Esta falsa primavera que nos habita está pasando cargada de virus respiratorios, de gripe, bronquitis y neumonía. Los centros sanitarios están a rebosar de usuarios, los hospitales, llenos de personas ingresadas. Esta falsa primavera está atravesando el entorno envenenando el aire de ponentà y desesperanza. Son las conversaciones que se cruzan en los parques de la ciudad mientras paseas a tu perro. Pancho, por fin, ha reanudado sus visitas al Parque Ribalta, a pesar de soportar la artrosis irreversible que ataca sus patas traseras. Caminamos despacio, nos detenemos por cualquier motivo, y buscamos los cúmulos de hojas secas, que a Pancho le gustan por su revuelo y sonidos.
El pasado lunes tuvimos la paciencia de seguir el discurso de investidura de Trump, en el Capitolio, en el mismo espacio que asaltaron aquella turba de la extrema derecha trumpista, provocando la muerte de varias personas y numerosos heridos. Una legión de ultras armados, con artefactos explosivos instalados en el exterior del Congreso, todos seguidores de Trump, que perdiera aquellas elecciones presidenciales. Hoy, este grupo de asaltantes y delincuentes han sido indultados por el nuevo presidente de EEUU, el mismo que ha anunciado la salvación y la llegada de una auténtica época dorada para el país.
La preocupación y la rabia marcaron el transcurso de las palabras del amo del gran poder mundial. Trump, ese personaje especializado en la demolición y en los muros. Ya dijo una vez que “el más grande constructor del mundo soy yo”. El planeta contiene la respiración. Prepotencia, soberbia, populismo y mala educación. Malos augurios en esta mezcla que remarca el perfil fascista y fantoche de Trump. El país que presume de la gran democracia está viendo como su presidente se mofa de los derechos ciudadanos, insultando y amenazando las libertades y a la sociedad con esa arrogancia en el gesto de quien posee una superpotencia y quiere ser el único amo del mundo.
La entronización de Trump ha sido la puesta en escena de la llegada del emperador dispuesto a arrollar a todo contrario, dispuesto a levantar un imperio miserable. Comenzamos un nuevo ciclo de alto riesgo. La peligrosidad que presagia el nuevo residente de la Casa Blanca dibuja un futuro incierto, de gran preocupación. Contengamos la respiración. Como en las historias de todos los patronos. Plata o plomo. Europa debe prepararse para el abordaje de Trump a todas las instituciones y gobiernos.
Las primerísimas y sumarísimas decisiones que ha firmado Trump producen escalofríos en muchos casos, diseñando tiempos difíciles para los derechos y las libertades, así como para el libre desarrollo de la política internacional. El presidente estadounidense ha firmado sin misericordia demasiados agravios y amenazas, generando una desazón insoportable, aglutinando y promoviendo los poderes fascistas globales, incluyendo nuestra cuota ultra, cada vez más ascendente.
"Ya dijo el gran Camilleri en una entrevista que la izquierda es el único ser que se reproduce por escisión". Pero el escritor siciliano añadía también en esa entrevista que en esa reproducción por escisión cada vez disminuía más el peso de la izquierda. En los momentos cruciales que estamos viviendo, la escisión y confrontación de la izquierda aporta más angustia ante un devenir cargado de desasosiego. Recuperando también al magistral historiador Josep Fontana, que tanto nos ha iluminado sobre el futuro, lo que tengamos será lo que habremos merecido. Fontana advirtió y constató el retroceso acelerado de los derechos ciudadanos, remarcando la necesidad de unidad entre los movimientos sociales y la izquierda para frenar el imparable avance del neoliberalismo y la ultraderecha.
Mientras la derecha y su ultraderecha cabalgan unidas y el capitalismo avanza, las políticas sociales y los derechos retroceden en un escenario donde la izquierda se ve incapaz de construir una casa común y un futuro sólido. Somos un motor referente económico, pero crece la brecha social y económica, cada vez somos más desiguales, más ricos y más pobres, los niveles de pobreza son alarmantes, y la percepción ciudadana de que las políticas progresistas no solucionan ni transforman la realidad lleva a la decepción y desconfianza. Una realidad globalizada que precisa urgentes respuestas.
Los predicadores mediáticos están sembrando el relato ultraderechista, desvirtuando la realidad, promoviendo el odio y dando respuestas populistas al cabreo ciudadano. Están adiestrando y aglutinando. Mientras, en la izquierda urge la cohesión, el mismo relato, un proyecto común económico y social que atraiga a la mayoría ciudadana. Escuchar, respetar, confluir y sumar debería ser el reto, el gran objetivo. No hay que olvidar que la historia del pasado siglo, y la más reciente, nos ha mostrado cómo morir matando y, también, cómo mejorar el futuro de este país, de Europa y de este mundo. No perdamos la lucha ni la esperanza ante el futuro inmediato, ese país extraño.
Mi vecina Carmen es la gran autora de este artículo. Sus opiniones y cabreo generalizado son certeros. Seguimos juntas el discurso de Trump, nos asustamos juntas y discutimos juntas sus ignominiosas decisiones. Ayer comimos sopa de caldo de cocido y berenjenas rellenas de carne con bechamel. Manjares para un encuentro en el que las dos estábamos alteradas por todo. Carmen dijo que era la ponentà que nos persigue, que no puede suceder en una misma semana lo de Trump y lo del PP, Junts y Vox votando en contra de las pensiones y las subvenciones del transporte público, entre otros temas del decreto ómnibus. Mi vecina, al final, también mostró su rebote con la izquierda, porque piensa que si estuvieran unidos otro gallo cantaría.
Buena semana. Buena suerte.