencianas, solvente, honesto y eficaz. Y el trabajo de la vicepresidenta Mónica Oltra, incansable siempre. Personas cercanas y que conocen bien tanto la geografía de nuestro País como a sus ciudadanos y sus problemas. Junto a ellos las direcciones de las tres fuerzas políticas y la tarea no suficientemente reconocida del grupo parlamentario de Podemos, sin el que nada de esto habría sido posible.
Con el Presupuesto de la Generalitat valenciana para 2019 se consolida pues el cambio iniciado en 2015, se blinda el Estado del Bienestar y se señala el cambio por el que tenemos que transitar hacia un futuro mejor.
Se demuestra que otra forma de hacer política es posible y se cumple la palabra dado a los valencianos y valencianas cuando cerramos en el Botànic un acuerdo que pretendía mejorar, ante todo, la vida de los valencianos y valencianas. Me atrevería a decir que de todos los Gobiernos de coalición que actualmente conforman el arco parlamentario nacional y autonómico es el que mayores cuotas de estabilidad y de éxitos pueden presentar.
El Titanic acabó naufragando en las frías aguas del Atlántico, pero este Titanic ha llegado a buen puerto. Decía Shimon Peres en relación al naufragio de la socialdemocracia que vaticinaban permanentemente los radicales israelitas que era imposible que la socialdemocracia naufragara porque la socialdemocracia era, más bien, como el mar.
Recuerdo gratamente cuando tejíamos los acuerdos iniciales de este proyecto llamado Botànic. Las múltiples reuniones con Compromis y Podemos. Posteriormente como confeccionábamos el "mestizaje" de un gobierno que se moría de ganas de empezar a cambiar las cosas en nuestra tierra. Se moría de ganas por reparar, reconstruir y renacer. Seguro que muchas cosas quedan por hacer, seguro que muchas se hubieran podido hacer mejor, pero ahora podemos decir con orgullo, con la cara bien alta, que los valencianos y las valencianas hemos llegado a buen puerto.
Así que señores prestidigitadores del PP, lo sentimos mucho por ustedes, pero este "Titánic" que tanto deseaban que se hundiera, en esta historia ha llegado a buen puerto.
Alfred Boix es diputado autonómico y portavoz adjunto del PSPV en Les Corts.