VALÈNCIA. El sector inmobiliario ha sido siempre un valor refugio para la inversión. En momentos de incertidumbre por su seguridad y rentabilidad, pero también en momentos de bonanza resulta atractivo y, por eso, son muchos los que ponen en su radar el 'ladrillo' por su estabilidad. Lo han hecho desde grandes fondos hasta empresarios o familias patrimonialistas más locales. No es nada nuevo. Sin embargo, tras la crisis inmobiliaria y el fiasco de muchos proyectos, ahora el capital busca operaciones que vayan de la mano de profesionales que conozcan cómo funciona el negocio. Y ello está provocando que los 'family office' valencianos se alíen con promotores. El foco está puesto, principalmente, en el desarrollo de proyectos residenciales por la falta de producto que hay en el mercado.
Se trata de acuerdos para iniciativas concretas en las que, el promotor consigue de forma rápida financiación para acometer la actuación y, por su parte, el inversor obtiene rentabilidades seguras y estables. Para ello, mayoritariamente se están creando sociedades y vehículos con ese fin, en los que cada parte tiene un porcentaje acordado. "Hace años, cuando a un empresario le iba bien su negocio invertía en el campo y en la compra de naranjos, pero ahora el interés está en el inmobiliario", explica a este diario un promotor valenciano.
Cierto es que el sector siempre ha estado en el foco, pero ahora la unión se materializa en sociedades conjuntas para la ejecución de proyectos. Y es que la burbuja de 2008 destruyó muchas compañías por malas inversiones, lo que evidenció la necesidad de hacer negocio con profesionales expertos en el sector. De hecho, existen algunos ejemplos de fracasos en iniciativas residenciales impulsadas por grupos empresariales ajenos al 'ladrillo' como es el caso de Ciudad Ros Casares, ahora rebautizada Ciudad Gran Turia, impulsada por el extinto grupo industrial Ros Casares.
"Para family offices que no tengan un origen inmobiliario, es recomendable unirse a promotores. Lo normal es que te acerques a ellos para hacer las inversiones, que son los que van a realizar la parte ejecutiva de todo el proyecto", aseguraba, en una entrevista con este diario, Enrique Calabuig, fundador y CEO de Kaiho Capital, family office enfocado a la inversión inmobiliaria y startups.
El perfil de los 'family office' que está entrando en el Real Estate es el de empresarios que han vendido sus negocios y tienen capital o que están en activo y quieren invertir con "criterios ordenados". "El segmento logístico, el residencial y la nuevas fórmulas alojativas como el coliving o los apartamentos turísticos son los activos que resultan más atractivos", apostilla José Manuel Martínez, subdirector general y director del área de Residencial en de Olivares Consultores. El motivo es que buscan operaciones de menor riesgo y retornos más estables. Principalmente, la promoción de vivienda acapara el protagonismo porque genera rentabilidades aseguradas de entre el 4% y el 6%.
Pero, además, muchos de estos inversores valencianos son los que cuentan con suelos por desarrollar, materia prima que escasea en el mercado. "Muchos ven que es el momento de vender o promover y buscan empresas que les presten ese servicio y sepan cómo hacerlo", comenta Martínez. De hecho, a gran escala, las grandes promotoras nacionales como Metrovacesa, Neinos Homes, Vía Célere o Aedas Homes, entre otras, están controladas por fondos de inversión.
Además, al promotor también le interesa este tipo de socio porque tiene liquidez para ejecutar obras y más teniendo en cuenta que para acceder a la financiación bancaria para una promoción residencial se necesita tener vendidas cerca del 50% de las viviendas antes de iniciar la construcción. Eso sí, el subdiretor de Olivares Consultores remarca que son negocios en los ganan ambas partes porque el empresario inmobiliario consigue liquidez o materia prima y el inversor, retornos. "Son iniciativas prudentes. Ahora no todo vale y los proyectos tienen que tener viabilidad. No hay especulación", subraya.
Así, por ejemplo, hace años la promotora valenciana Grupo Ática se alió con la familia Calabuig, propietaria de Aguas de Valencia, para desarrollar una importante actuación urbanística en Benicàssim. Se trata de una superficie cercana de unos 240.000 metros cuadrados, donde prevén desarrollar unas 675 viviendas y un hotel.
También, el Grupo Gimeno y la sociedad Topcal Investment -de los fundadores del IVI, José Remohí y Antonio Pellicer - han decidido asociarse con la firma inversora en Real Estate White Investing y MoZaïC Asset Management para liderar el sector senior living. Prevén una inversión de 100 millones de euros a través de diferentes proyectos en el arco mediterráneo hasta 2026.
Otras compañías como la valenciana Avanza Urbana han decidido ir un paso más allá en su estrategia empresarial, pasando de la promoción tradicional a la gestión de proyectos. Para ello, la compañía ha creado varios vehículos ad hoc para inversores valencianos que buscan entrar en el sector o para aquellos que quieren rentabilizar sus activos.
"Se trata de una tendencia que irá a más mientras desde el sector demostremos que somos atractivos y prudentes en los proyectos", remarcan desde el sector. Una opinión que comparte Martínez, quien señala que en el mercado hay apetito y muchas oportunidades. "Al final, el que tiene dinero quiere rentabilidades seguras y el sector inmobiliario funciona y, aunque sus retornos no son tan altos como otras alternativas, son seguros y sostenidos", concluye Martínez.