Así reza parte de la lírica de todo un himno. El gran Camarón de la Isla con su ‘Volando Voy’ no pudo acertar mejor esa realidad que a veces ocurre, esos sentimientos encontrados y unidos de amor y dolor.
Esta semana especialmente el amor ha estado revoloteando en mí día a día. El amor y el dolor porque soy de las que piensa que no hay amor puro sin dolor. Ambos van cogidos de la mano. Y es que tan enamorada me siento a veces de la vida en general por lo maravillosa que puede llegar a ser, como de repente siento un dolor terrible y profundo con hechos que nos llegan y que suelen solo de pensarlos.
Me refiero a actuaciones humanas que a priori me cuesta entender. Lamentablemente podría enumerar varias esta semana, pero me voy a centrarme en una: me refiero al terrible caso que ha saltado a la luz recientemente y que no me quito de la cabeza ni del corazón. El escándalo de Oxfam GB y los abusos sexuales.
Duele y mucho. Y no sólo duele la pérdida de 1.200 afiliados a esta organización o el riesgo que van a tener para seguir recibiendo ayudas del gobierno británico a pesar de sus comunicados y de hacer público en varias cartas sus protocolos de actuación. A mí eso es lo que menos preocupa aunque sea consciente que estas acciones manchan injustamente el trabajo y la labor de muchos años y de muchos profesionales en terreno.
A mí me duelen las víctimas, esas personas destrozadas, esas personas abusadas, esas personas humilladas, esas personas sin opción de elegir, esas personas desesperadas tras el terremoto de Haití en 2010, ese abuso que no tiene nombre. Eso me duele.
Igual que me enamoraron acciones humanas que rescataron y siguen ayudando a rescatar a este país, me duelen actuaciones humanas que rozan, en mi opinión, lo inhumano.
Aprovecharse de alguien en una situación tan terrible, tan débil, tan vulnerable donde lo ha perdido todo… pagar, o no pagar, por unos servicios de prostitución en un entorno tan deteriorado y destruido es algo inhumano
Duele leer los periódicos o escuchar en la radio este tipo de noticas por la gravedad del asunto como por la desconfianza que supone para todo el sector de la cooperación y el efecto que supone para otras entidades que nada tienen que ver.
Aprovecharse del débil o beneficiarse de determinadas acciones bajo el paraguas de la cooperación o de la ayuda a los demás es lo más bajo donde puede caer el ser humano.
Lo que más me duele es pensar que lo que ha sucedido en Haití o en el Chad puede haber ocurrido en otros entornos y tras otras catástrofes y que nunca hayan salido o saldrán a la luz. Pero volvamos a hablar del amor.
Como digo tengo que reconocer que yo soy de las que piensa que el amor puro y el amor real van de la mano del dolor. Llámenme masoca pero así son mis experiencias y mi relación con el amor. Quizá sea un amor insano o un amor que se puede cuestionar. Pero en mi cao van unidos de la mano. Ninguna de mis historias de amor ha estado exenta de sufrimiento, no he vivido ninguna historia amor sin dolor.
Este binomio de amor y dolor lo puedo extender a muchas otras facetas de mi vida, no solo a las relaciones emocionales, afectivas y de pareja.
En el Día de los Enamorados, sin ir más lejos, me ha servido de excusa para hacer un repaso y recordar lo enamorada que estoy de la vida en general y de mi vida en particular aunque a veces duela y mucho, pero sigo enamorada. Enamorada de lo que hago, de lo que vivo y de lo que respiro. Al final del camino y, como siempre he dicho, es una vida elegida. Elegida tanto en el plano personal como profesional
Sin ir más lejos también siento este amor y este dolor en el ámbito profesional y laboral. Aunque el Día de los Enamorados lo eclipsa todo, esta semana se ha celebrado el Día de la Radio, el 13 de Febrero.
Y no miento si aseguro que me siento enamorada de mi trabajo aunque a veces me duela también. Me siento afortunada de haber podido elegir mi profesión y poder vivir de ella como periodista en la radio y con colaboraciones como las que hago cada semana en este medio. Me siento una privilegiada.
Mi trabajo me hace estar viva cada día, conocer el pulso del entorno donde viva, mirar la vida con otros ojos, y estar en alerta continúa para ver dónde hay noticia en la vida cotidiana. Mi trabajo es la mejor plataforma para conocer gente nueva, interesante la mayoría de las veces, descubrir historias nuevas y diferentes… y poder contarlas aunque a veces estas historias duelan.
Pues así he pasado esta semana enamorada y con dolor.
La semana que bien… ¡más!
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