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"Esto es como poner dinero en una chimenea"

Dos generaciones, un mismo objetivo. Un inversor en empresas tecnológicas veterano y otro recién llegado. Son Tomás Guillén y Marcos J. Lacruz, dos ‘business angels’ que conocen muy bien el tejido emprendedor valenciano y que forman parte de la red Big Ban

28/03/2016 - 

Un inversor en empresas tecnológicas veterano y uno que acaba de llegar. Éstos son Tomás Guillén y Marcos J. Lacruz, dos business angels involucrados en el tejido emprendedor de la Comunitat y que forman parte de la red privada Big Ban, impulsada desde Valencia. Guillén, premio business angel del año otorgado por la asociación española Aeban, y Lacruz, presidente del vehículo de coinversión BSF, explican cómo es invertir en startups y arriesgar su dinero en empresas incipientes.

—¿En qué momento os planteáis invertir en startups?
—T. G.: Hace 23 años cuando montamos Ifedes, siempre por filosofía, nos planteamos quea final de año reinvertiríamos en un proyecto innovador o de base tecnológica. En algunosponemos dinero o dinero y servicios.
—M. J. L: Yo soy presidente de la Asociación Valenciana de Empresas del Sector de la Energíay coordinamos Climate Kic desde hace tres años, un programa de aceleración de startupsorientadas a la lucha contra el cambio climático. Al coordinar este programa entré en contactocon este mundo y veo que es una forma fantástica de ayudar a proyectos que son son innovadores y que tienen mucho que decir.

—Y para el retorno de los beneficios hay que esperar...
—T. G.: La media normalmente suele ser unossiete u ocho años. Por eso siempre hablamosde invertir en muchos proyectos, muy diversificados, y destinar un dinero que no necesitesen el corto plazo convertirlo en líquido. En los vehículos de Big Ban hay tickets desde 3.000euros. También hay que asumir que una parte de las invertidas va a cerrar.

Puede ocurrir que se obtenga el retorno en dos años pero también te puede tocar la Primitiva, aunque no es realmente el modelo. En tres o cuatro años, la empresa puede haber cogido un estadio de madurez importante, pero si entra alguien no es para que tú te vayas, sino porque la empresa necesita más dinero.

—M. J. L: Es un camino a largo plazo. Yo me hago la idea de que es un dinero que he puestoen una chimenea, se está quemando y a ver cuánto tiempo vas a tardar en recuperarlo. Hay que pensar que es un dinero que perfectamente puede perderse y hay que asumirlo.

—¿Y qué motiva?

—T. G.: El componente que hay realmente es de ayuda. Lo que estás haciendo es ayudar a que se regenere un tejido y además de poner dinero también se pone trabajo, implicación y network. Por eso, te ha de gustar también esa parte. Es lo que diferencia al business angel respecto a otro tipo de financiación. Si no te gusta, es más una faena que algo que te desarrolla personalmente.

—¿Cuál ha sido vuestra mejor inversión?

—T. G.: Yo ahora tengo buenas inversiones pero no he salido de ninguna.

—¿Y el no salir?

—T. G.: La ventaja que tiene un business angel es que, frente a un formato de capital riesgo, no hay una obligación real de salir. Yo tengo una participada 17 años y no me tengo que ir. Somos un equipo, funciona, da dividendos, me gusta, es de alto valor añadido y me permite conocer a otros clientes. De todas formas, lo normal es que vaya por hitos, y esperas que entre alguien muy grande que saque a todos y ahí es donde cosechas.

—¿Se ha consolidado más la figura del business angel?

—T. G.: Se ha enseñado el camino. En la cultura de creación de empresas, sobre todo la parte tecnológica, que requiere una velocidad y una escalabilidad muy grande, ya están acostumbrados a los modelos de Silicon Valley. Hoy lo que es raro es la persona que quiere un socio o un business angel pero que no quiere meterse en una carrera de ir de un estadio a otro y estar de aquí a cuatro días hablando con Google.

—M. J. L: Pero también porque las aceleradoras y los mentores les llevan a ese modelo. No es un problema. Es saber cómo entras tú. Lo que sí que es verdad es que muchas veces el emprendedor llega con su proyecto, con ese camino trazado que a lo mejor no es el que mejor le aplica porque es para redes sociales y empresas de internet. A lo mejor viene alguien que está haciendo un aparato tecnológico interesante pero necesita un grado de maduración más grande. No todos los negocios son para Silicon Valley, pero ahora el que diseña una funda de móvil, unas gafas de sol o una aplicación, todos están cogidos por el mismo patrón, y eso es un error.

—T. G.: Se puede buscar ese perfil emprendedor y de proyecto empresarial más tranquilo y que pueden ser empresas maravillosas. Tienen más estabilidad aunque son más lentas. No se multiplican exponencialmente los beneficios ni el valor pero se pueden montar grandes empresas. El problema de internet es que al final es binario. O tienes éxito o no tienes éxito.

—¿Qué os enamora de un emprendedor?

—M. J. L. : Tiene que ser alguien que conozca su producto, su mercado y, sobre todo, que tenga empatía. Van a venir los problemas y debe tener capacidad de resolución, visión más allá de lo que tenga delante. —T. G. : En los números y los Excel te salen las ratios enseguida, que no valen para nada. Pero valorar a las personas es un componente muy difícil y distinto dependiendo de lo que estés evaluando. Hay veces que al equipo emprendedor le encajas y hay veces que no. Es como casarte con alguien, al final el modelo cambiará, el negocio cambiará, la forma de conseguir los ingresos cambiará, pero el que va a estar haciendo todo eso no va a cambiar, por eso hay que elegir muy bien el compañero de viaje.

—En cuanto a la legislación, ¿cómo es invertir, por ejemplo, en un proyecto de economía colaborativa?

—T. G. : Tiene más riesgo. Nosotros estamos en un proyecto, el de Apparcando. Tiene el problema de cómo el administrador de la finca lo pueda ver correcto o no, tiene su problemática, pero estás abriendo espacios de innovación que no existían y evidentemente hay una forma alegal, que mientras que es legal no pasa nada pero en el momento que alguien regula te puede dejar un modelo de negocio fuera o bordeando la ilegalidad.

—M. J. L.: La economía colaborativa, como es una tendencia, la van a regular, pero es difícil que la maten porque al final todo tiende hacia ahí.

—¿Y qué anima entonces a invertir?

—M. J. L.: Por el país en el que estamos hay que asignarle un riesgo normativo a casi todas las inversiones que vas a hacer. Luego ya, el grado de estrés que quieras aplicarle a tu tabla de Excel depende del feeling que te dé.

—¿Qué os planteáis cuando entráis en una app que tiene difícil monetización?

—T. G:. Es parecido a invertir en biotecnología. O tendrá éxito o se irá por el aire. Es de mucho riesgo. Aquí tienes que tener muy claro quién lo va a comprar. Que habrá uno que hará el negocio pero no eres tú. Tú lo que harás es llevarlo a ése. No tendrá un recorrido económico, pero si es tan atractivo que alguien lo va a comprar a ti te da igual lo que facture. Ese modelo ha de estar no claro, sino clarísimo. En biotecnología tú piensas en qué farmacéutica lo va a comprar y lo mismo pasa en la tecnología.

—¿Cuál es la inversión más alta que habéis hecho?

—M. J. L.: Hablar de un número es casi pornográfico. Pero sí que te puedo decir que es unas 50 veces el capital social que tenía la empresa y no fuimos el accionista mayoritario y el capital social era más de 3.000 euros.

—¿La legislación os ha ido acompañando?

—T. G.: La legislación no ayuda a nada por dos cosas, porque lo que se hizo fue pensado para un colectivo que no era tanto business angel sino friends & family y toda la batería de beneficios está pensada para la renta. Los business angels no invertimos como persona física, sino que normalmente se hace a través de una sociedad para tener un riesgo definido, con lo cual no tiene tanto de bonificación del impuesto de sociedades y sí en la renta. En muchos países, cuando aportas dinero, tiene ya el tratamiento de llevar beneficio fiscal como quien hace aquí una donación a una ONG. Cabiedes, aunque es business angel y se define como Luis, tiene una sociedad de venture porque el tratamiento fiscal hoy sólo beneficia al capital riesgo. Deberían trazar qué es una sociedad de business angel y que fuera una fórmula jurídica como tal.

—M. J. L: Y transitoriamente, un código específico para el alta de cotización que te identificara.

—¿Cómo está Valencia en business angels respecto a otras ciudades?

—T. G.: Proporcionalmente está muy bien. Cuando vas a otros sitios el grado de estructuración es prácticamente inexistente. La aceleradora te lleva al principio, pero si detrás no hay un business angel que lo recoja cada cuatro meses estás tirando gente al mercado sin que pueda cerrar una ronda de financiación. Esto pasa en muchos sitios. Nos dicen, ¿vosotros no vendríais? Porque no tienen un tejido.

—M. J. L.: La Comunitat Valenciana está creciendo en el mundo de startups. Cada vez hay mejores inversiones y hay emprendedores de otras comunidades que vienen aquí a desarrollar sus productos no sólo por las aceleradoras sino también por los business angels. Lo mejor que puedo decir de Valencia es que trabajamos todos muy integrados.

—T. G.: Un potencial de mejora que tenemos es la capa siguiente. Es que Valencia esté en la referencia de ventures capital nacionales e internacionales. No hemos conseguido que vengan a cubrir el estadio donde nosotros no llegamos de tres, cuatro o cinco millones. La Comunitat Valenciana no es ni mucho menos referente en ese espacio, son Madrid y Barcelona.

—¿Y eso cómo se soluciona?

—T. G.: Con apoyo de la administración pero también con una evolución natural. Cuando ya tengamos proyectos que son interesantes y que hemos sostenido nosotros, es normal es que empiece a interesar. Es una capa que para nosotros nos certifica que los deberes los hemos hecho bien. Pero poco a poco.

(Este artículo se publicó originalemente en el número de diciembre de Plaza)

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