Sabe dónde está la oportunidad y no duda en lanzarse a por ella. Este ingeniero alicantino, metido a emprendedor, da siempre en la clave para llevar al éxito cada startup que monta, que acaban siendo objeto de deseo para las compañías más importantes del mundo
ALICANTE.-A pesar de que conoce la isla de Manhattan casi mejor que su palma de a mano, Iñaki Berenguer, el joven emprendedor —de 44 años y original de Muro de Alcoy— no pasó la cuarentena en su querida Nueva York, donde ha estado más de quince años residiendo. El ‘desconfinamiento’ lo ha traído directo a sus orígenes, rodeado de sus montañas de la infancia, como es la sierra de Mariola, en una casa de campo retirada, donde atiende a Plaza. «Vine al cerrarse los colegios; he estado en España», comienza contándonos. La oficina principal, en Nueva York, no la abrirán hasta finales de año y la de València, hasta enero. En Madrid sí está abierta, con la opción del teletrabajo. Por eso, debido a la pandemia, Berenguer no ha pisado The Big Apple desde febrero. Una Gran Manzana que le ha hecho cosechar muchos, muchísimos éxitos, y convertirse en el primer emprendedor español en copar portadas del New York Times por la venta masiva de sus tres ases en la manga, tres startups en siete años. «Los niños —tiene dos— este próximo curso irán a un colegio en Madrid», explica.
El arraigo con su país natal no está reñido con el talento que ha cosechado en Estados Unidos. «El grueso de mi empresa está allí», apunta. La causante es, precisamente, la actual empresa, de la que está hablando desde prácticamente el comienzo de la entrevista: Coverwallet, con cerca de cuatrocientos trabajadores entre los 275 en Nueva York —cien en Manhattan y casi doscientos en Rochester, la oficina ‘con vistas’ a las Niagara Falls— y algo más de cien personas en España. «Mi día a día está en Manhattan, en nuestra sede junto a Times Square, pero la oficina no está abierta… Allí de momento es necesario el teletrabajo, ya que las restricciones en los rascacielos, como el límite de dos personas en el ascensor, hacen casi inviable el acceso. Además, está el tema del metro, con sus aglomeraciones diarias», confiesa.
Cual mando a distancia, sigue manejando a la perfección el éxito y crecimiento de esta compañía de Internet, seguramente el caso de éxito más sonado de una empresa tecnológica en España, que acaba de ser adquirida por el gigante Aon tras las ventas de Pixable y Contactive. «En España también se están creando otras startups con escala, como Cabify —Berenguer es inversor desde 2012, cuando empezó— o Glovo», insiste. La compra de Coverwallet por parte de Aon se formalizó el 3 de enero pasado. Pero, insiste, le queda un sueño por cumplir: sacar una empresa a bolsa. «Aunque con Coverwallet no lo he hecho, me he quedado contento», reconoce.
«Mi padre tiene 95 años. En la época de la posguerra, en las zonas rurales, no era típico estudiar, pero nos lo inculcó, aunque fuéramos de clase trabajadora y él, una persona con una mente brillante, no tuviera estudios», recuerda Iñaki. En el colegio era de sobresalientes y matrículas y después vino la carrera: Ingeniería de Telecomunicaciones. Su sueño era acabar siendo profesor o trabajar en alguna multinacional tecnológica, como Microsoft, HP, IBM o Telefónica.
Entre sus libros de cabecera, muchas biografías de científicos y, entre ellos, Newton, Darwin o Hawking. La mayoría, antiguos alumnos en Cambridge, como Berenguer. Antes, y tras acabar la carrera en València, el joven murero estuvo en Bélgica y en San Diego (California). «Yo quería hacer un doctorado en la Universidad de Cambridge, donde le cayó la manzana a Newton, se descubrió la estructura del átomo, se diseñó el primer ordenador o se descubrió la doble hélice del ADN, entre otros hallazgos; también es la que cuenta con más premios Nobeles», relata.
Allí aprendí que «un ingeniero, un científico o cualquier otra persona también puede ser un empresario. A mí me aborrecía la parte administrativa o legal de una empresa y había áreas, como las ventas, las negociaciones o los recursos humanos, en las que yo no soy bueno. Pero en Cambridge, conociendo a otros emprendedores tecnológicos de éxito que también tenían un perfil académico como el mío, me di cuenta de que no hace falta saber de todo. Solo tienes que rodearte de gente mejor que tú en lo que no sabes hacer bien.
El español ‘de oro’ siguió brillando y cada vez más fuerte. «Conseguí otra beca, la Fulbright que premia la excelencia académica, para estudiar dos años en la Universidad de Columbia». Su doctorado, muy matemático, teórico, logró registrar varias patentes. «También estuve unos meses en la Universidad de Princeton, en New Jersey, a una hora de Nueva York. Más tarde, en 2007, recibí otra beca, la de la Fundación Rafael del Pino, para estudiar en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), la universidad más innovadora en ciencia y tecnología, en Boston», detalla.
Corría el año 2009 cuando Berenguer y Andrés Blank, su compañero de correrías, se gradúan en el MIT. Deciden mudarse de Boston a Nueva York para hacer crecer Pixable. «Era una empresa de tecnología que tenía sentido gracias a tres tendencias tecnológicas que empezaban: las fotos, las redes sociales y los smartphones». El iPhone se lanzó a finales de 2007, con la posibilidad de sacar fotos con una buena cámara conectada a Internet en todo momento. «También las redes sociales, como Facebook o Twitter, empezaban a crecer». Con Blank, sacaron estadísticas de cuándo compartía la gente las fotos.
«Antes del iPhone, tenías la cámara digital los fines de semana, pero había que descargarla. Con el móvil iba instantáneo a Flickr, Picasa, Myspace o Facebook. Podías compartir miles y miles de fotos de tus experiencias en redes sociales. Pixable era muy parecido a Instagram. Había muchas apps que competían con nosotros, pero lo bueno de la nuestra era que se conectaba a varias redes para compartir —recuerda—. En 2012 Apple nos dio el premio a la mejor aplicación de fotografía y llegamos a tener doce millones de usuarios frente a Instagram, que tenía cincuenta», recuerda. «Fue un pequeño caso de éxito de startup clásica con cero dólares de ingresos pero con un crecimiento exponencial en usuarios móviles que se conectaban todos los días», explica.
Parece que para crear una empresa has de estudiar Empresariales o Derecho; no haces una ingeniería si quieres ser empresario»
Entre 2009 y 2012 Pixable levantaría en total seis millones y medio de financiación, parte de ellos de fondos de Silicon Valley. «Twitter y otras empresas nos hicieron ofertas de adquisición en 2012, pero la que mejor encajaba era la de SingTel» —asegura—. A su carrera de fondo en el mundo de la empresa suma una docena de maratones corridos, otra de sus pasiones: mens sana in corpore sano. Pero ninguno —recuerda— como el de Nueva York de 2009, cuando estaba haciéndose un hueco todavía y no tenía sueldo ni seguro médico. «El miedo que yo tenía en EEUU era a lesionarme porque, sin seguro, en el hospital te cobran un ojo de la cara», confiesa. Como al principio tenía poca financiación, creó un equipo de ingenieros en India y otro en Buenos Aires, todo gestionado por otro equipo en Nueva York.
Finalmente llegó la venta en 2012 a SingTel, la segunda mayor operadora de telecomunicaciones mundial, establecida en Singapur. «Te abre a la idea de que el mundo no es solamente Europa o Estados Unidos, sino que el centro de gravedad de la innovación y nuevas oportunidades se está moviendo hacia Asia, y no solo China o India, sino también al sudeste asiático», explica.
El segundo pistoletazo de salida llega cuando decide montar la segunda empresa y proponer a SingTel, ya de confianza, que se asocien. El nombre, Contactive, era similar al proyecto anterior al compartir datos de unas plataformas a otras. «Pretendía resolver el problema de las llamadas recibidas al teléfono móvil de números que no tienes en la agenda y que, por no saber si te llama tu médico o un comercial de televenta, no las coges». Contactive, contrastaba en un par de segundos el número que te llamaba en más de cien fuentes como Google, LinkedIn o el listín telefónico de las Páginas Blancas, para decirte quién llamaba y así reducir el estrés de la incógnita.
* Lea el artículo completo en el número de septiembre de la revista Plaza
Esa next step después del gestor de contactos ya llegó con Coverwallet, en verano de 2015. «Yo soy un experto en tecnología y del sector seguros de empresa sabía más bien poco —reconoce—, pero sí sabía que todas las empresas necesitan uno, por lo que no necesitas convencer a los clientes de la necesidad. Es lo que se denomina un producto ‘aspirina’. Si tienes un dolor de cabeza horrible, vas a hacer lo posible por comprar una aspirina. La necesidad ya está creada. Por otro lado, las ‘vitaminas’ son más difíciles de vender. El cliente en muchos casos no sabe que las necesita e incluso, cuando se lo explican, muchas veces se lo piensa y no acaba comprando nada. La vitamina es opcional. Los seguros son aspirinas.
Además, el sector seguros de empresa es de los más grandes de la economía y por alguna razón no se había modernizado en casi cien años. Había una oportunidad de utilizar el diseño, los datos y la tecnología para reinventarlo. Una tercera razón, más emotional, le acompañó en esta aventura, que ha resultado ser también exitosa. «Mi padre era apicultor y la miel que sacaba, principalmente del azahar, flor del naranjo, y de romero, la vendía a las turroneras de Jijona. Tenía doscientas colmenas que movía de un sitio a otro, según la temporada de las flores», pone en situación. Hacia el año 71, antes de nacer Iñaki, hubo un incendio cerca de Muro, en el que se quemaron todas.
«Fue el único año que mi padre no había comprado el seguro de la cooperativa. Pasó de tener un negocio que le daba de comer a uno que valía cero —relata—. Así que lo único que yo sabía del sector es que los seguros en sí son buenos, porque las desgracias te pueden llegar a pasar. Pero entender los seguros y lidiar con el papeleo es frustrante y analógico. En la era de internet, esto debía ser más sencillo. Así es como se montan las empresas de éxito, entendiendo las frustraciones y necesidades de los usuarios», sentencia. Así, en septiembre de 2015 contacta con una antigua compañera del MIT, Rashmi Melgiri, para montar la empresa en Nueva York, quedándose él como CEO.
Al mismo tiempo decidió abrir también una segunda oficina en Madrid, en Google Campus, que acababa de inaugurarse. «Por tener un vínculo con España y porque creo que hay mucho talento tecnológico», apunta. En el caso de Nueva York, la primera oficina estaba en Wall Street. De ahí nace, por cierto, la idea de salir a bolsa. «Cuando llegaba en bici a la oficina la dejaba aparcada justo delante de la bolsa, el New York Stock Exchange; cada vez que hay una salida a bolsa, se cuelga en la fachada una gran bandera con el logo de la empresa. Muchas de las que veía eran empresas de fundadores que había conocido en mi época de Pixable. Y lo ves tan cercano, como si todos los días me recordaran que es posible», asegura.
«Trabajé en el Departamento de Estrategia e Innovación de Microsoft, en Seattle, con Bill Gates y Steve Ballmer»
Coverwallet, líder global en seguros de empresas por internet, ha puesto un pie, y fuertemente, en València, Madrid, Sydney, Nueva York y Rochester. El crecimiento de la empresa se ha dado también gracias a los sesenta millones de dólares de financiación, entre 2016 y 2019, de inversores de Silicon Valley como Index Ventures, Foundation y USV, fondos de capital riesgo que también apostaron en su día por Uber, Facebook, Twitter, Dropbox y Netflix, entre otros. «Tener estos socios financieros nos ha dado credibilidad de cara a continuar atrayendo al mejor talento. Sin talento, es difícil escalar y tener éxito», reconoce. En 2019 Coverwallet dobló pantilla. Ese año, Aon, el líder en seguros con presencia en 120 países, se interesó por unir fuerzas con Coverwallet y acabó adquiriéndola.
«Lo que hacemos en Coverwallet es apasionante. Estamos reinventando el futuro de uno de los sectores más grandes de la economía gracias a lo que se nos ocurre por las noches utilizando los datos y la tecnología. Es como un juego. A los seres humanos nos motiva tener impacto global y contribuir a cambiar el mundo. En Coverwallet hacemos eso con talento español —reconoce Iñaki Berenguer—. Es cierto que no puedes dormirte en ‘tus’ laureles, porque esto no para, con las nuevas tecnologías y nuevos riesgos. En algún lugar del mundo hay otro ‘Iñaki Berenguer’ que tiene la misma ambición de liderar el sector gracias a la innovación. Tienes que ser optimista, pero tener este punto de paranoia», dice.
Sin embargo, hay otros sectores que se están reinventando, donde se va a crear mucho valor en sus startups. «Las criptomonedas, la intersección de la biotecnología y la inteligencia artificial, la ciberseguridad o la edición genética. La revolución pasa por hacerlo todo de manera más barata y accesible», avanza.
Iñaki Berenguer también ha invertido en más de cincuenta startups —algunas vendidas o han cerrado, activas 25—. Las hay muy relevantes en el ecosistema español como iPronics, NinetyNine, Verse, Cabify, Clicars, Flywire or Paack. «¿Emprendimiento en tiempos de covid-19? Va a haber mucha más innovación, startups que se vuelven gigantes globales en poco tiempo al estilo Stripe, Coinbase, Revolut o TikTok, pero mucha más concentración de dinero. Es decir, menos empresas levantando mucho más capital, convirtiéndose en líderes globales cada vez más rápido gracias a la inteligencia artificial y la tecnología», concluye.
* Este artículo se publicó íntegramente en el número 71 (septiembre 2020) de la revista Plaza
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