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jornadas de estudio del quinto centenario del nacimiento de Granvelle 

Espías valencianos bajo el reinado de Carlos V y Felipe II

El cardenal Granvelle se servía de comerciantes y canónigos para conocer la situación política y social de Valencia

12/12/2017 - 

VALÈNCIA. Familias de comerciantes valencianos, como los saboyanos Garín y Grillet, así como un grupo de canónigos, entre los que destaca Joan de Gais, un flamenco que llegaría a ser arzobispo, actuaron en el Reino de Valencia como agentes o espías al servicio del cardenal Antoine Perrenot de Granvelle, consejero real durante los reinados del emperador Carlos V y de su hijo Felipe II. Así se desprende de la investigación dada a conocer por el historiador de la Universitat de València, Joan Iborra, en el congreso internacional que con ocasión del quinto centenario del nacimiento de Granvelle se celebra en el Instituto Francés de Valencia con la colaboración del Departamento de Filología Francesa e Italiana de la Universitat.

La misión de estos agentes consistía en informar de forma epistolar a Granvelle de la situación política y de los movimientos que se producían en Valencia, en una época “en la que la sociedad estaba huérfana de proyectos de futuro y afectada gravemente por los conflictos internos, las disputas nobiliarias, el ataque de los piratas y la presión continua del problema moriso”, según detalla Iborra. Granvelle, resalta el profesor de la UV, se convierte así en “el gran receptor de todas las peticiones y demandas dirigidas al monarca con el encargo de gestionarlas a gusto de los remitentes”.

Foto: Eva Ripoll

Algunos de estos espías no solo cumplían funciones de informantes, sino que se encargaban de administrar los negocios que mantenía el cardenal en Valencia, como la familia Garín o el saboyano Claudio Grillet, que comunica puntualmente a Granvelle todo cuánto de interés acontece en la ciudad.

Como organizador de los servicios de inteligencia del emperador, Granvelle recíbia información de los agentes valencianos y la transmitía a Carlos V para que el Consejo de Estado adoptara las medidas pertinentes a fin de, por ejemplo, rebajar las tensiones entre los nobles o adoptar alguna medida como los nombramientos de virrey, lugarteniente o concejal entre las personas afines a la monarquía. Una información que le sería de gran utilidad al cardenal, quien ante la muerte del virrey de Valencia, Fernando de Aragón, recibió en solo tres días detalles de todos sus agentes en Valencia sobre su repentino y extraño fallecimiento, o respecto qué personas eran las idóneas para representar al Reino de Valencia en el Consejo de Aragón.

Por otra parte, y según la aportación del historiador de la Universidad de Alcalá de Henares, Emilio Zola, con Granvelle como virrey de Nápoles entre 1571 y 1575 se culmina la formación de los servicios de información de la primera potencia imperial del momento, que se inicia en 1530 tras la expedición de Solimán el Magnífico. Así, se organizan unos servicios de inteligencia coordinados desde Nápoles con el reclutamiento de cautivos que regresan como enviados especiales a Estambul a través de Grecia y con Venecia y Ragusa (Sicilia) como principales centros de enlace.

Si Nápoles se convierte en el centro del envío de información a la corte de Felipe II en Madrid, Estambul se transforma en el principal centro del espionaje, hasta el punto de que una de las principales redes de información, la denominada “conjura de los renegados”, llegó a contar con hasta 112 espías, la mayoría de ellos mercaderes o capitanes de barco italianos que se habían convertidos al Islam y que desempeñaban sus labores en el arsenal del imperio otomano. Su trabajo de espionaje consistía principalmente en informar sobre las salidas de la armada turca y cuántas naves la componían, las obras que se realizaban en el arsenal o si se producían levas de soldados o galeotes.

Por la investigación realizada por Emilio Zola se conocen hasta los salarios que se embolsaban los espías. Así, 500 escudos al año llegó a cobrar un traductor oficial de cartas turco, el mayor sueldo percibido por un espía. Otros hombres clave que recibían grandes sueldos para la época fueron Aurelio Santacroce, un mercader veneciano que actuaba de coordinador de la red de espionaje, y un genovés llamado Adane Franchi, que obtenía grandes pagos a través de banqueros venecianos. Menores cantidades recibían los operarios del arsenal, que podían llegar a cobrar unos 20 escudos si realizaban sabotajes.

Antoine Perrenot de Granvelle, nació en 1517 en Besançon, -capital del Franco Condado, actual territorio francés-, y murió en Madrid en 1586, fue asesor de Carlos V y Felipe II y a lo largo de una vida dedicada a la diplomacia ocupó cargos relevantes como virrey de Nápoles y presidente del Consejo de Italia y entre 1580 y 1581 llegó a ser regente de España. A los 21 años fue nombrado obispo de la ciudad francesa de Arràs, una elección que apoyó el propio emperador y que supuso su entrada en política dirigido por su padre Nicolás, canciller imperial y uno de los principales colaboradores de Carlos V.

Foto: Eva Ripoll 


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