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La nave de los locos / OPINIÓN

En el castigo llevarán la penitencia

Foto: EVA MÁÑEZ

Los socialistas valencianos han acabado siendo los tontos útiles de Compromís. Las leyes de Plurilingüismo y de la Función Pública, auspiciadas por los nacionalistas, dejan al PSPV en una delicada situación. Tienen todo que perder y nada que ganar con estos dos proyectos que dividen a la sociedad por causa de la lengua

26/02/2018 - 

En estos días en que florecen los almendros y la primavera tarda en llamar a la puerta, salgo a la calle y formulo la siguiente pregunta al primero que pasa:

—¿Conoce usted algún partido de izquierdas que se preocupe de los problemas reales de la gente y no se avergüence de ser español?

La gente me mira como si estuviera loco y, sin dirigirme la palabra, acelera el paso. Hasta hay una abuela que me toma por un acosador y amenaza con denunciarme a la Guardia Civil. Pero yo sigo intentándolo una y otra vez, haciendo la misma pregunta sin descanso, hasta que doy con un hombrecillo muy simpático y de voz atiplada, que me contesta:

—¿No ha leído hoy los periódicos?

—¿Leer yo la prensa? ¡Por quién me toma! ¡Soy una persona seria!

—Usted, perdone, no pretendía ofenderle —dice—. Si tiene ocasión entre en un bar, pida el periódico y tendrá la respuesta a su pregunta.

Y el hombrecillo llevaba razón porque ese día la prensa regional —la de papel y la digital— informaba de dos leyes del Gobierno autonómico: la de Plurilingüismo y la de la Función Pública. Ambas normas apuntan en una misma dirección: convertir la lengua en un arma de confrontación ideológica, aun a riesgo de dividir la sociedad.

Los nacionalistas llevan el timón del Consell

Mientras tomaba un café, me percaté de que las informaciones iban ilustradas con las fotografías de dirigentes de Compromís, autores intelectuales y beneficiarios últimos de esos proyectos. Me dije que sus compañeros en el Consell, los socialistas, habían sido comparsas en estas iniciativas políticas como en tantas otras. El timón del Gobierno valenciano lo llevan, desgraciadamente, los nacionalistas, a quienes se les debe reconocer la voluntad y la firmeza para llevar a cabo su proyecto ideológico, muy similar al emprendido por el delincuente fiscal Jordi Pujol en los años ochenta con los resultados de sobra conocidos en Cataluña. 

En 2019 sólo habrá dos posibles opciones de gobierno. Una estaría liderada por Compromís, con el apoyo de los socialistas. La otra, un Ejecutivo de PP y Ciudadanos

Salí del bar y crucé por delante de la Casa del Pueblo del municipio en el que vivo. Pude ver a dos ancianos jugando a las cartas en su interior. El PSPV es un partido viejuno que vive anclado en un pasado irrepetible. A poco más de un año de las próximas elecciones autonómicas, los socialistas de Ximo Puig avanzan, con paso firme e impasible el ademán, hacia un desastre electoral, a lo que comienzan a estar acostumbrados. Puig, que ha mantenido un digno perfil institucional como presidente de la Generalitat, no volverá a repetir en el cargo.  Como corroboran algunas encuestas —entre ellas, la reciente de Valencia Plaza sobre las futuras elecciones municipales en València—, los socialistas caerían al cuarto puesto en las preferencias de los electores.

Foto: EFE

Este progresivo deterioro, perceptible también en el resto de España, es comprensible porque el PSPV se ha dejado comer el terreno por sus socios de gobierno. Los nacionalistas reaccionarios de Compromís lideran de facto el Consell. ¿Por qué un partido supuestamente de izquierdas ha permitido que la lengua se utilice para dividir a la sociedad? ¿Qué beneficios electorales piensa sacar de ello? ¿Cree el PSPV que los obreros de Torrent, Elche y Requena aplaudirán esta política? Es difícil hallar gente con tan escasa perspicacia para comprender las demandas de sus votantes. Se merecen, claro está, el castigo que les espera en junio de 2019 por haber traicionado a muchos de sus electores, que son castellanoparlantes y no entienden de sutilezas identitarias.

Dos opciones de gobierno para 2019

Dentro de poco más de un año sólo habrá dos opciones de gobierno en la Generalitat. El primero estaría presidido por Mónica Oltra, auxiliado por los restos de un socialismo agonizante. Su objetivo sería continuar el proyecto de ingeniería social y lingüística puesto en marcha esta legislatura al dictado de los vecinos del norte. La segunda opción consistiría en un Ejecutivo de centro-derecha con el PP y Ciudadanos. En cualquiera de las dos opciones, el PSPV desempeñaría un papel irrelevante, bien como muleta de Compromís, bien como segunda o tercera fuera de la oposición.

Aunque ya muy pocos lo recuerden, el PSPV llegó a gobernar esta tierra durante tres legislaturas. Nada se movía sin su consentimiento, desde las cajas de ahorro hasta las asociaciones de vecinos y consumidores, el mundo del arte y la cultura, los sindicatos, la patronal y gran parte de la prensa. Nada queda de aquel partido liderado por los Lerma, Císcar, Asunción y Romero. Hace tiempo que los sucesores de aquella generación dilapidaron la herencia —un tanto envenenada— que recibieron. Hoy se limitan a gestionar una derrota a plazos sin que se note demasiado. Pero no engañan a nadie. El PSPV ha dejado de ser alternativa de poder en la Comunidad Valenciana. Le ocurrirá como a su partido hermano en Cataluña, que pagó el error de pertenecer al tripartito. A los dirigentes del PSPV pronto se les pondrá cara de cesantes. Entonces seré el primero en recordarles que estaban avisados y que no hicieron nada por evitar el desastre.

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