Acabaron Arquitectura en la UPV en 2008 y se marcharon al delta del Yangtsé buscando proyectos más ambiciosos. Con una oficina ya consolidada en China, Natalia Moreno y Germán Roig abren una ventana en Europa desde València
VALÈNCIA.-En los márgenes de la antigua carretera de Llíria que cruza Burjassot crecen bloques obreros de los años setenta en un lado de la carretera y en el otro, pequeñas casas de cal con molduras de colores crudos. Más viviendas que talleres se reparten en las plantas bajas de este lado de la avenida, a cinco minutos del campus de ciencias de la Universitat de València.
Puede resultar sorprendente que entre estas calles se ubique el estudio de arquitectura Raams, en el que Natalia Moreno y Germán Roig llevan a cabo sus proyectos. Sin embargo, la joven afirma con rotundidad: «Para nosotros tiene mucho sentido estar aquí». Desde la calle, la fachada de su nueva oficina, una clásica carpintería ahora remozada, destaca por el cuidado de su interior. «Todos los materiales utilizados en la renovación los hemos obtenido a menos de veinte quilómetros de distancia», cuentan. Una vuelta a lo local que aplica técnicas al detalle sin renunciar a la tradición.
El estudio-taller de Raams Studio está presidido por una enorme mesa de madera y estantes repletos de muestras de materiales, maquetas y pequeños objetos de madera. Todo diseñado por el estudio y ensamblado en el taller. «Cuando me gradué, llevaba dos años trabajando en un despacho donde hacíamos mucha rehabilitación de edificios históricos de València». A la incertidumbre por la crisis se unieron las ganas por proyectar arquitecturas más ambiciosas. Estudiamos distintas posibilidades, entre ellas quedarnos en Europa, pero una serie de circunstancias y la curiosidad por otras culturas nos llevaron a Shanghái», explica Germán Roig.
El confinamiento provocado por la pandemia de la covid-19 aceleró sus planes de expandirse a València e instalarse en una carpintería, otra singularidad de esta oficina que ha visto un horizonte más allá del manido coworking, generando verdaderas sinergias entre el estudio y el taller. Al fondo de la mesa, un ventanal se aboca a la carpintería, como si fuera un restaurante con cocina abierta.
«En Europa no hay nadie más preparado que quien estudia arquitectura en España. Cuando te vas fuera, eres un valor añadido en cualquier empresa por la combinación virtuosa entre la técnica y el concepto». Su generación se graduó mientras estallaba la burbuja inmobiliaria: «Todo el mundo se marchó a Reino Unido, Bélgica o Países Bajos. Pero ahora la mayoría está más estable; muchos, como nosotros, trabajando para ellos mismos y centrados en una especialidad».
Según cuentan, en los últimos años, al menos en Asia, ha habido un efecto retorno: «En China se primaba mucho la parte creativa y conceptual; muchos estudios solo buscaban proponer ideas arriesgadas que no pasaban del render. Esos arquitectos han regresado a sus países y nos hemos quedado los que combinamos la parte conceptual de los proyectos junto a la técnica y la constructiva».
Su experiencia en China les ha servido para enriquecer su bagaje y ampliar su capacidad de sorpresa a los clientes pues «allí las empresas buscan singularidades para destacar. En Shanghái han evolucionado mucho en el diseño en las últimas décadas; el nivel que requieren en el detalle del diseño enriquece la ciudad».
A la hora de proyectar, la distancia entre València y China no ha sido óbice para que su principal referencia sea la luz del Mediterráneo. «Hemos llevado a China la manera de vivir y de intercambiar relaciones basada en la calidez de aquí», matiza Natalia Moreno. «En Asia se aprecia mucho el estilo nórdico y el minimalismo japonés, pero hay unas líneas muy finas que nos han empujado a reivindicar nuestros orígenes: usar los materiales casi sin tratarlos, imaginar primero en cómo vamos a hacerlo confortabale, abrir el espacio para que entre la luz…», completa Germán Roig, quien añade: «Actuamos como embajadores de València y la cultura mediterránea».
La mayoría de empresas extranjeras que trabajan en China se ha expandido desde sus bases locales, pero Raams Studio siguió el camino inverso: empezó en Shanghái y ahora da el salto a Europa. «Tenemos nostalgia estando en China, y a la vez queremos traernos sus nuevas ideas aquí». Siguiendo su metodología, no importa si se trata de una casa o una oficina: «lo importante es diseñar poniendo en el centro la experiencia del usuario, atendiendo el contexto, el confort, la acústica, la iluminación, las instalaciones y el concepto».
Natalia Moreno: «Hemos llevado a China la manera de vivir y de intercambiar relaciones basada en la calidez de aquí»
En los proyectos de Raams se solapan programas, perfiles sociales, funciones y materiales dentro de un espacio, para lo que se han inspirado en el arte del assamblage. «Tener gente diferente conviviendo en un espacio necesita del trabajo de un arquitecto; nosotros construimos esas comunidades». «Probablemente para otras generaciones de arquitectos el entorno se reducía a lo físico pero ahora para diseñar cualquier edificio es primordial analizar el contexto. No se trata solo de algo material; ensamblamos para poner en conjunto todas las variables para que el espacio funcione y sea confortable».
Sucedió así en uno de los proyectos de los que se sienten más orgullosos: «Hace seis años NIO, una escudería de Fórmula 1 eléctrica, quiso dar el salto como marca de coches eléctricos en China. Se pusieron en contacto con nosotros para diseñar un showroom pero con un hándicap: los modelos no se habían hecho públicos y no podíamos verlos. Nos convertimos en especialistas en crear visiones espaciales a partir de las visiones de negocio. Ideamos un showroom diferente, donde el espacio genera una comunidad y los clientes sienten que pertenecen a la comunidad y así se fidelizan».
Y como en ningún lugar se está mejor que en casa, plantearon un hogar tamizado por el Mediterráneo, en el que se superponen desde una biblioteca, una zona infantil o una cafetería hasta la exposición de los coches. «Se generaron dos mundos, uno más tecnológico y minimalista, y otro más enfocado a ‘estar a gusto’, con tonos cálidos y maderas. Esto es lo que llamamos architectural branding, en el que partimos del análisis de la marca para que la arquitectura forme parte del producto».
«El objetivo era entrar a un concesionario y que no te sintieras como en un hospital, algo deshumanizado. Nuestra premisa era generar un espacio atractivo para entrar, tocar y aprender. Hemos acabado acompañando a visitas al edificio de clientes de la marca porque estaban maravillados con el diseño; nos dijeron que se notaba que no lo había diseñado alguien de allí».
Germán Roig: «Se trata de involucrar al cliente en el proceso, para que esté a gusto y el resultado se corresponda con lo que estaba buscando»
Esa colaboración con NIO para diseñar sus buques insignia en China les ha llevado a trabajar con otros clientes como Huawei, para el que han diseñado la tienda más grande de China en Shanghái. «Después de diez años allí, tenemos interiorizadas sus pautas y comportamientos, pero trabajamos codo a codo con arquitectos locales. Ahora tenemos cinco proyectos en marcha y seguimos teletrabajando», concretan.
¿Diferencias entre el Mediterráneo y el mar de la China Meridional? «Hay una constante importación de ideas adaptadas a la cultura asiática; muchos clientes tienen una visión de negocio todavía no vista en China y para estos proyectos somos el aliado perfecto. Por el contrario, aquí todavía cuesta ser receptivos ante ideas nuevas o desconocidas».
Ya que este año las vacaciones del Año Nuevo Chino eran inmediatamente después de Navidad, Roig y Moreno decidieron alargar su estancia en València. Lo que no se imaginaban es que fuera durante tanto tiempo. «El diseño de nuestro estudio-taller lo hicimos el verano pasado. Lo planeábamos hacer por fases, pero no nos quedó otra que acelerarlo todo porque necesitábamos trabajar desde aquí», explica Natalia Moreno.
Ambos detallan que no sabían que se iban a quedar tanto tiempo pues «cuando parecía que iba a ser algo concentrado en Wuhan, pensamos en marcharnos en marzo y ante la duda lo fuimos posponiendo. Ahora ya nos hemos adaptado y podemos teletrabajar desde València y desde Shanghái indistintamente». Tanto es así que si antes venían dos o tres veces al año para estancias de dos semanas, «ahora nos pasaremos más tiempo aquí pues el confinamiento nos ha servido para aprender que no hace falta ir y venir tanto y para que los clientes comprobaran que se pueden mantener reuniones a distancia».
Mientras tanto, ahora dibujan la Belgium House, una unión de cinco empresas belgas que tienen presencia en China y quieren unirse en un único espacio que sirva de exposición de las marcas, aunque «aparentemente no lo parezca ya que se basa en una auténtica casa». Entusiasmado, Roig cuenta que se trata de «un ensamblaje de diferentes productos aunados bajo el concepto de hogar». Situado en un antiguo edificio art déco, Moreno explica que la planta de abajo será una casa con cocina, jardín y salón donde reunirse con los clientes, mientras que en la planta de arriba estarán sus oficinas, y destaca que «al entender ambos contextos, ahora somos un puente entre empresas europeas y asiáticas».
Sin embargo, los arquitectos también quieren traer nuevas ideas aquí porque «hacemos arquitectura, interiorismo y muebles», algo que en València no es tan usual. «Esto es una evolución en el mundo de la arquitectura: no podemos desligar la estructura y la fachada con el interior, que es donde vas a vivir. Lo de fuera debe entrar dentro, aunque suene como un clásico. Quieres que el espacio se inunde de luz y se refleje sobre los materiales».
«Ayudamos a elegir el mueble e incluso lo diseñamos y lo construimos en nuestro taller, porque es fundamental para el espacio conseguir una unidad entre mobiliario, interiorismo y arquitectura». El arquitecto Tadao Ando dijo que «hasta que una persona no entra al edificio el proyecto no cobra vida». Una frase que a Germán Roig se le ha quedado grabada en la mente: «Nosotros hacemos el espacio para la gente que lo vivirá; prestamos atención a lo que van a ver, lo que van a sentir... Algo que si no te dedicas a la arquitectura es más difícil de prever».
En Países Bajos o Bélgica es normal que los estudios de arquitectura diseñen cualquier parte de una casa, ya sea una extensión de la misma o incluso estancias más pequeñas
«En Países Bajos o Bélgica es normal que los estudios de arquitectura diseñen cualquier parte de una casa, ya sea una extensión de la misma o incluso estancias más pequeñas, como puede ser la cocina, porque es algo que te acompaña el resto de tu vida. ¿Cómo no vas a contratar a un profesional para algo tan importante? En cambio, aquí se ve la arquitectura como algo inalcanzable para todos los bolsillos y creemos que ese pensamiento hay que romperlo».
En este sentido, enfatizan que «un producto de calidad no implica que tengas que pagar más por ello. La democratización de la arquitectura también ayuda a eliminar otros costes: en casi todos los proyectos al cliente le acabamos eliminando gastos que tenían asumidos y que realmente no son necesarios», arguye Moreno. Además, hablan con el cliente, abordan sus necesidades (cómo usa la casa y qué imagina de ella)... «Es como hacer una entrevista para saber cómo viven, porque no es lo mismo si te gusta leer, pintar o cocinar. Es fundamental conocer a la persona para la que vas a diseñar y meterte en su día a día, en sus costumbres. Es muy importante porque al final tu casa ¡es donde vas a vivir tu vida! Y esto es algo que hemos aprendido trabajando con personas de muchas culturas, donde te das cuenta de que no existe una única manera de vivir».
En cuanto al estereotipo de los arquitectos, Roig razona que «es una responsabilidad tremenda, pero nos gusta que los clientes nos cuenten las inquietudes que no saben resolver para darles respuesta —y matiza—. Se trata de involucrar al cliente en el proceso, para que esté a gusto y el resultado se corresponda con lo que estaba buscando».
¿Por qué hay tanta diferencia entre el valor social que tiene el diseño en el norte y el sur de Europa? «Pensamos que es una cuestión de información. En otros países europeos para una intervención urbanística instalan maquetas y paneles. Informan a la ciudadanía sobre qué se va a hacer y cómo afecta a la ciudad, con el objetivo de que las personas entiendan el proceso de creación de ideas que forma parte de la arquitectura», detallan.
En su opinión, el diseño es totalmente desconocido a pie de calle y hay que establecer un diálogo, por lo que creen que la Capitalidad Mundial del Diseño que València organizará en 2022 es fundamental en este proceso pedagógico. De hecho, ambos arquitectos ya se plantean ejercer de puente entre València y Asia.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 73 (noviembre 2020) de la revista Plaza
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