LA OPINIÓN PUBLICADA / OPINIÓN

¿España Suma?

7/09/2019 - 

Cuando se celebraron las elecciones generales de abril, pocos podían suponer que en cosa de unos meses estaríamos otra vez a la expectativa de repetir el proceso electoral. Pero aquí estamos, en espera de dilucidar de una vez por todas si esta demora de meses para simular que se negocia algo responde a una maquiavélica estrategia negociadora del PSOE o es mera obsesión por el "relato" de los hechos, una vez asumido que los hechos no importan demasiado.

Los hechos, recordemos, son que Pedro Sánchez adelantó las elecciones al mes de abril con el propósito explícito de parar a la extrema derecha, sustanciada en el agresivo discurso, émulo de Vox, que ya entonces desplegaban PP y Ciudadanos, y en la amenaza de que estos tres partidos lograsen sumar suficientes apoyos para gobernar. La apuesta le salió bien a Sánchez: el PSOE ganó unas elecciones generales por primera vez desde 2008, obtuvo una ventaja enorme respecto de su principal rival, el PP, al que casi dobló en escaños, y se colocó en una posición de partida excelente para negociar una investidura e incluso una coalición de Gobierno viable. 

Ambas cosas, cabría suponer, eran fundamentales para el gran objetivo, que no era otro, recordemos, que parar al malvado trifachito. Pero han pasado cinco meses y, claramente, ese terrible peligro ha pasado al olvido en el imaginario socialista, en un segundo plano tras el peligro horriblemente horroroso de que Podemos pueda tener algún asiento en el Consejo de Ministros. ¡Qué horror!

Mientras tanto, la derecha ha quedado un tanto desubicada. El PP se tambaleó en abril como nunca en su historia; Ciudadanos se quedó al borde de su objetivo (superar al PP), pero se desinfló en mayo; y la irrupción de Vox no fue para tanto. Meses después, el único de los tres partidos que parece remontar posiciones es el PP, que salvó los muebles en mayo, reteniendo u obteniendo varias comunidades autónomas y alcaldías importantes (sobre todo, claro, Madrid), gracias a la inestimable ayuda de sus socios de Ciudadanos y Vox, capturados en el bucle eterno de qué les resulta electoralmente más perjudicial: apoyar al PP en todo (y entonces, se preguntará el elector afín: ¿por qué no votar directamente al PP?), o bien impedir que el PP gobierne allá donde sea posible (con lo que los susodichos electores se preguntarán: ¿tiene sentido que el voto de castigo al PP acabe beneficiando a la izquierda?).

 

En este río revuelto, no exento de continuos sobresaltos (por lo de casi siempre en el PP: los escándalos de corrupción), Pablo Casado parece haberse tranquilizado un tanto, a juzgar por su discurso y sus ademanes. Es la sonrisa del rajoyismo la que aflora tras la barba estival de Casado: esa sonrisa de derecha no tan amenazante, de "sentido común" centrista, sin por ello ignorar por completo las esencias. En resumen: el PP de toda la vida.

Casado busca reeditar en España el experimento de "Navarra Suma", una de las pocas alegrías para la derecha en la noche electoral del 28-A. La coalición de UPN, PP y Ciudadanos ganó en Navarra, obteniendo dos escaños. Es obvio, sin duda, que en el conjunto de España el PSOE se vio beneficiado, en escaños, por el alcance de su victoria, algo que sucede casi siempre con el partido más votado; sobre todo, si obtiene mucha diferencia respecto de sus perseguidores. Y, como muestra, un botón: con un millón de votos menos (7480000 frente a 8492000 de PP y Ciudadanos), el PSOE obtuvo exactamente los mismos escaños que la suma de ambos: 123. Esto podría matizarse añadiendo al cómputo de la derecha los dos escaños de Navarra Suma, pero, así y todo, está claro que al PSOE le benefició muchísimo quedar el primero. Más aún en el Senado, donde el PSOE dobló a la suma de PP y Ciudadanos (121 senadores frente a 60). Y por eso, entre otras cosas, surgen voces desde el PP que animan a coaligarse con Ciudadanos y Vox; al menos, en el Senado. 

¿Qué habría conseguido una eventual "España Suma" en abril? Según esta extrapolación, que computa los votos de Vox por separado, la suma de PP y Ciudadanos habría logrado 139 escaños, reduciendo al PSOE a 116, y a UP a 38. Vox perdería un solo escaño, con lo que la suma de las tres derechas sería de 162 escaños, trece más que ahora. Insuficiente para conseguir la mayoría, pero bastante para que el PSOE lo tuviera mucho más complicado que ahora para lograr la investidura (probablemente necesitaría el voto afirmativo de ERC, o la abstención de ERC y JxCat).

El interés objetivo de España Suma está claro, pero el caso es que las derechas son tres porque buena parte de los votantes tradicionales del PP han buscado otras opciones, por razones diversas. Así que no está claro que todos los que votaron a estos tres partidos por separado lo hicieran también conjuntamente. Por otro lado, la suma no llega a alcanzar su objetivo, que en un escenario tan polarizado supone, inevitablemente, alcanzar la mayoría absoluta o quedarse al borde. 

Ese es el verdadero problema de la derecha española: la ruptura de cualquier puente con casi todas las formaciones nacionalistas le aboca a vencer fiándose a sus propias fuerzas. Y éstas no son suficientes, en solitario, para alcanzar La Moncloa. En eso se basan los cálculos del PSOE y de Pedro Sánchez, dispuestos a jugárselo todo en una maniobra que, desde fuera, ni los más acreditados trileros se atreverían a hacer: arriesgar la actual composición del Parlamento, que garantiza al PSOE cuatro años de Gobierno (con la molestia, más aparente que real, de tener a Unidas Podemos en ministerios de menor alcance), en pro de mejorar posiciones. La jugada del PSOE se basa en la convicción de que la derecha, se llame España Suma o no, no sumará. Pero también pueden encontrarse con que, aunque España Suma no sume, el PSOE más sus aliados tampoco. 

Casi todo dependerá, como casi siempre, de la participación. España Suma es un argumento poderoso para que la izquierda y los nacionalistas, que fueron en masa a las urnas en abril, vuelvan a hacerlo (y con el mismo pretexto de parar a la derecha... al PSOE siempre le sale bien ese truco). Pero, si la cosa no suena tan convincente como en abril (e igual de convincente no va a ser, dado que el PSOE ha demostrado que prefiere el peligro del trifachito al peligro de ceder tres ministerios a Podemos), dado el obvio cansancio del electorado, lo normal es que haya una movilización menor. 

Por eso, el principal interesado en repetir elecciones, aunque no lo digan en voz muy alta, es sin duda el Partido Popular, que sólo puede mejorar posiciones respecto de su horrible resultado de abril. Y en eso consiste, en realidad, España Suma, y por eso Ciudadanos y Vox huyen del concepto como de la peste: en el tradicional abrazo del oso del PP a sus socios en el espacio electoral conservador. En conseguir, en resumen, que sus electores vuelvan al redil, abandonando los experimentos de la nueva derecha (Ciudadanos) o la vieja (Vox), para concentrarse en la derecha de siempre. Bien sea explícitamente, con España Suma, o con un goteo más lento, pero igualmente eficaz, una vez quedó claro en abril que el trifachito es un experimento electoralmente perjudicial para la derecha en el conjunto de España.