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DOCSVALÈNCIA PRESENTA LA PELÍCULA este jueves

'Experimento Stuka': la película que resuelve qué sucedió en 'el Guernica de Castellón' 80 años después

Los directores valencianos Rafa Molés y Pepe Andreu y el resto del equipo de SUICAFilms culminan este jueves cuatro años de trabajo detrás de uno de los episiodios más desconocidos de la Guerra Civil. Un relato lleno de contención, pero que aboca al espectador a una reflexión crítica sobre la absurda lógica de la guerra y su psicología

2/05/2018 - 

VALÈNCIA. El bombardeo de Guernica, 101 años después, es uno de los iconos globales que recuerdan la catástrofe de la Guerra Civil española. Un ataque aéreo sin precedentes que, según documentó el historiador Xabier Irujo (codirector del Center for Basque Studies de Nevada, Estados Unidos) fue un regalo de Hermann Göring a Hitler en busca de su ascenso en la cadena de mando. El presente entusiasmó al führer pese a llegar con unos días de retraso a las celebraciones nacionales de su 48 cumpleaños. 

Sin embargo, la principal realidad tras aquella masacre fue la experimentación por parte de las fuerzas aéreas de la Alemania nazi de una estrategia que definiría parte de la II Guerra Mundial. Registrado y analizado, un simulacro de actividad militar de la Luftwaffe cuyo principal interés en la contienda fue experimentar a espaldas de la Conveción de Ginebra y con víctimas y ciudades reales. Acciones sin consecuencias que se recuerdan por la ofensiva sobre la población vasca, pero que ahora el documental valenciano Experimento Stuka documenta que no fueron ni mucho menos las únicas. Y, pese a la diferencia del ataque en estera frente al ataque selectivo, las consecuencias proporcionales en número de víctimas resultaron similares.

De Guernica al Maestrat

La película firmada sobre Guernica por la propia Luftwaffe para Hitler, las fotos de la ciudad arrasada, las crónicas de los periodistas Hemingway, Orwell, Saint-Exupéry o John Dos Passos (ahora descubiertas como erráticas, dado que las fuentes oficiales de ambos bandos eran incapaces de ofrecer información no contaminada de propaganda durante la guerra) y la obra de Pablo Picasso creada un mes después (a encargo del valenciano Josep Renau, Director General de Bellas Artes) dejaron constancia de la desigual fuerza del bando franquista apoyado por la Legión Cóndor. Era abril de 1937 y el nazismo se apropiaba de un idóneo campo de pruebas a las puertas de mostrar su irracionalidad al mundo.

80 años después, el baile de cifras con las víctimas de Guernica parece estabilizarse. Después de décadas dando por sentado que murieron unas 1.600 personas, más tarde, el dato bajó hasta las 250 y, actualmente, a 126. Ese es el último escalón oficial aceptado por historiadores de todo tipo que en el aniversario de 2017 ya no dudaban que, tras la primera ráfaga, la población huyó y no se vio directamente afectada por las siguientes oleadas que arrasaron sus edificios tal y como muestran las fotografías. Sin embargo, el nombre de la población vasca si figura en el imaginario colectivo como uno de los ataques fundamentales por parte de los sublevados y que más daño moral hizo a la República.

Guernica tenía 5.000 habitantes, de los cuales murieron 126 (última cifra oficial). En las poblaciones castellonenses de Albocàsser (3.060 habitantes), Benassal (2.284). Ares (1.688) y Vilar de Canes (490) cuatro ataques en el mes de mayo de 1938 asesinaron a 40 personas. La principal diferencia es que nadie –más allá de las agrestes y nobles tierras del Maestrat– conoce este ataque de la Legión Cóndor. Sus habitantes nunca entendieron por qué sucedió, quién lo hizo y cuál era el significado de aquel suceso que atravesó sus vidas para siempre. Una conversación tabú incluso en los pacíficos pueblos de Castellón que, 80 años después, han encontrado su particular expiación.

Quién y por qué

 "Matar a una persona no es fácil". Esa es la primera frase que escucha el espectador en este documental producido por SUICAFilms y dirigido por el ilicitano Pepe Andreu y el alqueriero Rafa Molés. Esa es la primera idea y la misión del film es resolver quién y por qué en este suceso 'ajeno' a la Guerra Civil. Los mismos responsables de la exitosa película Five days to dance (2014) exportan hasta la gran pantalla la búsqueda de un grupo de vecinos preocupados por la memoria de aquellos pueblos que no han dejado de hacerse esas preguntas. En concreto, uno de ellos, el físico Óscar Vives, encontró una pista en el libro Guerra Civil Española de Antony Beevor (también presente en el documental); al parecer, en el archivo de la Luftwaffe en Fribugo estaba documentado el ataque.

El documental de Andreu y Molés acompaña a Vives en esta búsqueda sin dejar de recoger los testimonios en primera persona de los cuatro pueblos del Maestrat. Para todas esas voces, aquella era la primera vez que veían un avión. Sus relatos, estremecedores (e irrepetibles, ya que no son pocos los que han fallecido desde que se inciara la producción del film) hablan de las bombas "como un hombre vestido de negro que bajaba". Otra mujer pensaba que era un saco de trigo. 

La gran sorpresa del film es mostrar cómo ese archivo no contiene únicamente la documentación de unos días de operación en Castellón (la Legión Cóndor se había instalado en La Sénia, pueblo muy similar a los agredidos donde los jóvenes alemanes vivían su aventura española). El almacén de Friburgo revela una cantidad de fotografías e información que cambiarán definitivamente la historia de estos cuatro pueblos. Es a partir de ese punto cuando el documental desarrolla un músculo social y emocional inesperado. La narración se apodera de una reivindicación de la memoria histórica nada evidente que demuestra como las poblaciones han mantenido una tensión familiar, casa por casa y caso por caso, dado el desconocimiento de lo que allí había sucedido. En esencia, ajeno al mando e incluso al conocimiento del ejército franquista.

Experimento Stuka (que se presenta este jueves a las 20 horas en la Filmoteca de València por primera vez) hibrida distintos subgéneros del cine documental. De memoria, bélico, con una marcada base periodística y con algún respiro para el punto de vista observacional, compone un relato estremecedor detrás de la psicología militar. En mayo del 38 la Alemania nazi experimentó en el Maestrat con sus tres primeros modelos del Junkers 87A, los concoidos como ‘Stuka’. Los prototipos entraron desmontados y en secreto y debían en España para comprobar si, en un ataque de precisión, aguantarían una nueva bomba de 500 kilos. Un peso armamentístico inédito en el mundo hasta entonces. El éxito mortifero del experimento abrió la vía a estos ataques para la peor contienda de la historia, la II Guerra Mundial. En Castellón solo dejó 80 años de silencio y preguntas formuladas casi siempre a título individual.

Ese otros de los principales aportes del film, que sitúa esa inquietud personal como reveladora de una verdad. El caso de Vives es el que está detrás de la película que se ha convertido en uno de los estrenos más esperados del audiovisual valenciano este año. El trabajo, iniciado después del celebrado debut de Five days to dance, tiene la capacidad de hacerse muy grande a partir de la tranquilidad y sencillez de los cuatro pueblos protagonistas. En este sentido, la edición de sonido, la música y la propuesta de recrear parcialmente algunas escenas a través de maquetas (Manuel Soriano y Gabriel Sánchez) le aportan un mimo de contención a la historia mucho más interesante que la tentación de abocarse al canon del documental histórico o bélico clásico. Las molestias que se tomaron los alemanes por documentar los ataques acaban siendo también una base visual importante para la película, con su versión aérea actualizada de esos espacios y que lleva al espectador a una serie de reflexiones críticas sobre la psicología de la guerra.

La razón militar del absurdo queda también evidenciada, con una población civil que, pocos kilómetros más allá, compartía vida, fiesta y tranquilidad con quienes les estaban asesinando. Entonces no se podía decodificar lo que el nazismo iba a significar para Europa y el resto del mundo, pero Experimento Stuka proporciona una visión prístina de los argumentos de la guerra, su condición y consecuencias. El peso de éstas, el silencio y la incapacidad de reaccionar a la vileza cuando la memoria está en tela de juicio, acaba apoderándose de las respuestas. Respuestas ahora sí válidas, que permiten comprender, saber, pensar y pasar página. Esta vez, a través de una estupenda película que llegará a las salas comerciales en los próximos meses tras estrenarse en DocsBarcelona en quince días.

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