El grupo inversor HA COMPRADO NAU, ACINELAV Y OBINESA

El volantazo de Atitlan: de ignorar a liderar el ladrillo en solo cinco meses

9/08/2017 - 

VALÈNCIA. El grupo inversor Atitlan exhibió este martes una rotunda apuesta por el sector inmobiliario con la compra del 55% de Obinesa, la antigua Lubasa. Su entrada en la histórica enseña de la familia Batalla -revelada en exclusiva por Valencia Plaza- le otorga el control de las constructoras Becsa y Durantia, la azulejera Saloni y la división de materiales Origen; adquisiciones que suma a los activos de NAU y a los terrenos recién comprados en el PAI del Grao de València para ostentar una repentina posición de liderazgo en el ladrillo.

Su interés inmobiliario es de lo más reciente. No fue hasta marzo del presente 2017 cuando la compañía de Aritza Rodero y Roberto Centeno -yerno de Juan Roig- desembarcó en el sector con la toma del control de Nuevas Actividades Urbanas (NAU). Con anterioridad la firma no había discurrido por esta vía: ni durante sus inicios centrados en la alimentación ni cuando trató de virar hacia la sanidad.

Atitlan comenzó en 2006 al calor de Mercadona, con el rol de invertir en proveedores estratégicos de la cadena de supermercados y facilitar así su rápido crecimiento. En esta primera etapa sus inversiones se centraron casi exclusivamente en la industria y en el sector agroalimentario. Pero de forma repentina decidió replegarse, hasta el punto que a mediados de 2013 salió, con apenas meses de diferencia, de tres de los principales proveedores de la enseña en los que participaba (Ibersnacks, Naturvega y Dafsa). Más tarde también desinvertiría en Bynsa. La firma inversora se vio en la necesidad de encontrar oportunidades en nuevos sectores para aprovechar la liquidez de la que disponía.

Uno de los negocios que pasó a estar en el centro de su diana de inversión fue la sanidad privada, aunque nunca lograría materializar una operación importante. Cuando más cerca estuvo de conseguirlo fue en 2011, año en el que participó junto a la aseguradora Asisa en la puja que los propietarios de Ribera Salud -por entonces CAM y Bancaja- abrieron para salir de su accionariado. Pero perdieron contra Capio, controlada por el fondo de capital riesgo británico CVC, que finalmente tampoco completó la compra. 

Su único periplo en el sector no llegaría hasta 2016, y fue muy breve. El fondo entró en el accionario de Hospitales Nisa con una participación superior al 5%, pero el posterior desembarco de la catalana Vithas la llevó a vender. Eso sí: fue una derrota dulce, con 5 millones de euros de ganancia en solo 6 meses. Ahora, con la compra de Obinesa, se da la paradoja de que Atitlan adquiere una participación en Ribera Salud II UTE, donde Durantia conservaba una participación del 2% heredada del paquete que se quedaron las constructoras del primer hospital que se construyó para funcionar con el conocido modelo Alzira.

La operación de Nisa fue tal vez la más importante de Atitlan desde sus inversiones en los proveedores de Mercadona. Ha sido un largo periodo en el que la compañía ha sonado en muchas quinielas de inversión sin materializar demasiadas operaciones, hasta el punto que ha dado tiempo a que se recupere el sector al que siempre le dio la espalda: el inmobiliario. De forma casual o intencionada, Atitlan ha llegado con una importante liquidez al repunte del ladrillo, en el que ha desembarcado con contundencia aprovechando las oportunidades que aún presenta el sector más arrasado por la crisis.

Toma NAU por 4,3 millones

Fue en marzo de este año cuando Atitlan hizo su primera incursión en el sector con la compra de NAU a Bankia y a las familias Ferrando y Quesada (Gesfesa). NAU es, a través de la firma Navisa, propietaria de importantes activos inmobiliarios en la provincia de Valencia. Posee una participación minoritaria de Oceanic Center -la empresa que posee el complejo comercial, hotelero y de ocio Aqua Multiespacio-; el 50% de Valencia Natura Park -dueña del centro comercial Arena Multiespacio-; y la mitad de la firma Vega Cullera SL -promotora del llamado Manhattan de Cullera-.

La entrada de Atitlan en NAU se produjo a través de una ampliación de capital de 4,3 millones de euros en la sociedad Demeter Áurea, la matriz que controlaba el 84,51% de las acciones de NAU tras aportar Bankia el 48,62% y Gesfesa el 35,89% restante. El grupo inversor no dio más detalles de su entrada en NAU, que arrastraba una deuda de 48 millones de euros -según sus cuentas de 2014, las últimas presentadas-.

100.000 metros en el Grao por 30 millones

Por otra parte, el consorcio empresarial liderado por Atitlan dio la sorpresa la semana pasada al adjudicarse los terrenos de la concursada Acinelav Inversiones 2006 ubicados junto al circuito urbano de Fórmula 1. Se trata de alrededor de 100.000 metros cuadrados del PAI del Grao de València, la mayor superficie por urbanizar junto a la costa del núcleo urbano de la ciudad.

Atitlán se llevó el gato al agua pese a que su oferta económica había quedado entre las últimas posiciones de la fallida subasta realizada para la venta directa de los terrenos. En cualquier caso, ni la transacción definitiva respondió al baremo inicial ni los competidores que quedaron por delante de Atitlan pagaron los importes por los que habían comprometido.

La compañía de Centeno y Rodero no concretó el importe que su consorcio pagará por los activos, si bien se estima que la cifra se mueva en la horquilla en la que pujaron las ofertas más ajustadas -algo menos de 30 millones de euros-.

La fortuna ha querido que, contra pronóstico, Atitlan lograra materializar la operación del Grao casi a la vez que su entrada en Obinesa, el holding con el que se convierte -en tiempo récord- en uno de los referentes inmobiliarios de la Comunitat Valenciana.

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