VALÈNCIA. València no se puede desprender de su carácter fallero, que inunda varios rincones de nuestra personalidad. Entre ellos, el de pensar a lo grande, el de ser ambiciosos con los proyectos y el de hacer del valor simbólico una aspiración. El Ministerio de Cultura anunció el miércoles la compra del Archivo Berlanga por 357.000 euros a la familia del director. Una operación que ha durado años, de la que también era consciente el Institut Valencià de Cultura (IVC), del que depende la Filmoteca Valenciana, y que supone una de las adquisiones públicas de patrimonio audiovisual más importantes de la historia del audiovisual español.
Sandra Gómez, vicealcaldesa de València y responsable entusiasta del paso de los Premios Goya este 2022, fue la primera responsable política en alegrarse por la noticia. Pero, de paso, aprovechó para pedirle ya al Ministerio de Cultura que considere que el lugar en el que descanse el Archivo Berlanga pudiera ser València. Lo comunicó a los medios el mismo miércoles, y ayer lo hizo a través de una carta al ministro Iceta. “Con esa voluntad de mantener viva la presencia de Luis García Berlanga en la ciudad en la que nació y vivió, que amó y a la que siempre volvió para disfrutar de ese espíritu plasmado en su obra, te propongo que València sea la ciudad que albergue este legado. Disponemos de espacios patrimoniales únicos que podrían convertirse en el espacio idóneo para este uso y que nos gustaría poner en común para que el Ministerio pueda valorarlo”, rezaba el escrito. Que añadía como capote que este movimiento “estaría en sintonía con la apuesta del Gobierno por una España policéntrica y polifónica, que avanza desde la solidaridad y la igualdad territorial”.
La realidad es que el Ministerio ni siquiera ha formalizado la compra aún y no ha recibido todo el material, cuyo destino —por ahora— será la Filmoteca Española. Ni siquiera el Gobierno de España dispone de la catalogación exacta y precisa que hay en las cajas, si bien ya ha difundido que se trata de un archivo “completo y complejo”, que incluiría documentación personal, correspondencia con su compañero Rafael Azcona o con el director Juan Antonio Bardem, versiones de guiones, fotografías, storyboards, documentación sobre la censura franquista, etc.
La petición temprana de Gómez es un aviso a navegantes de que se va a pelear el traslado a València. La pregunta ahora es dónde. Desde el Ayuntamiento, evitan dar nombres de lugares concretos, aunque sí hay una lista, que compartirán con el Ministerio de Cultura si estos responden que hay voluntad política para hacerlo posible. En esa lista habría tanto espacios municipales como de otros organismos y privados, sin decantarse por ninguno.
En todo caso, echando un vistazo a la situación de los archivos, cuesta pensar que la Filmoteca Española, que no pasa por un buen momento de personal pero que está a años luz de las carencias de las administraciones valencianas, quiera ceder el material. Es el caso que primero llega a la mente, el de la Filmoteca Valenciana, que no solo tiene un archivo fílmico inoperante por su falta de personal, sino que no tendría siquiera espacio para acoger la documentación. Actualmente, la documentación audiovisual se reparte en tres sedes diferentes, e incluso en almacenes externos, lo que hace muy complicado la catalogación y el préstamo. Los archivos de la Filmoteca no tienen, actualmente, espacio físico para poder recibir las más de medio centenar de cajas que suponen el Archivo Berlanga.
Por otro lado, la administración municipal podría buscar y ceder algún espacio, incluso alquilarlo para cederlo al Ministerio de Cultura, pero no tendría personal propio para custiodar, conservar y divulgar. Esto deja sobre la mesa una única opción: que sea el departamento de Iceta el que, además de ceder el material, también asigne a un trabajador de su administración a cargo de este en València. Una doble petición que no sopla a favor del traslado, si bien cabe entender en la dinámica de descentralizar las estructuras del Estado que los funcionarios de todas las categorías puedan ejercer en el lugar que toque.
Y por encima de todo eso, la pregunta del criterio técnico de desgajar los archivos territorialmente. ¿Tiene sentido que Berlanga se despegue del resto del patrimonio audiovisual del cine español? Normalmente los entes que gestionan eso son, precisamente, fundaciones creadas por los propios herederos o por varias administraciones que se crean con el objetivo único de ser guardianas de un legado. Pero en este caso, Filmoteca habría adquirido un activo estratégico de su archivo para atomizarlo. Algo que informes técnicos pueden señalar, también en contra del traslado.
Sin un espacio claro y sobre todo, sin personal, varias fuentes expertas consultadas concluyen que el gesto simbólico y político es claro y loable, pero les cuesta ver que se haga realidad proyecto con el contexto en el que se encuentran los archivos correspondientes. Por ahora, el ministerio, que es quien tiene que decidir, se limita a decirle a la prensa que aún es muy pronto.
El IVC, por su parte, se apea de cualquier debate, y preguntado por este diario, se limita a esperar que la colaboración estrecha entre filmotecas permita la difusión del Archivo Berlanga en actividades conjuntas futuras. Cabe recordar que el ente autonómico es el responsable del Berlanga Film Museum, el primer organismo creado específicamente para la divulgación de la vida y obra del cineasta valenciano más conocido.